«En el hospital he aprendido de situaciones reales en las que hay que salvar una vida»
Este alumno antequerano asegura que las prácticas son fundamentales para la formación de un alumno de enfermería
Adrián Herrero
Martes, 14 de mayo 2024, 09:48
Antonio José González, alumno de 2º año de Enfermería en la UMA, está realizando sus prácticas en Antequera, su ciudad natal. Actualmente se encuentra en ... el hospital de Antequera y después recalará en el centro de salud de la misma localidad. Tras obtener la titulación del grado superior de Anatomía Patológica decidió estudiar enfermería porque le apasiona ayudar y prestar cuidado a los demás.
–¿Cuánto tiempo lleva en las prácticas y en qué hospital trabaja?
–Empecé el 26 de febrero y estoy en la zona de cirugía del Hospital de Antequera perteneciente al Área Sanitaria del Norte de Málaga.
–¿En qué consiste el trabajo del área de cirugía?
–Es un área del hospital muy variada, yo creo que es ideal para un estudiante que está empezando sus prácticas. Cuando digo que estoy en cirugía todo el mundo piensa en el quirófano directamente, y no, esa es otra área diferente. Cirugía consiste en atender a los pacientes antes de la operación y durante el posoperatorio, dándoles el tratamiento adecuado hasta que reciben el alta médica u ordenan el traslado a planta.
–¿Qué experiencia le está aportando estas prácticas?
–Mi experiencia está siendo muy positiva, aunque soy alumno de segundo y todavía me estoy soltando, cirugía me está permitiendo aprender acerca de bastantes áreas de la salud. Es una disciplina que depende de la operación a la que se ha sometido el paciente, por lo que estoy viendo muchos casos diferentes. Además, cuando el hospital está lleno y faltan camas se suele recurrir a mi sección, también pueden venir pacientes de traumatología o de medicina interna, por ejemplo.
–¿Cómo es el trato con el tutor o la persona que le orienta en las prácticas?
–En mi caso, el primer día conocí a la supervisora de la planta de cirugía y me presentó a las compañeras que estaban trabajando ese día allí. La supervisora también me asignó a una tutora como tal, pero solo voy tres días a la semana por la mañana, así que es imposible coincidir siempre con ella. En la planta trabajan tres enfermeras y cada una atiende a unos diez u once pacientes. Yo siempre me sitúo en la misma parte, por tanto, he tenido la posibilidad de rotar y trabajar con muchas enfermeras diferentes, todas con sus métodos y distintas formas de enseñar por lo que intento aprender lo mejor de cada una.
–¿Siempre trabaja bajo la supervisión de una enfermera?
–Realmente la libertad que te dan depende de la dificultad de la tarea y de la confianza que tengan en ti. Obviamente, los primeros días yo no me separaba de ellas porque no sabía lo que hacer, pero luego vas cogiendo soltura y puedes hacer algunas cosas por ti solo. Al principio no es fácil, porque, aunque yo vaya con una base de enfermería, lo que he visto en la carrera no se corresponde con lo que ves allí en una situación real. A mí en clase me han enseñado lo que es un suero y un catéter, pero hasta que las enfermeras no me explicaron cómo se manejaban no sabía manipularlos de forma correcta. Luego son cosas sencillas, que una vez he visto cómo las hacen ya me salen de forma automática, y aunque ellas me dan libertad, personalmente prefiero asegurarme o hacer preguntas tontas antes que actuar por mi cuenta. Nosotros tratamos con la salud del paciente y siempre intento evitar equivocarme para no perjudicar a la persona que atiendo, primero porque me sentiría fatal y segundo porque no quiero causar problemas a la enfermera que esté a mi cargo, ya que mis actos están bajo su responsabilidad.
–¿Cuál es su horario de prácticas? ¿Cumple las horas establecidas en las prácticas?
–Voy de lunes a miércoles de 8:00 a 15:00 en horario lectivo y tengo que trabajar las horas totales establecidas en mi acuerdo de prácticas. Hay que ser puntual, tengo que estar allí a las 8 de la mañana ya preparado con el uniforme antes de escuchar la charla del cambio de turno. Y la hora de salida depende mucho de la faena que haya, pero no suelo quedarme hasta pasadas las tres de la tarde. Hay días que son más tranquilos y me puedo ir a descansar con la enfermera porque en ese momento no hay nada que hacer. Vamos a una sala aparte que está comunicada con los pacientes por si ocurre algo que los podamos atender inmediatamente. Normalmente no estoy las siete horas trabajando continuamente, pero sí que hay días que tenemos más trabajo de lo normal y lo noto porque no paro de hacer cosas.
–¿Cómo lleva los días que tiene más carga de trabajo? ¿Le cuesta más?
