El estilo Ayuso no contagia
Mirada periférica ·
A pesar de que las circunstancias obligan a endurecer el discurso, el Partido Popular de Andalucía mantiene el objetivo de no incomodar al voto centrista que le dio la mayoría absolutaLa última semana, marcada en todo el país por el caso Leire Díez y por la Conferencia de Presidentes organizada en el momento de máxima ... tensión entre el Gobierno y el Partido Popular, ha puesto en evidencia que la política española ha entrado en una nueva etapa. Un cambio de pantalla, para expresarlo en términos de los aficionados a los videojuegos.
También ha evidenciado que este cambio de escenario no va mover a Juanma Moreno del discurso y el estilo con los que tan bien le ha ido. Ahí están para confirmarlo alguna de las imágenes más significativas de la Conferencia de Presidentes, como la prolongada y afectuosa conversación que mantuvo con el presidente catalán, Salvador Illa, a su llegada a una reunión que iba a estar signada por los desplantes de Isabel Díaz Ayuso.
Habiéndose convertido el encuentro en un duelo de gestos en el que la presidenta madrileña procuraría, como hace siempre, acaparar todo el protagonismo para regocijo de sus fans mediáticos, la conversación cordial entre los presidentes, de signos opuestos, de las dos comunidades más pobladas de España marcó un interesante contrapunto de institucionalidad frente a la 'performance' ayusista, aún en un momento en el que Andalucía y Cataluña mantienen posiciones antagónicas en cuestiones fundamentales.
Habrá quien diga que el episodio chusco de la llamada 'fontanera' del PSOE no fue más que la continuidad del deterioro institucional que se viene padeciendo durante los últimos meses o años, pero en el PP creen que la podredumbre que ha aflorado abre un nuevo escenario que obliga a una respuesta acorde.
Se quiere evitar que la controversia entre la Junta y el Gobierno deteriore la institucionalidad
Así se explica que el Grupo Popular en el Parlamento de Andalucía haya presentado una Proposición No de Ley en la que se pide sin ambages la disolución inmediata de las Cortes y la convocatoria de elecciones, el mismo reclamo que los presidentes del PP llevaron a la conferencia de Barcelona.
La confrontación con el Gobierno central forma parte del día a día de la Junta. La polémica por la financiación, las cesiones a las comunidades con hegemonía nacionalista que evidencian un trato discriminatorio a Andalucía, la falta de inversiones en sectores clave o lo que la Junta entiende que son invasiones de sus competencias suelen determinar el discurso del Ejecutivo andaluz semana tras semana. Sin embargo, desde la Junta, y especialmente por parte de Moreno, se suele ser cuidadoso a la hora de elegir los tonos y las palabras a utilizar en esa confrontación por un doble motivo. Se quiere evitar que la controversia conduzca a un deterioro de la institucionalidad y también se intenta no incomodar a una parte del electorado centrista o incluso progresista que forma parte de la mayoría social que dio la mayoría al PP en Andalucía en junio de 2022.
Esta decisión estratégica -acorde a las posiciones que el presidente ha mantenido desde que entró en política siendo aún muy joven y que supone optar por el pragmatismo frente a la guerra cultural- no sólo ha llevado a que desde Vox se lo acuse de «socialista», sino también a alimentar la idea de que en el PP habitan dos almas, una encarnada por Moreno y la otra, por Isabel Díaz Ayuso.
En esta convivencia de almas opuestas, la posibilidad que planeó durante la semana de que los presidentes del PP boicotearían la conferencia convocada por Sánchez o el lema elegido para la manifestación de este domingo contra el presidente del Gobierno, 'Mafia o democracia', quizás invitaron a algunos a concluir que el alma ayusista se ha acabado imponiendo. Hubo quien vaticinó que el ala moderada del Partido Popular, encarnada en el presidente andaluz, se desvanecería ante el ímpetu de la presidenta de Madrid. Nada de eso ha sucedido.
La moderación no es incompatible con un endurecimiento de la oposición, argumentan en el PP
En el PP sostienen que no ha cambiado la estrategia, sino el escenario. En primer lugar, porque se considera que la situación política nacional ha llegado a un punto que ha causado un impacto en la opinión pública comparable al momento en el que se aprobó la amnistía y que no existe otra opción que situarse en una posición franca de rechazo sin que quepa lugar para la duda. Cualquier otra postura no sería entendida por una opinión pública cada vez más distanciada de Sánchez y dejaría un flanco abierto a la derecha que nadie en el PP, tampoco el presidente de la Junta, tiene intención alguna de ofrecer.
En segundo lugar, porque se ha detectado que desde el apagón hasta ahora la posición demoscópica de Sánchez se ha deteriorado de manera significativa, la grieta que separa al presidente del Gobierno del electorado más templado ha ido en aumento y se está produciendo un crecimiento del apoyo al Partido Popular que también se observa en Andalucía, donde los resultados que se vaticinan se consolidan en márgenes similares a los de la mayoría absoluta de 2022.
El comportamiento impecablemente institucional de Juanma Moreno durante la Conferencia de Presidentes en contraste con el (mal) estilo de la presidenta madrileña antes, durante y después de la reunión ha demostrado que ambas almas aún conviven, y que un posible abandono de la moderación, por más dura que se vuelva la confrontación con Pedro Sánchez, no entra ni remotamente en los planes de líder andaluz. Su postura, además, es mayoritaria en el partido según se deduce de la soledad en la que quedó la presidenta madrileña con un comportamiento que tanto parece entusiasmar a los medios de Madrid, incapaces de entender que el conjunto del país no respira el aire tóxico que genera el microclima político de la capital.
«No soy ayusólogo» dijo Moreno a los periodistas que le preguntaron sobre el comportamiento de su compañera. Tampoco ayusista.
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