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La presencia de María Jesús Montero no estaba prevista ni programada, pero posiblemente su inesperada asistencia a un acto celebrado este viernes en Málaga funcione como aviso de lo que sucederá a partir de ahora. La nueva líder del PSOE de Andalucía se presentó de ... manera casi improvisada en un acto celebrado en el Andalucía Tech por el que se firmó la cesión de suelo de la Junta para un proyecto tecnológico. Como era de esperar, se llevó buena parte del foco de atención.
Uno de los motivos por los que se eligió a Montero para liderar el socialismo andaluz es que se consideró que era la mejor solución al grave problema de conocimiento y falta de exposición pública que padece su antecesor, aún en ejercicio, Juan Espadas, incapaz de competir en ese terreno con el omnipresente presidente de la Junta, Juanma Moreno.
Horas antes de estrenar su condición de secretaria general del PSOE-A, Montero por la retirada de su rival, Luis Ángel Hierro de la carrera hacia las primarias, comenzó a ejercer.
Este viernes, esgrimiendo su rango institucional, se presentó en el acto en Málaga, en el que la representación del Gobierno, que aporta la mayor parte de los fondos en un proyecto de relieve en el que también participa el Ayuntamiento de Málaga, iba a estar a cargo solamente del ministro de Transformación Digital, Óscar López. Como número dos del Gobierno, Montero ocupa un lugar relevante en el protocolo, aunque salvo que actúe en reemplazo del presidente por ausencia de éste, la primacía sigue correspondiendo al presidente de la Junta, máximo representante del Estado en Andalucía.
En abril del año pasado, con motivo de la disputa en Sevilla de la final de la Copa del Rey de fútbol, la presencia de Montero en representación de Pedro Sánchez causó un conflicto protocolario con la Junta, que entendía que debía ser Moreno y no la vicepresidenta quien se sentara junto a Felipe VI. Finalmente el presidente de la Federación cedió su lugar y ambos dirigentes escoltaron al Rey en el palco y por lo tanto también en las fotos.
Esta vez no hubo conflicto, pero la presencia improvisada de Montero permite adelantar cuál será la dinámica que se verá a partir de ahora; cada vez que la dirigente socialista puede evitar que Moreno monopolice el protagonismo, ahí estará valiéndose de su rango institucional.
La vicepresidenta llegó antes que el presidente de la Junta, a quien su condición de número uno en el protocolo le permite hablar en último lugar, y su presencia funcionó como un imán para los micrófonos de los informadores. En algunos de los informativos del mediodía, su voz y su imagen aparecieron explicando las características y bondades del proyecto.
Pero Montero es también la número dos de un gobierno en dificultades, por lo que las preguntas no tardaron en dirigirse a cuestiones ajenas a Andalucía. En concreto, en esta ocasión el interés estaba centrado en Puigdemont. El problema, para el socialismo andaluz, no es con Montero en ese sentido muy diferente al que tuvo que afrontar Espadas desde el Senado.
El encuentro entre el presidente de la Junta y quien está a punto de convertirse en jefa de la oposición en Andalucía estuvo marcado por la cordialidad. Juanma Moreno, al estrecharle la mano, le hizo una pregunta que resultó imperceptible para los micrófonos y a la que Montero le respondió «Yo ya me caí en la marmita, presidente».
A la hora de su intervención, el presidente de la Junta hizo mención, como acostumbra, a todas las autoridades presentes por estricto orden protocolario. El único detalle, que posiblemente adelante tensiones futuras, es que el adjetivo «estimado», que utilizó para citar a Óscar López, lo omitió al referirse a Montero. Fue la única nota destacada del primer cara a cara que con toda seguridad precederá a muchos más.
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