–Como es algo que me gusta agradezco no parar de hacer cosas porque, aunque acabe agobiado, se me pasan volando las siete horas. Lo peor que me ha pasado es cuando un paciente entró en parada cardiaca porque hay que reaccionar muy rápido. A mí me han explicado cómo se actúa allí cuando se produce un código de parada, pero es verdad que es una situación a la que no estoy acostumbrado a pesar de los simulacros que hacemos en los seminarios de Enfermería. Como he dicho antes, no es lo mismo una práctica en la universidad, que aunque están muy bien recreadas, no tienes la misma presión porque sabes que no es una vida humana de verdad la que está en juego. En cambio, en el hospital he aprendido mucho más y ya tengo la experiencia de haber vivido estas situaciones reales en las que hay que actuar con mucha rapidez para salvar una vida.
–Aunque sea un estudiante en prácticas ¿se siente útil y capacitado para suplir a una enfermera en determinadas labores?
–Al final un estudiante en prácticas es como una inversión a la que tienes que dedicar tiempo. Si bien al principio para las enfermeras resulta un doble trabajo tener que enseñar al alumno y a la vez responder a sus otros quehaceres, ellas lo hacen de la mejor manera y en mi caso no he encontrado a ninguna que lo hiciera con desgana o no estuviera predispuesta a ayudarme en todo momento. La ventaja es que una vez pasa el tiempo y el alumno ya sabe lo que tiene que hacer sirve de gran ayuda y ahorra mucho tiempo a la enfermera. Por ejemplo por las mañanas mientras la enfermera prepara la medicación, que es algo más serio, yo puedo tomar las constantes y medir la temperatura a los pacientes, que es una labor de menor dificultad y aunque parezca una tontería es tiempo que ahorro a ellas para que no tengan que estar pasando con el carrito por todas las camas. También ayudo mucho a la hora de retirar grapas o vías. Otra función que hago es cuando llaman por teléfono desde una habitación, me entero de lo que precisa ese paciente y después se lo comunico a la enfermera correspondiente que en ese momento estaba ocupada y no podía atender la llamada. Cuando le traslado la consulta me indica bajo su criterio como puedo resolver el problema y si es algo para lo que estoy capacitado acudo yo mismo.
–¿No son las primeras prácticas que ha hecho en un hospital verdad?
–Así es, también hice las prácticas del grado superior de Anatomía Patológica en el hospital de Antequera, estuve tres meses como técnico de laboratorio.
–¿Toda esa experiencia que adquirió le ha servido de ayuda? ¿Lo que aprendió lo ha podido aplicar también en estas prácticas?
–Independientemente de todo el conocimiento acerca de la anatomía que obtuve estudiando el grado, si hablamos de las prácticas lo que más he aprendido ha sido la organización del trabajo. No solo el trabajo que tengo que realizar yo, sino, el trabajo en equipo. Saber organizarse es fundamental tanto en una planta como en un laboratorio, y allí tenía que compenetrarme con los otros tres técnicos del laboratorio para que nuestro trabajo funcionase.
También aprendí a tomar responsabilidades. En mis prácticas viví una situación excepcional, y es que dos técnicos se tuvieron que dar de baja por covid y me quedé yo solo con mi supervisora durante una semana. Esto hizo que yo tuviera que trabajar más que un alumno de prácticas y en muchas ocasiones los resultados de las muestras del laboratorio dependían de mí. En ese caso yo sentía mucha presión, es verdad que si me equivocaba tampoco podían echarme la culpa porque nunca puede ser responsabilidad del alumno, sin embargo, sí que me iba a casa pensando que cualquier error mío podía alterar el resultado de una prueba que es crucial para la salud de una persona.
Mi supervisora agradeció todo mi esfuerzo y eso hizo que se crease una bonita relación profesional en la que ella confiaba plenamente en mí y donde yo pude aprender mucho, sobre todo a confiar en mí mismo y en mi trabajo.
–¿Por qué decidió estudiar enfermería si lo había hecho tan bien como técnico en Anatomía Patológica?
–A pesar de que me gustó la experiencia y la disfruté mucho, en el laboratorio solo tratas con tus compañeros de trabajo, sin embargo, la profesión de enfermero conlleva un trato humano directo con los pacientes y eso es lo que realmente me gusta. El trabajo del laboratorio se hace muy repetitivo y me di cuenta de que no me quería dedicar a eso el resto de mi vida. En cambio, el hecho de ser enfermero y saber que cada día vas a ayudar a una persona diferente hace que me encante lo que estoy estudiando.
