David Moreno: «En los primeros seis meses apenas hay diferencias en tener puesta una o dos dosis de la vacuna»
Considera factible alcanzar la inmunidad de grupo en verano, rechaza vacunar por profesiones y achaca el lento ritmo en Málaga a la edad de su población
Se sintió entre «abrumado» y halagado cuando le propusieron dirigir el plan de vacunación contra el coronavirus en Andalucía, un reto titánico que afronta robando ... horas al sueño. El pediatra malagueño David Moreno, en cuyas manos está la ansiada inmunidad de grupo, insiste en que todas las vacunas «son igual de eficaces» para prevenir la gravedad de la infección, resta importancia a los cambios de criterio en las estrategias europeas y despeja los fantasmas de los efectos secundarios: «Muere más gente por Covid que por cualquier posible riesgo».
–¿Cómo se organiza un plan de vacunación cuando se producen cambios de criterio casi cada semana?
–Resulta caótico, pero quienes llevamos muchos años trabajando con vacunas sabíamos que iba a ser así. Ya lo advertimos. Solemos decir que la estrategia de vacunación es un documento vivo, en continuo cambio. En regiones pequeñas como Cantabria o Asturias los problemas son más fáciles de solventar, pero Andalucía es tan grande y dispersa que todo se complica. Lo llevamos con estrés, porque hay semanas en las que damos una información los lunes y todo cambia dos días después. Pero estamos dedicados en cuerpo y alma y creo que los profesionales lo entienden. Aún quedan muchos cambios por llegar.
–La logística que requieren las vacunas tampoco parece sencilla de gestionar, con dos dosis, condiciones de temperatura específicas...
–Cada vacuna que llega tiene sus propias peculiaridades. Y en los próximos meses vendrán más vacunas, de modo que la complejidad aumentará.
–¿Es partidario de espaciar las dos dosis para proteger con al menos una dosis a un mayor porcentaje de población?
–Estoy convencido de que es necesario. Es más importante tener un amplio número de personas vacunadas con una sola dosis que un pequeño porcentaje con dos.
–¿Pero una sola dosis ya ofrece una protección que podemos considerar razonable?
–E incluso idéntica a la que ofrecen las dos dosis, al menos durante los primeros meses. En los primeros seis meses apenas hay diferencia entre quien tiene una dosis y quien tiene dos dosis. Para lo que necesitamos ahora, que es llegar al verano con más personas inmunizadas, era importante tener vacunadas a más personas con una sola dosis.
–El principal problema de la campaña es la escasez de vacunas. ¿Es partidario de que Andalucía negocie por su cuenta con farmacéuticas para comprar más dosis?
–Ahora mismo no. En los próximos meses llegará una cantidad importante de dosis. Habrá que estar atentos, pero Sanidad se ha comprometido a que tendremos medio millón de dosis semanales e incluso más desde finales de mayo. En verano habrá vacunas de dos laboratorios nuevos, CureVac y Novavax, que pasarán por la Agencia Europea del Medicamento. Todo va a fluir, no como hasta ahora. Otra cosa es que todo se torciera y se viniera abajo. Entonces habría que buscarse la vida, pero ahora mismo no.
–¿Ve factible que alcancemos la inmunidad de grupo en verano?
–Parece que ya va tomando forma. Ahora sí. Hace uno o dos meses éramos bastante escépticos por los incumplimientos de contratos, pero laboratorios como Pfizer están apostando por Europa y detectamos un cambio de tendencia. Vemos que esto va para arriba. De AstraZeneca y Moderna nos llegan cantidades casi ridículas, pero con la llegada de nuevas vacunas como Janssen y el aumento de dosis de Pfizer podremos alcanzar los objetivos marcados en verano.
–¿Pero en qué mes?
–Es difícil de calcular porque aún no sabemos cuántas dosis llegarán de Janssen en junio, por ejemplo. Tampoco sabemos qué va a pasar con AstraZeneca. Tenemos cálculos hechos hasta mayo, pero no más allá. Decir un mes concreto sería jugar a la lotería.
–Pero usted, que es de Málaga, imagino que es consciente de que un mes puede marcar la diferencia entre arruinar el verano o que la economía de toda la provincia tome aire.
–Por eso hemos apostado tanto por una sola dosis, porque sabemos que ganar un mes es vital, aunque a algunas comunidades no les resultaba rentable. Para Andalucía sí lo es.
–¿Y cómo explica que Málaga esté a la cola de Andalucía en el porcentaje de población inmunizada hasta ahora?
–Málaga es una provincia joven, con poco envejecimiento. Las provincias que tienen mayor porcentaje de población vacunada son las más envejecidas, con más personas mayores. Parece que tengamos menos vacunas, pero lo que ocurre es que afortunadamente tenemos menos personas que vacunar de estos primeros grupos de riesgo. También hay más población flotante, residentes extranjeros, población no empadronada... Eso provoca que el acceso a la vacuna sea más complicado. No es fácil localizarlos e incluirlos en las bases de datos.
