Franciso Tinahones: «No me imaginaba llegar hasta aquí, he tenido suerte de encontrarme a gente muy buena»
Nombrado como el mejor investigador senior de diabetes, el director científico de Ibima agradece a todo su equipo este reconocimiento y repasa su vida envuelta en dudas y en una toma de decisiones continua
Cristina Jiménez
Martes, 21 de mayo 2024, 10:36
Hay quien tiene claro a qué se quiere dedicar en un futuro, este no fue el caso de Francisco José Tinahones. El director científico de ... Ibima Plataforma BIONAND y jefe de servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico vivió entre un mar de dudas para tomar la decisión de qué quería estudiar.
Recientemente ha sido nombrado como el mejor investigador senior de diabetes en España, pero cuando se encontraba estudiando el bachillerato «tuve dudas existenciales de a qué me quería dedicar, no tenía clarísimo que me gustasen las ciencias», recuerda Tinahones. El día que recibió el premio a mejor investigador quiso hacer un relato de toda su vida, en él quiso dejar claro que «no me imaginaba llegar hasta aquí, he tenido mucha suerte, me he encontrado con gente muy competente con los que hemos podido formar un gran equipo», comenta.
Durante toda su vida ha dedicado cada momento al trabajo y a la investigación, pero sin duda, tiene claro que gracias al destino «he tenido suerte de encontrarme con gente muy buena», aclara. A lo largo de toda su trayectoria ha estado acompañado por muchas personas con las que ha trabajado, pero toda su historia comenzó con una difícil disyuntiva: letras o ciencias.
Está más que claro que la decisión que el joven Tinahones tomó en aquel momento fue la rama de la ciencia y la investigación, y lo hizo porque «me venció el pragmatismo, las letras para mí eran una afición y me interesaba mucho el tema de la investigación y la búsqueda, por lo que la medicina podría ser un buen escenario», explica.
Primeros pasos
Una decisión que le llevó a entrar en una carrera universitaria con el objetivo de ayudar, plantearse diversas cuestiones y buscar soluciones a cosas que todavía no estaban solucionadas. Comenzó con su tesis doctoral mientras estaba haciendo la mili, esto se convirtió en el primer paso de toda su carrera como investigador. Para poder dedicarse al estudio en profundidad, Tinahones comenzó a preguntarse la causa de muchas cosas que no tienen una explicación, le llamaban la atención aquellas cosas que aprendía y que más adelante podría aplicarlas, por ello, su tesis se basó en «el ácido úrico, en aquel momento no se sabía por qué las personas tenían alteraciones en los lípidos», explica, y pasó así a tratar todo aquello que estuviera relacionado con esta gran incógnita.
Durante los treinta años de investigación, el área en el que se ha especializado Tinahones ha sido la obesidad y la diabetes, y, como todo proyecto, surgió de un interrogante. «Los sujetos con obesidad tienen mucha facilidad para padecer la diabetes, es decir, la obesidad es la causa de la diabetes; pero es cierto que te encuentras con pacientes que son obesos y no tienen diabetes, esta fue una línea con la que estuve diez años trabajando», comenta.
Líneas de investigación
Una pregunta simple que nace con la idea de buscar una respuesta conllevó diez años de trabajo y más de cien artículos publicados, en relación a las diferentes aproximaciones que el equipo de investigación fue haciendo acerca de la materia. Un investigador se plantea una incógnita pero nunca puede saber qué se va a encontrar por el camino. «Generar una hipótesis es fundamental», aclara, para a través de esta armar toda una línea de trabajo. A partir de este primer planteamiento, comienzan los experimentos que buscan desmontar la hipótesis planteadas, pero «nunca sabes dónde vas a acabar», explica.
Un proceso que requiere de mucho esfuerzo, tiempo y colaboración, pero que «es muy gratificante», afirma. En la rama de la investigación médica todo puede llegar a tener su aplicabilidad, ya que todo lo que se estudia sirve para mejorar pruebas diagnósticas, cambiar las técnicas o probar un nuevo tratamiento; Tinahones explica que todo este proceso sirve para «preguntarnos sobre las enfermedades o los estados de salud de los humanos y no es algo que se quede en el proceso o en la práctica, hay algo detrás muy importante». Las labores que llevan a cabo los investigadores, en cualquier rama de estudio, son esenciales para contribuir en la mejora de tratamientos y brindar calidad de vida a las personas.
Para ejemplificar esto, Tinahones habla del caso en el que se ha especializado, la diabetes. En la actualidad hay muchos pacientes que padecen esta enfermedad, en el mercado hay nuevos medicamentos y tratamientos que han cambiado el panorama, pero es cierto que estos medicamentos que emplean los pacientes para controlar su enfermedad «empezaron a estudiarse en 1957», comenta. Para que una persona pueda tomar una pastilla que regule los niveles de azúcar se ha requerido más de una década de trabajo, pruebas clínicas que garanticen su efectividad y aspectos que confirmen un diagnóstico.
