Ciudadanos vs Ciudadanos
Mirada periférica ·
El intento de boicot a la Ley de Infancia y Adolescencia desnudó el nivel del enfrentamiento interno en la formación naranjaLa consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, lo dijo desde la tribuna con una intencionalidad que no escapó a casi nadie: «Destruir es muy fácil, lo ... difícil es construir y yo he venido para construir, a pesar de las sombras negras y de los obstáculos aparentemente insondables». Fue una intervención de apenas 10 minutos, el pasado miércoles, para cerrar el debate en el que se aprobó la Ley de Infancia y Adolescencia, pero le dio tiempo para lanzar los mensajes de calado interno que se venía guardando desde hacía algunas semanas. «Ha sido una odisea, por momentos surrealista», afirmó. ¿A qué se refería?
En su comparecencia del 7 de julio ante el pleno del Parlamento, el presidente de la Junta, Juanma Moreno, se comprometió a aprobar antes del final del curso varias leyes fundamentales de su agenda reformista. El compromiso incluía la Ley de Infancia, impulsada por una consejera que fue considerada durante meses alternativa a Juan Marín hasta que la presidenta nacional, Inés Arrimadas, se decantara por este último. Desde ese momento, Ruiz optó por abandonar cualquier intención de disputar el poder orgánico y la candidatura naranja a la Junta, pero eso no hizo decaer el enfrentamiento interno.
La ley no era, para la consejera de Igualdad, una cuestión menor. Desde su llegada al Gobierno andaluz la marcó como el principal objetivo de la legislatura y así lo reflejó en su discurso. «Las personas pasarán, nosotros nos iremos, pero éste es nuestro legado», dijo.
El texto tuvo una tramitación singular. Cuando tras ser aprobado en el Consejo de Gobierno, se sometió en el Parlamento a una enmienda a la totalidad presentada por Vox, Ruiz comenzó una labor de hormiga para asegurarse el respaldo de las fuerzas de la oposición. Tuvo una comida con la entonces secretaria general del PSOE, Susana Díaz, y se reunió también con los otros grupos de izquierdas. El objetivo era que la norma, a la que Vox rechaza por considerarla demasiado progresista, saliera adelante.
Pero el partido de Abascal no era el que iba a convertir la tramitación en la odisea por momentos surrealista a la que se referiría Ruiz. El escaso énfasis con el que la portavoz de Ciudadanos en la comisión de Infancia -y ahora portavoz parlamentaria tras la remodelación en la cúpula del grupo-, Teresa Pardo, defendió la ley en la recta final de la tramitación llegó a sorprender a diputados del resto de formaciones, según confesarían después a este periódico. Con el trabajo terminado, la parlamentaria naranja insistía en que no daría tiempo para llevarlo al pleno. El resto de los portavoces no entendía por qué desde Ciudadanos no se defendía una norma impulsada desde una de sus consejerías, ni por qué se pretendía aplazar injustificadamente el debate final.
La semana anterior a la sesión plenaria, cuando la Mesa del Parlamento debía conformar el orden del día, la propuesta de la presidenta, Marta Bosquet, también de Ciudadanos y, al igual que Pardo, del círculo de confianza de Marín, dejaba fuera a la Ley de Infancia. El argumento era que con el debate de dos leyes, la del Suelo y la de Autoridad del Profesorado, no había hueco para una tercera, que debía esperar al siguiente periodo de sesiones pese a que una semana antes el presidente de la Junta había comprometido su aprobación.
Ante este desaire de su propio partido la consejera decidió recabar el apoyo de los parlamentarios del resto de grupos. Les rogó que insistieran para que la ley entrara en el orden del día.
Por eso, no sorprendió que en su discurso Ruiz, agradeciera con especial énfasis a la parlamentaria granadina por el PP Ana Vanessa García, a la secretaria general de esa formación, Dolores López, a la socialista Noemí Cruz, a Jesús Fernández, de Unidas Podemos, e incluso a las diputadas no adscritas y de Vox que no votaron la ley, pero que participaron en la comisión. En esa larga lista de agradecimientos, citó al pasar a Teresa Pardo y se detuvo especialmente en el presidente de la Junta, Juanma Moreno, que asistía a la sesión: «Me siento orgullosa de pertenecer a su gobierno, siempre apoyándome».
¿Qué había sucedido? Cuando la consejera consideró que la decisión de excluir la ley no había sido tomada por la presidenta del Parlamento y compañera de partido, sino por el jefe de ambas, jugó la única carta que le quedaba. Recurrió al presidente de la Junta. Encontró en San Telmo el respaldo que su partido le había escatimado.
En sus agradecimientos, la consejera mencionó uno por uno, a todos los miembros de la Mesa del Parlamento menos a una, la presidenta y compañera suya en Ciudadanos, Marta Bosquet. Tampoco a Juan Marín, aunque una de las frases del discurso mirando en su dirección parecía dirigida a su jefe de filas: «No sabían que yo soy una superviviente».
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