Sebastián: un cura con historia

Ahora, a sus 73 años, el padre Sebastián está jubilado a causa de tres hemorragias cerebrales que han mermado sus facultades, pero no su bondad. Mañana domingo recibirá un multitudinario homenaje en el restaurante Las Navas de Puerto de la Torre. La cita es a las dos de la tarde. Casi 300 personas estarán con él y le testimoniarán el afecto que le tienen. Y es que méritos no le faltan a este hombre alto, íntegro y modesto.

Sebastián Díaz nació en Sayalonga el 13 de enero de 1936. Sus primeros años estuvieron marcados por la guerra civil y por las dificultades de la posguerra. Desde muy joven sintió la vocación de ser cura. Ingresó en el Seminario de Málaga, donde ya apuntaba las maneras que desarrollaría a lo largo de su vida. Se ordenó sacerdote el 17 de diciembre de 1960 en el Santuario de la Victoria. En esa fecha era obispo de Málaga Ángel Herrera Oria. Al día siguiente dio su primera misa en la iglesia de su Sayalonga natal.

Con toda la vitalidad de la juventud y las ganas de servir a los fieles, el padre Sebastián comenzó su abnegada trayectoria como sacerdote en Álora, donde fue misionero rural. Subido en una bicicleta, con la sotana remangada para que no se enganchase en los radios de las ruedas, recorría los caminos visitando las escuelas. Luego la bici fue sustituida por una Vespa. «Eran unos tiempos duros, pero muy satisfactorios», recuerda con nostalgia.

Su siguiente destino fue Alhaurín el Grande. Logró restaurar la parroquia y colaboró estrechamente con el médico del pueblo en la visita a los enfermos. «Había bastante trabajo por hacer. Y las necesidades eran amplias. Cumplí con mi obligación de sacerdote», señala con humildad.

Bobadilla-Estación fue su siguiente etapa. Se planteó el reto de crear pozos de agua para abastecer a la población y mejorar la escuela rural. Y lo logró. En una visita que realizó el gobernador civil para ver la escuela que había en esa localidad, cuando el alcalde pedáneo dijo de ir en coche, el padre Sebastián propuso que mejor iban andando. Cuando llegaron al colegio, el gobernador comentó: «Sí que está lejos esto». Respuesta del sacerdote: «Pues este camino es el que hacen los niños a diario». Solución: se construyó una escuela mucho más cerca de las casas de los pequeños.

En Bobadilla-Estación hizo hasta de guardagujas. Había un ferroviario que a veces se tomaba una copa de más. Para que no perdiese su empleo, el sacerdote le sustituía las noches en que el alcohol no le permitía trabajar.

Residencia de ancianos

Una vez asentado en Cuevas de San Marcos, el padre Sebastián se dio cuenta de que el pueblo dependía en exceso del trabajo de la aceituna. Para fomentar el empleo fundó una cooperativa textil, gracias a que obtuvo la cesión del terreno de una mujer adinerada de la localidad. La cooperativa empezó modestamente y llegó a tener hasta 300 empleados. Se pasó de fabricar ropa interior femenina a camisería de lujo. Una parte de esa cooperativa se ha reconvertido en la actualidad en una residencia para personas mayores.

Lo que nunca olvidará el padre Sebastián fue el día en que le salvó la vida a Frasquito, un vecino de Cuevas que sufrió una hemotisis. El sacerdote, en un antiguo Dos Caballos, consiguió atravesar la helada carretera de Las Pedrizas y llevar al paciente al Hospital Civil. «Hice sólo lo que debía», afirma.

Ya en Málaga, a mediados de los años ochenta, se marcó la meta de crear la parroquia de San Francisco Javier, en la zona de Las Chapas, donde se ganó a los feligreses con su trabajo y su talante. Ha casado a infinidad de parejas, ha dado la comunión a muchos niños y sus homilías se caracterizaban por la espontaneidad y cercanía a los fieles.

Además de párroco, fue capellán de los hospitales del Tórax, en Campanillas, y Marítimo de Torremolinos. En este último se hicieron famosas sus misas traducidas para extranjeros. Y es que el padre Sebastián es un cura con historia: una buena historia.