La ONCE acude por primera vez para mostrar «las dificultades a las que nos enfrentamos»
El responsable del estand, José Andrés Sánchez, informó sobre la discapacidad visual y animó a fomentar el voluntariado entre los preuniversitarios
Cristina Jiménez/M.J. Fernández
Martes, 19 de marzo 2024, 10:08
Un año más la UMA organizó sus Jornadas de puertas abiertas y el Complejo Deportivo Universitario se vistió de gala para llenar durante los tres ... días cada espacio con alumnos que buscaron responder a muchas preguntas sobre su futuro. Cada grado de la universidad se presentó a esta gran cita con sus originales estands, decorados con las cosas más características de cada modalidad; los voluntarios de cada carrera fueron los encargados de brindar información y consejos a todos los que se acercaban en unas jornadas en las que no faltaron los juegos, los sorteos, los regalos y la diversión. Muchos de estos preuniversitarios llegaron con una mochila a sus espaldas llena de dudas, incertidumbre y preocupación sobre qué estudiar o qué hacer. Entre sus manos muchos de ellos llevaban folletos informativos sobre varias de las opciones que barajan de cara al futuro, otros llevaban uno muy significativo. La UMA está llena de voluntariados que son de suma importancia para mostrar y enseñar a los preuniversitarios aspectos muy importantes como la salud o la discapacidad.
La ONCE no quiso faltar a esa cita en la que su objetivo principal fue «informar sobre la discapacidad visual», como confirmó el responsable de este puesto, José Andrés Sánchez. Era la primera vez que pisaban las jornadas y lo hicieron de la mano de la Oficina de Atención a los alumnos con discapacidad. Destacaba entre todos los escenarios por la presencia de dos perros guías y un sinuoso laberinto. Los estudiantes se acercaron con curiosidad por descubrir de qué se trataba y acabaron muy sorprendidos y abrumados. Carlos Reguera fue uno de los voluntarios que se encargó de recibir a todos aquellos que se acercaron para ver y aprender, él estaba ahí porque «hay que dar visibilidad a las personas que necesitan ayuda», explicaba Reguera.
El estand se componía de dos largas mesas adornadas con un mantel verde, entre ellas resaltaban los juegos adaptados para la discapacidad visual que tienen las personas, tanto para aquellas que son ciegas totales como las que tienen baja visión. Con representaciones de personajes de series y películas, una pelota con cascabel, un ajedrez, un globo terráqueo, libros y unas gafas quisieron informar y sensibilizar a las personas, y en específico a los estudiantes. «Queremos que la gente vea el tipo de material que tenemos, para que experimenten y así saber lo que siente una persona con discapacidad en su día a día», recalcaba Sánchez.
Iniciativas
Una importante labor que no solo consigue informar a todos los preuniversitarios que circularon durante los tres días de las jornadas, sino que consiguió que estos pudieran saber cómo vive una persona con problemas de visión. «Tenemos un circuito en el que se ponen unas gafas que están oscurecidas e intentan caminar con un bastón para completar el recorrido», explicó Reguera.
Gema Cabello y Zulema Cervera son dos alumnas de Bachillerato que acudieron a las jornadas para informarse sobre qué carreras escoger, pasaron por el puesto de la ONCE e intentaron completar el recorrido y luego contaron que «nos pareció agobiante, pero es una buena iniciativa para saber por lo que pasan y así ponernos en su lugar». Es difícil mostrar a una persona las complicaciones a las que se enfrentan, pero gracias a este tipo de iniciativas se brinda la oportunidad de poner en situación a todos los jóvenes. Reguera durante estos tres días vio a mucha gente completar el recorrido: «La gente sale sorprendida, porque realmente ven los problemas a los que se enfrentan y que nadie les pone ventajas», concluyó.
José Andrés Sánchez era el responsable del estand, tiene discapacidad visual y cree que la presencia de este puesto en las jornadas es muy importante para que «la gente se de cuenta de las dificultades a las que nos enfrentamos y cómo lo hacemos con los materiales específicos», confirmó. Leonor Basallote era otra de las personas que estuvo en el estand durante las jornadas y es la vicepresidenta del Consejo Territorial y afiliada de la ONCE. Durante los tres días estuvo acompañada de su perra guía que, además de ayudarla en su rutina, forma parte de su vida. Con su historia, Basallote quiere mostrar a todo el mundo que «podemos jugar juntos al ajedrez».
Alejandro Mesa y Antonio Pariente fueron otros dos alumnos de Bachillerato que llegaron al Complejo Universitario con la idea de buscar las notas de corte de sus carreras e informarse acerca de algunas carreras en específico. Pasaron por el estand de la discapacidad visual y llegaron a sus casas con una perspectiva muy positiva. «Vivimos la discapacidad en nuestras carnes y nos hizo ponernos en el papel de todas las personas que se enfrentan a ello de una forma más empática, es una iniciativa que sirve para hacer que la gente vea este problema de otra forma».
