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Dispuesto a acabar con uno de los pocos focos que aún se le resistían dentro del PSOE, Pedro Sánchez pensó en su momento que la persona capaz de aglutinar los apoyos necesarios para desplazar a Susana Díaz de la Secretaría General del PSOE de Andalucía ... era el entonces alcalde de Sevilla, Juan Espadas.
Existen dos versiones acerca del origen de esa candidatura. Una dice que fue Sánchez quien la propuso; la otra, que fue Espadas el que se ofreció. Los cierto es que el candidato asumió el desafío y logró el objetivo. Con una larga trayectoria de gestión a sus espaldas en distintos puestos de responsabilidad en la Junta, el nuevo líder del socialismo andaluz había enseñado en sus años de política municipal dos virtudes que resultarían imprescindibles para afrontar lo que vendría: capacidad para construir consensos y perseverancia.
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La primera la exhibió al conseguir tejer las alianzas internas necesarias para derrotar a Díaz en unas primarias que partieron por la mitad al socialismo andaluz, pero no a la hora de unir al partido una vez superada esa etapa. Este martes, depositó gran parte de la responsabilidad en la candidata derrotada, cabeza de lo que definió como «un proyecto personal».
La segunda la demostró incluso por encima de la paciencia de sus compañeros. Hasta última hora, cuando la mayoría del partido había perdido toda la confianza en sus posibilidades como candidato, él seguía creyendo que tenía las armas y los recursos para conseguir lo que los demás consideraban imposible: recuperar la Junta de Andalucía para el socialismo derrotando en las urnas a Juanma Moreno.
Sin embargo, su limitada trayectoria como secretario general del PSOE-A, cargo para el que fue elegido en el congreso celebrado en Torremolinos en noviembre de 2021, no le avalaba. Tal y como reconoció en su intervención de despedida, Espadas consiguió algunos de sus objetivos internos -el principal era volver a alinear al PSOE de Andalucía con la dirección federal- pero no los electorales.
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En el verano siguiente a su elección como secretario general, cuando apenas llevaba ocho meses al frente del partido y poco más de un año como candidato socialista, fue derrotado estrepitosamente en las elecciones autonómicas de 2022. El PP obtuvo en esa oportunidad la primera mayoría absoluta de la historia de la autonomía andaluza con un discurso y un candidato, Juanma Moreno, que consiguió hacerse con todo la porción del electorado moderado al que Espadas ambiocionaba llegar. El temor a una posible entrada de Vox en el Gobierno, lejos de fortalecer a los socialistas, disparó el apoyo al PP hasta límites inéditos y dejó a los socialistas arrinconados en la izquierda.
Espadas tuvo así que enfrentarse a la contradicción de representar a un partido que había perdido su tradicional posición central en Andalucía cuando su propio perfil político, el de una persona moderada y dialogante, era seguramente la más apropiada para ocuparla.
Preso de esta paradoja, agudizada por el perfil con el que Pedro Sánchez impregnó al PSOE, Espadas no consiguió remontar en las siguientes citas con las urnas. En las municipales de 2023 los socialistas no consiguieron conservar ninguna capital de provincia y sólo dos de las ocho diputaciones. Prácticamente todo el poder territorial se esfumó, con el consiguiente quebranto interno. Las elecciones europeas de 2024 completaron un ciclo electoral desolador para los socialistas.
Las negras perspectivas que auguran las encuestas para un partido desorientado, desanimado, dividido y necesitado de algo que le inocule ilusión acabaron por laminar las perspectivas de Espadas. Pedro Sánchez, así como avaló su llegada, le ha señalado la puerta de salida.
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