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El castillo El Bil Bil, emblema de Benalmádena, cerrará sus puertas con el final del verano, seguramente el 30 de septiembre, para encarar una nueva ... etapa de su vida cuando está cerca de cumplirse un siglo desde que se proyectó. El Ayuntamiento acaba de sacar a licitación las obras para la modernización y adaptación a las nuevas necesidades de este edificio, que principalmente tiene una función cultural y turística, aunque allí se celebran también numerosas bodas civiles.
Las empresas interesadas en esta obra tendrán hasta el 17 de junio para presentar sus ofertas y a continuación se adjudicarán los trabajos, aunque no se prevé que comiencen hasta el mes de octubre, una vez pasada la temporada alta turística. En total está prevista una inversión de 827.096,15 euros, financiados en gran medida con una subvención del Plan de Sostenibilidad Turística en Destino, dependiente del Gobierno central (654.000 euros) y el resto con fondos propios del Ayuntamiento.
En concreto se llevará a cabo el acondicionamiento de la cubierta, la reparación de fachadas y otros elementos, la sustitución del lucernario actual por uno con un diseño más contemporáneo y mejores prestaciones, así como una restauración de la carpintería y las rejas de protección.
Se mejorará la eficiencia energética, se adaptará una zona para alojar allí la oficina de información turística y otra para poder realizar actividades gastronómicas. El concejal de Obras, José Luis Bergillos, recordó que existen tres baños, dos salas, un almacén y un garaje, «todo ello en desuso por falta de mantenimiento y acondicionamiento». Algo que con esta intervención, para la que se prevé una duración de seis meses, se pretende revocar.
«Este proyecto busca, no solo mejorar su acondicionamiento térmico y la eficiencia energética, sino también realzar su carácter emblemático, tan característico, que lo han convertido en un referente de nuestro municipio», aseguró por su parte el alcalde, Juan Antonio Lara, quien insistió en el objetivo de «ofrecer una imagen moderna y funcional que refleje el carácter natural, contemporáneo y acogedor que tiene Benalmádena y su costa».
La historia de este edificio se remonta a 1927, cuando la familia Hermann, de origen hispano-francés, solicitó al arquitecto Enrique Atencia la construcción de una casa de verano en ese punto de la costa de Benalmádena, que evidentemente nada tenía que ver con la que es ahora. Atencia, influenciado por la arquitectura de inspiración islámica, de moda en Europa en aquellos momentos, realizó este peculiar proyecto. Para ello contó con la colaboración de su amigo Antonio Santiesteban, conocido restaurador de la Alhambra de Granada.
Los primeros propietarios nunca pudieron residir allí porque estalló la Guerra Civil, abandonaron el país y lo pusieron en venta. Lo compró una familia americana, los Schestrom, que durante 30 años lo utilizaron como vivienda particular. Se cree que el actual nombre viene de esa época, propiciado por las iniciales de sus propietarios, la esposa Elsa 'El', el esposo William (nombre familiar, Bil) y del hijo de ambos también William: El Bil-Bil
A finales de los años 70 fue vendido a un belga llamado Gerard Saintmoux. Durante este periodo el edificio sufrió un total abandono y el consiguiente deterioro, acelerado por su proximidad al mar. La idea era demolerlo y construir allí un complejo turístico, pero esa idea chocó de frente con el pueblo, que no quería perder ese patrimonio. A comienzos de los años 80, siendo alcalde Enrique Bolín, el Ayuntamiento de Benalmádena compró el edificio. En aquel momento llevó a cabo una primera intervención en el mismo, en 1994 se hizo otra importante rehabilitación y ahora, en 2025 se afrontará una tercera.
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