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En el tren no cabe un alfiler. Ni que decir tiene que muchos van de pie y unos pocos sentados, al menos hasta la parada ... de Los Boliches, donde de un golpe toda la multitud se apea y emprende el camino andando hasta el recinto ferial. Es un paseo, pero es mucho mejor que soportar la caravana de coches y rozar la desesperación en una búsqueda imposible de aparcamiento.
Así comienza, al menos de unos años a esta parte, la experiencia de la Feria Internacional de los Países, un evento que desde hace tiempo mueve a multitudes de todas las nacionalidades y rincones del mundo y junto a ellos, a residentes de todos los rincones de la provincia. Así comienza, pero el esfuerzo acaba mereciendo la pena para todo aquel que tenga un mínimo de interés en conocer otras culturas.
La Feria de los Países arrancó su edición de este año el pasado miércoles y se prolongará hasta este domingo 4 de mayo y en ella se puede realizar una vuelta al mundo que comienza en Fuengirola y visita 33 países en solo unas horas. Cada país ocupa una de las casetas de obra que componen el ferial y que han sido especialmente decoradas para la ocasión.
Llama por ejemplo la atención el inmenso mural de Mafalda que decora la caseta de Argentina; el famoso graffitti del muro de Berlín 'Beso de Hermanos', reproducido para esta ocasión en la caseta de Alemania, los personajes de cómic que franquean la entrada a la caseta de Bélgica o el inmenso cocodrilo que decora el interior de la caseta de Australia, entre otros muchos ejemplos.
«Hemos tenido mucha suerte, hemos conseguido una mesa a la sombra en Cuba y aunque allí no ponen comida, solo bebidas típicas, como Mojitos, hemos comprado la comida en Hawai y en España, que estaban muy cerca y hemos comido allí», explica Ángeles una de las visitantes que recorre los pasillos del ferial.
Su experiencia resume de alguna forma uno de los grandes atractivos de este evento, la posibilidad de degustar la gastronomía típica de muchos rincones del mundo. Aquí la paella y la sangría española compiten con el poke, las patatas fritas belgas, las salchichas alemanas o la pastela moruna.
Otro atractivo es la música. Desde los ritmos latinos que se imponen en casetas como la de Puerto Rico o Colombia al folklore que se puede encontrar en casetas como la de Chile, donde una pareja, pañuelo en mano, baila una cueca y muestra a un público entregado que el coqueteo y el filtreo tienen sus propios pasos de baile.
Y si todo esto no es suficiente motivación, en el ferial también se recibe con los brazos abiertos a todo aquel que quiera refrescarse la garganta. Y sino que se lo digan a los holandeses que este año han montado una bicicleta de cerveza, donde varias personas se sientan en torno a una barra y pueden beber cerveza sin parar mientras recorren el recinto.
Los más pequeños tienen también sus espacios en este feria. Para empezar se han montado varias atracciones a la entrada el recinto ferial y para seguir es cuestión de ir buscando por las casetas, porque todas tienen algo que seguro les llamará la atención, aunque es probable que la palma se la lleve el pueblo pitufo que decora parte del interior de la caseta de Bélgica.
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