–¿Pero no considera un agravio que, si continúa este ritmo, Málaga vaya a ser la penúltima provincia de la región que alcance la inmunidad de grupo?
–Creo que es una tendencia que se invertirá. Cuando comencemos a vacunar a gente joven, habrá muchas más dosis en Málaga que en otras provincias. Es algo que se regularizará, pero hasta el momento es normal que haya habido dos velocidades.
–¿Es partidario de continuar la vacunación por grupos de edad o prefiere mantener criterios sectoriales en función, por ejemplo, de la profesión?
–La vacunación por sectores o profesiones puede parecer interesante, pero en una campaña urgente como ésta, a la carrera, resulta muy difícil. Y lo hemos constatado: vacunamos mucho más rápido, con más eficiencia, cuando vacunamos por edad que cuando tenemos que seleccionar a los vacunados uno a uno. Hay miles de matices en los que perdemos mucho tiempo, como si hay que vacunar a los trabajadores de la educación no reglada o sólo de la reglada. Todos esos debates son tiempo que perdemos. Y tiene un elevado coste en materia de tensión social que pueda haber errores y vacunemos a quien no se debería. Soy un convencido, después de estos primeros meses, de que deberíamos haber hecho lo mismo que los ingleses, mucho más pragmáticos: vacunar por edad. Sólo hicieron una excepción con patologías de muy alto riesgo.
–¿Y qué ocurre con las personas que tienen factores de riesgo no tan elevados como los inmunodeprimidos pero que los hacen más vulnerables al virus, como la diabetes, la hipertensión, el asma o la obesidad?
–Un alto porcentaje de esas personas son mayores. Localizar a todos los hipertensos, por ejemplo, es muy complicado: te enfrentas a dificultades como los registros de la sanidad privada, que no están tan bien hechos como en la Seguridad Social, o encontrar a quienes no van al médico. Es mucho más rápido vacunar por edad, porque además es el principal factor de riesgo. Una persona de 70 años probablemente tenga más riesgos que un diabético de 30. Por eso apostamos por vacunar por edades.
–¿Tiene datos actualizados del número de personas que han rechazado vacunarse? Con la polémica por AstraZeneca llegó a superar el 20 por ciento.
–Ha bajado ligeramente, hasta el 15 por ciento de las personas a quienes llamamos. Pero no siempre rechazan la vacuna, a veces simplemente dudan o prefieren consultarlo antes con su médico. Pero estamos en una vorágine que no nos permite decir: «No se preocupe, le llamamos dentro de tres días».
–Es importante no perder ese tren.
–Efectivamente. Se podrá recuperar la cita algún día, no es que estemos castigando a quienes rechazan la vacunación, pero hay muchas personas a quienes llamar.
–Tampoco parece justo que alguien que rechaza una vacuna vuelva a recibir una llamada antes de que los centros de salud contacten con el resto de personas que quieren vacunarse, al menos de su grupo de edad.
–Estoy de acuerdo. Por ejemplo, ahora estamos llamando a personas de entre 60 y 65 años para administrar la vacuna de AstraZeneca. Me consta que sólo se vuelve a llamar a quienes la han rechazado cuando ya se ha agotado la agenda. Y en esos casos incluso llama un sanitario, en lugar de un administrativo, para solventar posibles dudas. Sabemos que muchas veces se recupera a esas personas que inicialmente han dicho que no.
–¿El rechazo es general hacia todas las vacunas o sólo se produce con AstraZeneca?
–Entre personas de más de 70 años apenas estamos encontrando rechazo. Creemos que es porque les corresponde Pfizer, pero también por la edad; saben que tienen más riesgo.
–Casi todos los pacientes mayores de 80 años hospitalizados en esta cuarta ola decidieron no ponerse la vacuna. Es sintomático de que funciona.
–Efectivamente. Está funcionando incluso entre quienes creíamos que responderían peor. Ya estamos viendo los resultados. La efectividad es buenísima. Y si la vacuna está funcionando bien entre personas tan vulnerables, entre personas con un sistema inmune más potente va a funcionar de forma impresionante. Funcionan mejor de lo que al principio pensábamos.
–¿Hay vacunas mejores, más eficaces, que otras?
–Para prevenir la gravedad de la enfermedad no. Todas las vacunas están demostrando ser igual de eficaces, por encima del 90 por ciento, cuando se trata de evitar que quien se contagia acabe en el hospital. Cuando leemos que una vacuna tiene un 60 o un 70 por ciento de eficacia, ese porcentaje se refiere a todo tipo de coronavirus. Pero ahora mismo nos da igual que la vacuna prevenga o no un Covid leve, lo que queremos es que prevengan la gravedad. Y en ese sentido todas las vacunas están siendo igual de eficaces. Eso deberíamos saberlo todos, aunque escuchemos que varían los porcentajes de eficacia de unas vacunas y otras.