Para poder dedicar toda una década, o más, a la investigación hay que contar con una serie de claves que son necesarias. La primera de ellas, explica Tinahones, «es que te guste lo que haces, porque a veces esta profesión es muy desagradecida». Hay que dedicar tiempo, recursos y trabajo para investigar, pero nunca está garantizado que una hipótesis llegue a buen puerto. «Te has podido tirar un año trabajando, o más, y puede que obtengas unos resultados negativos, que también son buenos porque sirven para saber por dónde no trabajar», recalca.
Otro aspecto muy importante es la paciencia, ya que «puedes estar trabajando con unas células perfectas y resulta que se te infecta el cultivo y se te va al traste todo el trabajo que has hecho», explica. Dos aspectos esenciales que se complementan con la capacidad de trabajar en equipo, ya que sin esta capacidad «no te dediques a la investigación, ahora mismo cualquier resultado relevante se obtiene por el trabajo de todo un equipo».
El panorama de la investigación ha evolucionado mucho desde los inicios de Tinahones, antes cada uno trabajaba de forma solitaria en su laboratorio con un microscopio propio y sin la colaboración y ayuda de un grupo de trabajo. «Ahora hace falta un equipo importante de gente, si no tienes esa capacidad de trabajo en equipo es muy difícil que pueda dedicarse a la investigación», aclara.
La época que Tinahones recuerda con más cariño son sus inicios. «Las condiciones eran muy precarias», recuerda. Cuando empezó a trabajar, hace treinta años, las condiciones en las que investigaban eran muy diferentes a las de ahora, Tinahones cuenta la anécdota de que «les enseño a los más jóvenes la foto del laboratorio en el que empezamos a trabajar con los islotes, para que vean las condiciones en las que trabajamos y lo mucho que ha evolucionado todo».
Pero a pesar de las condiciones tan precarias, los primeros pasos que dio como profesional los recuerda con «mucha ilusión». Esperaban a que acabara el experimento, con pocos recursos pero con mucha motivación. Pero quedarse con un único momento de toda su larga vida es difícil, por ello cuenta que «cuando uno ve que investigadores que han trabajado contigo triunfan por sí solos es un momento de satisfacción tremenda».
Faceta literaria
Pero además de su gran faceta como investigador cuenta con un hobby que desde joven ha tenido muy presente. En su momento provocó un mar de dudas sobre qué rama escoger, pero ahora le sirve como psicoterapia y desahogo en momentos de alegría o de tristeza. «Escribir para mí es como un diván de psicoanalista», explica, el papel le sirve para plasmar sus emociones.
Durante un largo periodo estuvo escribiendo poemas, el Covid le sirvió para condensar todos sus versos en un mismo libro. «Los poemas tenían una trayectoria, habían ido evolucionando y me encontré con que formaban una historia», recuerda. Nació así 'Sin pensamientos', un libro que tuvo la original inspiración del tango 'Naranjo en flor'. «Primero hay que saber sufrir, después amar, partir y al final andar sin pensamiento», una frase que consiguió armar todo un libro dedicado a los poemas de toda la vida de Tinahones.
Su idea cuando condensó todos sus versos en un mismo libro no era publicarlo, pero tras contar con la opinión de un amigo suyo «me animó a que lo publicase», cuenta. Pero no todo su desahogo quedó en la poseía, inundó su Facebook de relatos cortos. Publicaba pequeñas historias que generaban en la gente intriga, «me decían pero qué pasa después», explica. Cada vez fue publicando más relatos cortos que tornaron en una novela corta llamada 'Taró'.
«Cuando llevaba cuatro capítulos empecé a darle forma, porque pasar del relato corto a la novela corta es un salto gigante», comenta. Tuvo un momento de lucidez en el que vislumbró toda la historia al completo, empezó a escribirla de forma frenética y acabó 'Taró' en dos meses. Al igual que con 'Sin pensamientos' su idea no era publicarlo, pero mandó la historia a diez amigos y todos concluyeron con una cosa: «me ha enganchado».
El tiempo que le queda como investigador estará dedicado a «tres o cuatro proyectos importantísimos, nos van a llevar por lo menos esta década, son de una magnitud muy importante», aclara. Unos trabajos que han recibido una importante subvención para que se puedan llevar a cabo, y que además, van a servir para «un buen culmen de mi parte de investigación», explica.
Una vez que se cierre su etapa como investigador le gustaría seguir cultivando su faceta más literaria y creativa. «Me veo en un futuro en tertulias con amigos, con algo más distendido y relajado», cuenta. Una vida entre laboratorios, investigaciones y hospitales, que culminará con premios y mucha satisfacción, pero lo más importante para Tinahones no han sido los galardones, explica que «a todo el mundo le gusta que reconozcan su esfuerzo con premios, pero siempre hay detrás un importante equipo de trabajo, los premios no son unipersonales». Siempre ha estado acompañado y así quiere agradecer todos sus años como investigador a todo el que ha formado parte de su vida.
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