La función que ejercieron durante las jornadas Carlos Reguera, José Andres Sánchez y Leonor Basallote giró en torno a la información, la visibilización y la formación; hacer hincapié en los falsos mitos y los prejuicios se convirtió en un aspecto muy tratado. Carlos Reguera, gracias a un ejemplo que formula, dejó claro la importancia que tiene tratar este tipo de prejuicios: «En los colegios muchas veces se da el caso de alumnos que tienen poca visión o nula, para ellos los profesores intentan adaptar los ejercicios, algo que genera controversia para el resto de compañeros».
Las mesas del estand estaban llenas de materiales que les sirvió a los voluntarios y a los responsables para mostrar que con ayuda pueden llevar una vida normal. «Podemos jugar al ajedrez e incluso a la pelota. Disponemos de balones con un cascabel dentro, este nos manda una señal acústica y así podemos localizarlo», explicó Sánchez. Carlos Reguera actualmente se encuentra en un grado de Educación Primaria y decidió formar parte del voluntariado porque quería dar «visibilidad» acerca de todo este asunto. Entre sus objetivos de futuro le gustaría impartir este tipo de nociones para enseñar y mostrar a los alumnos la realidad que viven las personas con discapacidad.
Colaboraciones
Todo el que quiera puede seguir los pasos de Reguera y convertirse en voluntario, su función principal será acompañar y ayudar a los alumnos con discapacidad que se encuentren en las aulas. La ONCE colabora de forma directa con la Oficina de Discapacidad para que los estudiantes puedan convertirse en colaboradores, para que, como cuenta Sánchez, «ayuden a las personas con cualquier discapacidad y reciban a cambio un crédito».
El equipo de la ONCE llegó a las jornadas con motivación por mostrar la labor y el trabajo que desempeñan, buscaban informar, pero para ellos lo más importante era «plantar una semillita», contaba Sánchez. No querían pedirles a los estudiantes, que se acercaban a curiosear por su estand, que formaran parte del voluntariado, ya que como explica Basallote, «están recibiendo mucha información». Los responsables querían sentir que ayudaban a todos aquellas personas que viven con una discapacidad visual y se sienten solos.
Para mucha gente encontrar en clase a un compañero con bastón, tele-lupa o con un ordenador que habla es algo raro o nuevo, pero para todos los que se acercaron al estand de la ONCE su perspectiva cambió por completo. Todos ellos vieron con sus propios ojos cómo una persona con poca o nula visión puede hacer un libro escrito en braille; caminaron con un bastón y unas gafas oscuras para ser ciegos durante un paseo y ver su dificultad; también pudieron charlar con Leonor Basallote y José Andres Sánchez para conocer sus historia y cómo es su día a día. Tras terminar las jornadas recogieron el estand y dejaron en el suelo una semilla plantada, para que, los alumnos que comenzarán el grado el curso que viene, puedan animarse y formar parte de la Oficina de Discapacidad como voluntarios.
Una experiencia significativa marcó la vocación de Paula
Cientos de voluntarios acudieron la semana pasada a las Jornadas de puertas abiertas de la Universidad de Málaga para ayudar a los jóvenes a esclarecer su futuro. Cada uno de ellos tiene detrás una historia de por qué decidieron estudiar esa carrera. Desde la persona que le motivó a otro estudiante al acudir a este evento a aquella que tiene detrás una historia familiar o sentimental.
Entre todos ellos encontramos a Paula Delgado, estudiante de tercero de carrera del grado de Turismo. Detrás de su elección hay una historia familiar, un viaje que marcará su futuro y su vida. «Cuando falleció mi abuelo, mi madre no tenía muchas ganas de viajar y entonces decidimos contratar un viaje que venía con una guía», relata.
Era la primera vez que veía en persona cómo era el trabajo de una guía turística y ahí fue cuando se interesó más por este trabajo. «No paraba de preguntarle cosas a la guía turística», confiesa. Sus ojos reflejan que ha sido una buena elección y que es a lo que quiere dedicarse toda su vida, también por cómo les cuenta a los estudiantes su experiencia sobre la carrera.
Este viaje, también, le ha llevado a motivar a los preuniversitarios a que estudien su titulación. «Lo que más me gusta es conocer a más gente, hablar con ellos, es una experiencia única», confiesa. Los jóvenes se acercaban a los diferentes estands a resolver sus dudas, pero también a participar en los diferentes juegos.
Y es que un año más, el Complejo Deportivo Universitario de Málaga acogió unas Jornadas de puertas abiertas que llegó a su vigésima edición y recibió a miles de estudiantes preuniversitarios que intentaron resolver sus dudas sobre la EBAU y sus futuras carreras. Porque, así como un viaje cambió la vida de Paula y resolvió sus ideas futuras, una charla entre universitario y futuro universitario también la puede resolver.
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