–Si hubiera podido elegir, ¿qué vacuna habría preferido ponerse?
–Me hubiera puesto cualquiera, se lo digo de verdad. Son igual de eficaces y seguras. Leo y estudio mucho y todas las vacunas tienen puntos positivos que otras no tienen: una es más eficaz contra la variante británica, otra ofrece una inmunidad más prolongada en el tiempo... Al final todas tienen sus beneficios.
–¿Pero entiende la desconfianza generada? Esta semana se ha publicado que la autopsia finalmente vincula la muerte de la profesora de Marbella con la vacuna de AstraZeneca.
–Son casos cercanos, de aquí, y entiendo que llamen la atención. Pero ocurren cosas así a diario con medicamentos, contrastes, pruebas, cirugías... Y eso no se publicita. El nivel de exposición de todo lo que sucede con las vacunas es tan alto que parece que los riesgos son más importantes que los beneficios, pero son cosas que ocurren a diario en hospitales y centros de salud. No viviríamos si se publicara cada efecto secundario. Debemos relajarnos. Evidentemente, lo sentimos mucho por las personas a quienes les ocurre y sus familias, pero es algo que va ligado a la historia de la medicina.
–Por no matar al mensajero, la gente tiene el derecho a saber qué ocurre con vacunas tan nuevas, recién aprobadas...
–Sí, claro, pero debemos entender que lo importante ahora es salir de la pandemia y que muere más gente por coronavirus que por cualquier riesgo de la vacuna... Las vacunas son la puerta de salida de la pandemia. Es el mensaje que tiene que prevalecer.
–¿Qué papel debe jugar la sanidad privada en la vacunación?
–Ahora mismo no hace falta que juegue ningún papel. La red de profesionales de nuestra sanidad pública es infinitamente más potente para una campaña masiva como ésta que la que tiene la red privada. Cuando lleguen muchas dosis en verano, y hablamos de 600.000 y 700.000 dosis semanales en Andalucía, quizá sea conveniente que se involucre en la vacunación. Pero todo deberá estar muy bien engranado, controlado por la sanidad pública.
–¿Es partidario de liberar o suspender las patentes de las vacunas?
–Es un tema delicado. En una pandemia, es fácil decir que se liberen las patentes... pero hay que saber que estas vacunas no pueden fabricarse en un laboratorio normal y corriente. Requieren un nivel de bioseguridad que muy pocas fábricas tienen en el mundo y que no se crea de un día para otro. Y las vacunas deben administrarse con la seguridad que exige la Agencia Europea del Medicamento.
–Pero lo contrario convierte la solución a la pandemia en un negocio, al fin y al cabo.
–Lo entiendo, y a veces ocurren episodios desagradables. La Unión Europea está pensando en denunciar a AstraZeneca por incumplimientos de contrato y vender dosis a países que no debería... No es un asunto sencillo de gestionar.
–¿Algún día veremos vacunas contra el coronavirus en las farmacias?
–Queda mucho tiempo para eso. Ya veremos si hay que poner dosis de refuerzo. Primero hay que vacunar a toda la población lo antes posible.
–¿Cree que seguiremos llevando mascarillas en otoño?
–Las mascarillas han llegado para quedarse. No alcanzaremos la inmunidad total hasta dentro de muchos meses, porque los niños y adolescentes tardarán tiempo en vacunarse. Habrá cambios, una relajación de las medidas, pero no una situación de normalidad. Las mascarillas serán necesarias en centros de salud, hospitales, grandes eventos... Tienen un potencial enorme para prevenir infecciones.
–Dice que las mascarillas han llegado para quedarse: ¿la normalidad como la entendíamos antes de la pandemia se ha ido para no volver?
–Creo que la normalidad llegará en la calle, en las casas, en los colegios... Pero las medidas higiénicas continuarán en los grandes eventos y los centros sanitarios, por ejemplo. Algo quedará de todo esto.
–Personalmente, ¿qué es lo que más echa de menos de esa antigua normalidad?
–Viajar y poder salir y hacer deporte sin mascarilla. Creo que es algo que nos incomoda a todos. Es lo que peor llevo.
–¿Qué se le pasó por el cuerpo cuando le propusieron dirigir la estrategia de vacunación en Andalucía?
–Tuve dos sentimientos: por un lado me sentí abrumado porque Andalucía es tan grande como muchos países y era un reto, pero también me parece un momento histórico y lo que estamos haciendo sirve para salvar vidas. Por suerte me ha pillado en un momento de madurez personal y profesional y, sobre todo, en el que aguanto muchas horas sin dormir.
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