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Vista panorámica del Jardín Botánico Isabel Cisneros
El banco de germoplasma: una oportunidad para conservar especies únicas

El banco de germoplasma: una oportunidad para conservar especies únicas

La directora científica del Jardín Botánico, María del Mar Trigo, asegura que con las muestras de plantas autóctonas pueden regenerar población que se pierda en algún incendio en la provincia

Isabel Cisneros

Martes, 9 de abril 2024, 10:03

El Jardín Botánico de la Universidad de Málaga cuenta con más de mil ejemplares de plantas de todo el mundo en 1,6 hectáreas en el Campus Universitario de Teatinos entre las Facultades de Ciencias y Letras en el Bulevar Louis Pasteur. Además, desde hace unos dos años aproximadamente, cuenta con un banco de germoplasma, es decir, un espacio para la conservación de las especies que se encuentran en el Jardín Botánico.

En una de las salas del edificio que preside el Jardín Botánico se encuentra el laboratorio, que es donde se almacenan las muestras de frutos, semillas y demás de todas las especies que se conservan en el jardín.

En diferentes botes y muy bien organizadas se cuentan 170 muestras en dos frigoríficos. De momento, solo tienen dos, pero la directora científica del Jardín Botánico, María del Mar Trigo, insiste en que «ya mismo hará falta comprar otro frigorífico». «Siempre tienen que estar a menos de 4 grados y es importante que haya espacio entre ellas. Si tenemos una urgencia y hay que cambiarlas de frigorífico no puede estar este último lleno, porque si no perderíamos frutos y semillas», explica la directora.

Aunque de forma coloquial se le dice 'banco de semillas', su nombre real es 'banco de germoplasma', tal y como explica la científica: «Lo que nosotros almacenamos en los botes no siempre son semillas, sino que hay frutos que se adhieren a las semillas y no se pueden separar, pero siempre son secos, nunca carnosos. También podemos tener propágulos de planta, tejido, polen, esporas, es decir, otro tipo de material con el que regenerar en un momento dado».

Vista panorámica del Jardín Botánico.

Una vez ya se han recolectado todas las muestras se procede a realizarles un tratamiento para que entren en dormancia, es decir, en estado de vida latente. Esto lo llevan a cabo para que el producto dure el máximo tiempo posible. En estado de dormancia, la duración en perfectas condiciones depende de la especie. «Hay algunas que solo se mantienen así antes de empezar a estropearse un año, otras que cinco y algunas que, incluso, llegan a los 10 años, y lo que ocurre no es que una vez pasado ese tiempo ya no germinen, sino que, en lugar de hacerlo al 100%, pues germinan al 80%, por ejemplo», cuenta la investigadora.

¿Cómo se practica la dormancia a las semillas? La directora explica que lo primero que se hace es deshidratar la muestra a temperatura ambiente porque calentar la semilla no es bueno para su conservación. El siguiente paso es ponerlo a baja temperatura, en frigoríficos o congeladores a menos de 4 grados centígrados. Cuando el material ya está deshidratado se considera que está en un estado de dormancia profundo y que se prolonga en el tiempo. «Nosotros utilizamos frigoríficos porque queremos tener una colección dinámica, de intercambio y tal, cuando se utilizan congeladores a menos 18 grados centígrados es para una conservación a más largo plazo», comenta Trigo. Ese dinamismo del que habla se consigue mediante intercambio de especies con otros jardines botánicos, con investigadores…

Hay algunas pruebas que se les realizan a las semillas, como por ejemplo, de germinación. «Al principio hacemos esta comprobación, que es simplemente, ponerla en un medio húmedo para ver si germinan; hay algunas que necesitan escarificación previa (tratamiento con ácido); pruebas de luz y oscuridad, que te da un estudio más detallado de esa semilla y te da la posibilidad de hacer un artículo solo con eso», explica Trigo.

En cuanto a la existencia de bancos de germoplasma con congeladores, Andalucía cuenta con uno, 'Germoplasma Vegetal Andaluz', que depende de la Junta de Andalucía, del Ayuntamiento de Córdoba y de la Universidad de Córdoba. El Jardín Botánico de la Universidad de Málaga sigue los mismos pasos en cuanto a la metodología, tal y como explica la científica María del Mar Trigo, menos en el uso de congeladores porque ellos quieren una «preservación ex situ de esas especies».

Más que semillas

«Además de frutos y semillas, en un banco de germoplasma se pueden conservar tejidos de las plantas», añade Trigo. Esos tejidos se conservan de igual forma que se hace con los óvulos humanos, con nitrógeno líquido, para hacer cultivos in vitro o regenerar la planta a través de este procedimiento. «Sin embargo, nuestro banco es modesto y eso necesita de instalaciones muy complejas, lo empezamos hace apenas un par de años», reconoce la directora.

Todos los años se cogen muestras de todas las especies que hay en el espacio del Campus. La científica afirma que lo que cambia es la numeración, pero que las muestras que se recogieron hace menos tiempo tienen más probabilidades de germinar. Además, insiste en que no se desecha ninguna muestra, ya que se utilizan para posteriores estudios: «Se puede estudiar el porcentaje de germinación que posee una muestra que guardamos hace cinco o diez años, si hay necesidad de, en base a esos datos, cambiar la conservación y pasar a congelador…»

Estos frutos y semillas se conservan en botes de cristal herméticos. En el interior, la mayoría tienen una capa de gasa para crear una separación de unas bolitas amarillas (desecante). El color del gel sílice sirve de indicador para saber que hay que cambiarlo porque ya no puede absorber más humedad. Si en vez de estar amarillo tiene un color blanco siginifica que ya hay que sustituirlo, ya que es necesario para que las semillas se conserven en seco. Además, este desecante se puede regenerar y así reutilizar: se puede meter en el microondas para que pierda la humedad previamente absorbida y otra vez se vuelve de color amarrillo.