«Trabajar en la UCI es lo más complejo de la enfermería, pero merece la pena»
La joven almeriense afirma que «el trato es como si fuera una compañera de trabajo más y no una alumna»
La almeriense Elena Montoya, alumna de 4º año de Enfermería en la UMA, está a punto de acabar la carrera en Málaga. Tras tres años cursando las prácticas en la capital de la Costa del Sol, ya se siente preparada para entrar en el mundo laboral y ansía encontrar trabajo de enfermera en cuanto termine sus estudios.
–¿Qué prácticas ha hecho a lo largo de la carrera y cuáles está cursando ahora?
–Mis primeras prácticas fueron en segundo año de carrera en Atención Primaria del Centro de Salud La Roca y en el Hospital Regional Universitario de Málaga en la parte de Traumatología. Después en el tercer curso hice otras dos prácticas diferentes, Urología y Cardiología, en el Hospital Civil y en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria, respectivamente. Por último, cuarto de carrera es el año con más prácticas porque hacemos seis rotatorios. He alternado Nefrología y Enfermería de Terapia intravenosa en Carlos Haya con la Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias del Clínico en Teatinos. Ahora mismo estoy en la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Carranque y mis últimas prácticas del curso serán en Pediatría.
–Ha estado en muchos hospitales y en muchas ramas de la enfermería, ¿dónde ha aprendido más y qué prácticas han sido las mejores?
–Al final de todos los sitios se aprende algo. Es verdad que ahora estoy en Salud Mental, que es una especialidad que no me gusta mucho, porque es un trabajo más tranquilo y de seguimiento psicológico, no como las prácticas de un hospital donde hay más técnicas de enfermería como tal. Sin embargo, estoy aprendiendo cosas diferentes que no había hecho nunca y además considero muy importante la salud mental pública para todo el mundo y me alegro de que en las prácticas podamos participar en ella. Donde más he aprendido ha sido en Urgencias, porque es donde más trabajo hay y hay muchos días que no paras de hacer cosas. En algunas ocasiones, siempre con la supervisión de una enfermera, he llevado todo el trabajo que había en una consulta de urgencias y ahí aprendes mucho porque es una situación muy parecida a la del trabajo real.
–¿Cree que los estudiantes en prácticas sirven para reducir la carga de trabajo en urgencias?
–Yo creo que sí, como estoy en el último año de carrera siento que me dan más responsabilidad y así puedo soltarme un poco. A mí me parece muy bien, es lo que me hace falta porque dentro de unos meses este será mi trabajo y tendré que hacerlo sin ayudas. La carga de trabajo depende del día y de la gente que vaya, pero normalmente urgencias es un servicio que está muy masificado donde no hay personal suficiente para atender a todo el mundo. Por eso los enfermeros muchas veces agradecen que pueden sacar el turno adelante gracias a nosotros. Ellos saben que los alumnos de cuarto ya tienen experiencia, por tanto, no tienen que dedicar tanto tiempo para explicarnos las cosas y nos tratan más como a un compañero que como a un estudiante. Al final sí que reducimos la carga de trabajo y somos una ayuda extra para el enfermero que el hospital no tiene que pagar.
–¿Cómo fue su experiencia en la UCI al tener que tratar con pacientes críticos?
–Bajo mi punto de vista, trabajar en la UCI es lo más complejo de la enfermería. Estás atendiendo a pacientes muy graves y con que uno solo se ponga peor ya se te complica toda la mañana. Aún así merece la pena y pienso que todo estudiante de enfermería debe rotar por la UCI porque te enseñan técnicas muy específicas que solo se practican allí, he llegado a ver cosas muy locas y te aseguro que hay que tener estómago para eso. Los enfermeros de la UCI tienen más independencia que en una planta y tratan con menos pacientes, no significa tener menos trabajo porque son pacientes que necesitan cuidado constante, pero sí que realizas una atención más personal y directa. Además, en casos extremos cuentas con la ventaja de que en la UCI siempre hay un médico de guardia justo allí y que puede intervenir de inmediato o ayudarte en lo que necesites.
–¿Ha tenido alguna anécdota interesante con las enfermeras que le han enseñado?
–Pues hay de todo. Cada persona tiene su forma de trabajar y algunas no me dejaban purgar ni un suero y otras me decían «dentro de nada eres tú la que está aquí trabajando, así que hoy lo haces tú todo». Sinceramente yo prefiero las que me dejan más libertad, yo siempre que puedo y que el paciente está de acuerdo me ofrezco a hacer lo que sea.
–¿No todos se dejan atender por una enfermera en prácticas verdad?
–Claro que no, algunos me veían y decían «yo con la estudiante no» y es algo que yo entiendo, siempre y cuando te lo digan con educación no hay problema. En otros casos sí que me he encontrado con pacientes muy maleducados, sobre todo en urgencias que es cuando la gente está más alterada.
–¿Alguna vez ha tenido una situación desagradable con estos pacientes?
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión