'Castañuelas Rosas', baile para superar la enfermedad
Unas 30 mujeres con enfermedades crónicas o que han padecido cáncer se unen en este nuevo proyecto de Escuela de Flamenco de la Fundación El Pimpi, que las ayuda a reconciliarse con la danza y a superarse
La superación y las ganas de aprender unen a un grupo de unas 30 mujeres, quienes han apostado todo por el baile. La Fundación El ... Pimpi ha puesto en marcha un proyecto con mucho corazón, una Escuela de Flamenco llamada 'Castañuelas Rosas', compuesta por malagueñas que han pasado o padecen cáncer o bien enfermedades crónicas. Con él pretenden ayudar a estas mujeres a encontrar de nuevo actividades con las que reír, pasarlo bien y hacer deporte adaptado, con el fin de que vuelvan a sus casas felices y satisfechas por lo conseguido.
Esta mañana han presentado este proyecto solidario en la Bodega El Pimpi, en el que también participa la empresa Sanamar y el Ayuntamiento de Málaga, además de las entidades de las que proceden estas mujeres: ASAMMA, APAFIMA, AECC, Asociación Párkinson y Asociación Lupus. Allí, en El Palomar, las protagonistas de esta idea han mostrado a un pequeño público compuesto por autoridades y familiares todo lo que han aprendido en estos dos meses de trabajo: cómo hacer sonar sus castañuelas y algunos pasos de flamenco con los que han emocionado.
En este sentido, Alicia Vicario, profesora de danza flamenca y la coordinadora del proyecto, reconoció que el baile y la música son apuestas firmes para salir adelante y sacar fuerzas mientras se pasa por una situación complicada, sobre todo por aquellas enfermedades que aparecen de un día para otro: «Cuando quise llevar a cabo este proyecto pensé en ellas porque cuando a una persona le detectan una enfermedad grave tiene dos caminos: o hundirse o sacar las fuerzas de donde no las hay. Todas las que estamos aquí tenemos esa fuerza y me lo demuestran día a día», relató emocionada esta profesional de la danza, quien confesó que le diagnosticaron fibromialgia hace una década y que desde entonces tuvo que dejar de bailar tanto como antes.
El presidente de la Fundación El Pimpi, Luis Merino, y su gerente, Rocío González, reconocieron con emoción que no eran conscientes de la necesidad que tienen muchas mujeres como ellas de bailar y de cambiar su vida hasta que las conocieron: «Me emocioné viéndoos bailar tan bien. Oír el testimonio de cada una, la que no salía de casa y ha vuelto a hacerlo, la que no hacía chistes y ahora sí...», explicó González sobre las consecuencias de un proyecto que aunque acaba de nacer tiene pensamiento de ir muy lejos.
Estas mujeres, que se reúnen los martes y los jueves en la sede de la Fundación El Pimpi, por la zona de Carranque, reconocen que atreverse a bailar a supuesto un gran cambio en sus vidas: «Tienes que ir superándolo día a día. Es un cambio positivo y aunque hayan sido años duros lo estoy disfrutando a tope», contaba Carmen, una de las mujeres partícipes, quien pasó por un cáncer. Su profesora, Alba Aguilar, es la encargada de enseñarles esos ejercicios prácticos adaptados a sus necesidades y movilidad, lo que facilita que todas las mujeres puedan realizar la clase sin inconvenientes.
A Joaquina Díaz, usuaria de ASAMMA, no le salen las palabras cuando tiene que explicar lo que ha supuesto esta nueva actividad en su vida: «A mí me ha gustado siempre el baile y el cante y la verdad es que me da vida. Estar en la casa con el punto o cualquier otra cosa no me agradaba tanto, no me gustaba estar siempre encerrada, entonces la hora y media que estamos en el baile se me pasa volada. Estoy encantada de estar en este grupo», explicó. Aunque acaban de empezar sus ensayos, tienen previsto realizar pronto una actuación oficial, con sus vestidos para la ocasión y muchas ganas de seguir superándose.
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