Una de las precauciones que hay que tener en cuenta si estás en un laboratorio con este tipo de productos es que si sacas el bote con la muestra del interior de la nevera hay que esperar a que recupere la temperatura ambiente para que no condense la humedad. «Las muestras tienen que estar secas siempre. Es súper importante, sobre todo para mantener esa dormancia que hemos inducido y para mantener, por lo tanto, la capacidad de germinación», explica Trigo.

Ahora mismo, este laboratorio cuenta con dos frigoríficos, aunque ya mismo tendrán que aumentar este tipo de espacio de almacenamiento: «Los frigoríficos son lo más importante para nosotros, en el momento que tengamos este segundo medio lleno tenemos que comprar otro porque siempre tenemos que tener uno vacío por si uno se estropea. También debemos dejar que circule el aire, para que la temperatura sea homogénea, por lo que no puede estar muy cargado», detalla la científica.

Trabajo diario

«Si estamos en época de recolección, prácticamente venimos todos los días porque hay que coger las semillas, limpiarlas, ponerlas en el desecarlos… Ahora mismo hay que esperar, aun no estamos en buena época. En estas fechas venimos a echar un ojo todas las semanas para vigilar el desecante», comenta Trigo.

«Nuestro jardín pertenece a la asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos, donde hay un movimiento para que los jardines botánicos tengamos un banco de germoplasma fundamentalmente con dos objetivos. Uno de ellos es por si alguna especie rara de algún jardín botánico se muere, se pierde, siempre tenemos la capacidad de regenerarlo a partir de semillas. Luego, intercambiar entre los distintos jardines botánicos porque tenemos plantas que vienen de todo el mundo, hay algunas que sí es fácil encontrarlas en los viveros, pero hay otras que no. Que se han conseguido a través de intercambios, que se han traído de otros continentes, entonces eso es difícil de recuperar», comenta Trigo. Otro objetivo, es poder realizar intercambios entre los jardines botánicos. «Además, aquí no solamente tenemos semillas del jardín botánico, sino que tenemos frutos y semillas autóctonas del bosque mediterráneo, es decir, de la vegetación natural. Con lo cual, si se produce, por ejemplo, una zona un incendio, como ocurrió en Sierra Bermeja hace poco, y se pierde una población de algo y nosotros tuviéramos semillas, se puede regenerar esa población», explica Trigo.

Los primeros jardines botánicos que aparecen en Europa lo hacen con fines docentes y experimentales. Eran centros dedicados al cultivo de plantas, principalmente medicinales. En la actualidad albergan colecciones de especies de plantas seleccionadas que ofrecen una amplia visión de la biodiversidad vegetal. De esta manera, se convierten en un espacio en el que se cultivan plantas con fines docentes, experimentales, de aclimatación, de conservación y de divulgación pero que, además, puede cumplir con la finalidad ornamental y lúdica de cualquier jardín. La directora científica del espacio, María del Mar Trigo, asegura que se utiliza con fines educativos, ya que, en muchas ocasiones, lo que están viendo en el aula se puede observar de forma más nítida y productiva a tan solo unas escaleras de la clase. Por todo esto, ahora se les considera centros de investigación, un campo investigador que no se limita al ámbito del jardín, sino que se proyecta al estudio de la flora y vegetación en su medio natural.

El jardín botánico de la Universidad de Málaga nace como un proyecto de futuro en el que la necesidad de que Málaga tuviera un Jardín Botánico no era una preocupación nueva. Desde 1763 hay evidencias de la existencia de un Real jardín Botánico en calle Victoria. En 1975 el Ayuntamiento de Málaga decide la creación de la Fundación Cultural del Ayuntamiento y dentro de ella el Instituto Botánico para que, tras varios devenires a lo largo de los siglos, la idea de crear un Jardín Botánico tomase forma. En 1981, una vez aprobado el Plan de Ordenación de la Zona Universitaria del Campus de Teatinos, se solicitó, por parte del Departamento de Botánica de la Facultad de Ciencias, el inicio de las obras necesarias para la ubicación en dicho campus del Jardín Botánico de la Universidad de Málaga.

El jardín se articula en tres niveles. Los dos primeros corresponden a la colección taxonómica organizada según el modelo de Stebbins, con algunas modificaciones, así como a plantas aromáticas, útiles y medicinales. El último corresponde a colecciones donde destacan las cactáceas, rocalla de la biodiversidad y ecosistemas termomediterráneos de la Península Ibérica. Como elemento singular y representativo encontramos en el centro del Jardín el umbráculo Ibn al-Baytar, en honor a Diya' al Din Abu Muhammad 'Abd Allah ibn Ahmad ibn al Baytar (1180), nativo de la provincia de Málaga (posiblemente nacido en la localidad de Benalmádena). Ibn Al-Baytar es considerado uno de los más importantes botánicos y farmacólogos de la Historia Medieval de la Península Ibérica, habiendo influido en su época en todo el saber científico del entorno mediterráneo, que se prolongó durante un largo periodo de tiempo.

En la actualidad el Jardín Botánico se ha visto expandido al resto del territorio universitario, por lo que se puede concretar que todo el Campus de Teatinos es un Jardín Botánico en sí mismo. De esta forma podemos encontrar, por ejemplo, colecciones de Coníferas en los alrededores de la Biblioteca General, la zona dedicada a especies de clima mediterráneo, el jardín de las Leguminosas en pleno Bulevar Louis Pasteur o el Hortus con especies de la Flórula Farmacéutica Malacitana situado entre la Facultad de Filosofía y Letras y el propio Jardín Botánico.

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