Ya no hay vía andaluza
Mirada periférica ·
El Parlamento, convertido en caja de resonancia de la bronca nacional, adelanta el clima de enfrentamiento que vivirá la política autonómica en el año que resta de legislaturaLa retransmisión en directo de los plenos que se celebran en el Parlamento de Andalucía no figura en el top 5 de las emisiones de ... streaming más vistas en la red. Ni el top 10, ni el top 100, ni seguramente tampoco en el top mil. Un buen resumen de las sesiones tampoco debe aparecer en ninguna lista que refleje las principales demandas de la audiencia. Es posible que haya quien vea en ello una suerte, ya que el público puede evitarse asistir a situaciones e intervenciones que muchas veces son bochornosas no sólo en el contenido sino también en la forma, y quien lo vea como preocupante reflejo del desapego ciudadano por la política. Seguramente el desapego aumentaría aún más si mucha gente dedicara su tiempo a observar el desarrollo de los plenos parlamentarios.
Se suele repetir que lo que sucede en el Parlamento no interesa a nadie y muchas veces los políticos se aprovechan de ello para montar numeritos que no serían capaces de protagonizar en transmisiones con audiencia asegurada. Pero esa afirmación sólo puede ser suscrita en parte y dependiendo de qué acepción aplicamos al verbo interesar.
Si se dice en el sentido de que lo que sucede en el Parlamento no despierta interés, es decir, que no genera curiosidad o atención, la afirmación es correcta. Pero si se dice en el sentido de que no tiene importancia, entonces está errada.
Lo que pasa en el Parlamento no es otra cosa que el reflejo más claro de lo que sucede en la vida política, que es tanto como decir en el espacio público que afecta a todos los ciudadanos. Nadie tiene una estrategia en el Parlamento y otra diferente en el resto de los ámbitos donde desarrolla su acción política. La ventaja que tiene el Parlamento es que las estrategias se pueden ver en directo, sin intermediación y sin necesidad de estar dotado de una gran capacidad deductiva para entender qué intención tiene cada uno.
En el pleno de esta semana, se produjo una situación inédita cuando el presidente de la Junta, Juanma Moreno, decidió no acabar su última intervención en la sesión de control porque era continuamente interrumpido desde los escaños socialistas. En concreto, desde el escaño que ocupa la diputada gaditana Rocío Arrabal, designada para la tarea y que obtuvo de esa manera sus quince minutos de fama.
El PSOE-A instaló posteriormente el relato de que el presidente se fue para no responder a sus preguntas, pero en realidad el turno de debate con la portavoz socialista ya había concluido y lo que se interrumpió con la algarada fue la respuesta a la intervención del portavoz del PP, que es la absurda y reglamentaria manera con que se cierran las sesiones de control. El grupo mayoritario controlando al Gobierno.
Con su salida, Moreno evitó que la parlamentaria socialista consiguiera el objetivo de ser expulsada del pleno -lo que perseguía abierta descaradamente- y posiblemente el posterior abandono de la sala de todos los integrantes del Grupo Socialista por segunda vez en lo que va de periodo de sesiones.
Es evidente que el PSOE-A ha decidido replicar en el Parlamento de Andalucía -y por extensión en toda la política andaluza- el clima irrespirable del Congreso de los Diputados. Hace tiempo que el socialismo andaluz perdió su autonomía, pero aún así el talante de Juan Espadas era el único (y tímido) freno a la estrategia del escándalo permanente. La llegada de Montero abrió la puerta a la indisimulada política de la bronca diaria.
También es evidente que a eso ha contribuido decididamente el PP convirtiendo un día sí y otro también a la Cámara andaluza en caja de resonancia de la política nacional.
Y eso será lo que tendremos desde ahora hasta que se celebren elecciones. Bronca en el Parlamento y en toda la política autonómica. La vía andaluza descansa en paz.
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