

Secciones
Servicios
Destacamos
Una mano colocada en posición lateral, a conciencia; líneas que tienen forma de abanico; impresiones sobre la pared, con los dedos, aprovechando que la roca está blanda, húmeda... son ejemplos de los 9 restos localizados en la Cueva del Tesoro, marcas realizadas por los neandertales que buscaron refugio en estas cavernas. Es un un momento en el que, prácticamente, la vida era inviable, por el frío extremo, en gran parte de Europa y, en la costa malagueña, la temperatura era más llevadera. Es el hallazgo que ha dado a conocer Pedro Cantalejo, el investigador que, desde hace más de 40 años, escudriña el subsuelo de El Cantal, lleno de oquedades, hasta 44, como se ha podido determinar. «Son las huellas humanas más antiguas del Mediterráneo», ha explicado durante una rueda de prensa, que el alcalde rinconero, Francisco Salado, ha calificado como «muy importante para la comunidad científica de todo el mundo».
Y es que, con la certeza de que estas señales no son fruto de la casualidad, comienzan nuevas dudas que darán lugar a más investigaciones e hipótesis. El quid de la cuestión es que, mientras que con otros descubrimientos, es sencillo apuntar a representaciones del arte rupestre del Paleolítico, con las nuevas señales localizadas, que parecen decir «yo estuve aquí», queda claro que no hay intención de «decorar» y más bien, tienen por objetivo indicar que se trata de un lugar que hay sido explorado. De hecho, no son lugares de paso, estas evidencias están en puntos que se encuentran por debajo de la zona de los pozos de entrada a las cavidades. También llaman la atención aspectos como que, en algunos casos, son manos infantiles o adolescentes, con lo que indica la participación de estos individuos de menor edad, en estas exploraciones, de las que hay evidencias de, al menos, 8, o que, en el transcurso de una de ellas, para dejar la marca en la pared, el autor o autora tuviera que encaramarse en la roca y salvar una importante altura.
El análisis en profundidad de este descubrimiento es el cometido el equipo de investigación que está siendo coordinado por el equipo malagueño dedicado al estudio de las sociedades paleolíticas de la región geohistórica del Estrecho de Gibraltar conformado por María del Mar Espejo, Luis-Efrén Fernández, José Ramos, Cristina Liñán, Yolanda del Rosal, Hipólito Collado, José Antonio Molina, Antonio Aranda y Pedro Cantalejo, entre otros.
Continuará así una labor que comenzó el pasado mes de octubre, sobre la que el alcalde ha destacado que supone una puesta en valor del conjunto de cuevas de El Cantal «no solo como el reclamo turístico que son, sino como centro de estudios e investigaciones». Por ello, y puesto que, en principio, los trabajos continuarán hasta final de año, el máximo responsable municipal ha anunciado que el proyecto contará con apoyo municipal.
La Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Andalucía autorizó el pasado mes de septiembre las nuevas actividades arqueológicas y estudio de arte rupestre en las dos grandes cavidades naturales de Rincón de la Victoria, que ha supuesto «un cambio fundamental y extraordinario con un salto cualitativo y cuantitativo del valor patrimonial prehistórico de la Cueva del Tesoro, prácticamente desahuciada por la comunidad científica desde los años setenta del siglo pasado», como ha recordado alcalde, convencido de que, en sus palabras, «la adquisición de las grutas por parte del Ayuntamiento para convertirlas en monumento público, ha sido clave para su revaloración«.
Los nuevos hallazgos de Arte Paleolítico en las galerías turísticas de la Cueva del Tesoro incluyen, además de los signos realizados con los dedos, grabados realizados con instrumentos líticos, marcas rojas y trazos negros, a los que hay que sumar impresiones de manos y dedos sobre nueve paredes (por el momento) que durante una parte del Paleolítico estuvieron blandas por razones climáticas más húmedas que en la actualidad. Todos estos espacios que recibieron actividades humanas, se localizan en el tramo medio y final de la gran cavidad, que tiene un recorrido de más de un kilómetro.
En la misma Cueva del Tesoro, en su primera sala, que fue la que recibió el impacto más agresivo de la habilitación como espacio turístico, hace más de 51 años, se han documentado restos de sedimentos arqueológicos estratificados que han podido fecharse a través del Carbono14, otorgando una muy larga ocupación de esta cavidad por parte de los últimos Neandertales y de los primeros Homo sapiens (una serie de ocupaciones humanas situadas cronológicamente entre 44.100 y 6.900 años antes del presente).
Entre los restos arqueológicos de la primera sala, destacan dos concheros con cientos de ejemplares de moluscos, crustáceos y peces que están siendo estudiados, dado que proceden de restos de comidas con una antigüedad mínima de 14.000 años. Asimismo, desde el interior de esa misma sala de acceso a la cavidad, se han documentado restos de un pozo de entrada que conserva el tapón de escombros original, donde se han obtenido fecha calibradas del Neolítico y Paleolítico superior (sigue pendiente de excavación la mayor parte de los sedimentos).
En la Cueva de la Victoria se ha avanzado en el estudio del Arte Paleolítico, obteniendo tres fechas claves a través del método de Uranio/Thorio que analiza las pátinas calcáreas que cubren algunas zonas de las pinturas rojas. La primera fecha otorga una edad mínima de 13.900 años antes de nuestra era a una de estas creaciones (Paleolítico superior Magdaleniense). La segunda es de 26.800 años antes del presente a una de las pinturas rojas (Paleolítico superior Gravetiense), y la tercera fecha otorga una edad mínima de 34.000 a una de las pinturas rojas (Paleolítico superior Auriñaciense).
En el sondeo arqueológico que se realiza en la sala de las Conchas, bajo el pozo grande de la Cueva de la Victoria, se ha documentado y fechado, además de los periodos anteriores, una fase de tránsito, vinculada al periodo de cambio climático entre el Paleolítico superior (más frío) y el Neolítico (clima Mediterráneo actual). Esta época, conocida como Epipaleolítico, es de gran importancia para el conocimiento de estas poblaciones que asistieron al último gran cambio climático del Hemisferio Norte. Las excavaciones arqueológicas han tenido que suspenderse en febrero, tras las lluvias que han producido encharcamientos en la zona arqueológica. Se espera retomar durante las próximas semanas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.