Las ocho estaciones de la batalla de los Presupuestos andaluces
No habrá acuerdo bilateral y la disputa política más importante del año se dirimirá en el Parlamento
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La propuesta de Juan Espadas
El comienzo fue un ofrecimiento del secretario general socialista, Juan Espadas, para respaldar los Presupuestos de la Junta. Parecía una opción arriesgada, pero los beneficios ... eran mucho: devolver el protagonismo a su partido, el primer grupo parlamentario de la Cámara, al restarle influencia a Vox; demostrar que su llegada al liderazgo del PSOE de Andalucía inauguraba una nueva etapa política alejada del trauma de haber perdido la Junta después de 37 años, y obtener un tiempo imprescindible para afianzar su proyecto y ganar visibilidad en las provincias orientales de la Comunidad, donde su nivel de conocimiento entre la población no alcanza los mínimos necesarios para afrontar con algo de garantías unas elecciones autonómicas.
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La reacción del presidente
El presidente de la Junta, Juanma Moreno, reaccionó convocando a los cinco grupos parlamentarios, del Gobierno y de la oposición, en un plano de igualdad que los situaba a todos en el mismo nivel y que daba forma al discurso que el Ejecutivo comenzó a construir desde el mismo momento en que su socio parlamentario de Vox anunció con solemnidad que no volvería a respaldar los Presupuestos: las cuentas del año próximo serán tan extraordinarias -por el ejercicio en el que se ejecutarán y por su montante excepcionalmente expansivo- que nadie tendrá motivos para votarlas en contra. El presidente recibió en San Telmo a todos los grupos el 1 de octubre y dos semanas después el consejero de Hacienda, Juan Bravo, inició contactos de carácter técnico. En ambas reuniones, los socialistas presentaron propuestas sobre puntos que aspiraban a incluir en las cuentas.
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Intercambio de reproches
La situación se convirtió a partir de ese momento en un intercambio de reproches que parecían colocar la negociación en un empate perpetuo. Los socialistas acusaban al presidente de no tener interés en alcanzar un acuerdo; desde el Gobierno se instaba a Juan Espadas a pactar los Presupuestos y a vencer presuntas presiones internas de su partido. Cada uno atribuía al contrario falta de voluntad de diálogo y quienes observaban la situación desde la distancia creían estar asistiendo a un cuadro de esquizofrenia, como si uno de los actores, o ambos, interpretaran una realidad diferente a la que realmente estaba sucediendo. O como si cada uno lanzara la recriminación de falta de voluntad frente a un espejo en el que la imagen que aparecía reflejada era la de su adversario.
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Irrupción de los secundarios
En los días previos a la celebración del debate del Estado de la Comunidad, la estrategia de presentarse cada uno como el adalid del acuerdo saltó por los aires. Y no por responsabilidad de los actores principales, sino de los secundarios. Primero fue el secretario de Política Institucional de la Ejecutiva Federal del PSOE, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, quien advirtió de que no habría apoyo socialista a los Presupuestos si no se renovaba el contrato a los 8.000 sanitarios cuya salida había sido anunciada por la Junta. Espadas intentó recomponer la situación y aseguró que esperaba un gesto del presidente en el debate, que se celebraría al día siguiente. El vicepresidente, Juan Marín, le respondió con cajas destempladas: “Va a seguir esperando”, dijo.
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Debate del Estado de la Comunidad
La primera jornada del debate sobre el Estado de la Comunidad puso en evidencia que la negociación estaba muerta antes de empezar. La portavoz socialista, Ángeles Férriz, hizo una intervención inusualmente dura y Juanma Moreno, pese a no subir el tono, tampoco dio las señales que los socialistas esperaban. Eso sí, el diálogo de sordos sobre de quién era la responsabilidad por la falta de acuerdo se mantuvo invariable.
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Más tiempo para dialogar
Todo cambió en la segunda jornada. Las resoluciones que debían debatirse en el pleno dieron lugar a que el PP y Ciudadanos aprobaran diez propuestas presentadas por el PSOE y vinculadas a los Presupuestos. Espadas aceptó ese gesto como lo que esperaba para iniciar el diálogo y puso otro plazo como límite para alcanzar un acuerdo: el 18 de noviembre. ¿Por qué esa fecha? Hasta ese día pueden presentarse enmiendas a la totalidad del documento, que el Consejo de Gobierno aprobará en su sesión del próximo miércoles.
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La foto imposible
Espadas aspiraba a un acuerdo entre el presidente y el Grupo Socialista previo a la aprobación del proyecto por el Gobierno. Pero era una concesión muy difícil de asumir por Juanma Moreno. Hubiese supuesto un desaire del Partido Popular no sólo a Vox, su hasta ahora socio parlamentario, sino también a Ciudadanos, su socio de Gobierno. El líder socialista fue claro en la entrevista que concedió el jueves al programa La Alameda, que producen 101TV y SUR y dirige Manolo Castillo: “La posición del vicepresidente no me importa”. Aseguró también que no tiene ningún interés en aparecer retratado con Moreno. Pero más allá de que hubiese foto o no, la firma de un acuerdo del presidente de la Junta y el jefe de la oposición antes de que el documento pasara por el Consejo de Gobierno, como pretendía Espadas, se demostró imposible.
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Negociación parlamentaria
La negociación de los Presupuestos está ahora en el sitio donde quería Juanma Moreno: en el Parlamento y con todos los grupos en pie de igualdad. Las matemáticas indican que el Gobierno tendrá dos opciones para poder superar una enmienda a la totalidad y conseguir que las cuentas inicien su trámite parlamentario: el voto a favor de Vox o al menos una abstención del PSOE. A estas alturas, lo primero parece improbable. Lo segundo está más cerca hoy que hace tres días.
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