Vuelta de tuerca al cenicero
En su interior, los cigarrillos además de quedar depositados, se apagan de inmediato. Un invento de dos malagueños pretende ser la solución para mantener limpias las calles
TEXTO: LORENA CODES
Miércoles, 12 de marzo 2008, 02:46
LA ya familiar escena del ejecutivo apagando con prisa el cigarrillo de un pisotón a las puertas de la oficina puede pasar al recuerdo. La ... colilla que queda en la parada tras las presurosas caladas antes de subir al autobús, la que espera a ser recogida por los operarios de limpieza en la puerta de los comercios, pueden ser historia.
Cuando Armando Castro, un malagueño de 38 años, sufrió un accidente hace catorce meses, estaba lejos de saber que su desgracia acabaría en una idea de negocio. Su lesión en el hombro le impedía entonces coger el coche para ir a trabajar y se vio obligado a utilizar el transporte público. Sólo así pudo darse cuenta de algo en lo que no había reparado: las calles de Málaga, y en especial, las paradas de autobuses, estaban llenas de colillas.
Si la calle era hasta hace poco el lugar que los fumadores aprovechaban para fumar un pitillo acelerado, con la entrada en vigor de la Ley Antitabaco se ha convertido en el refugio obligatorio. Los que antes fumaban entre gestión y gestión en el trabajo, en la cola del banco o en algún que otro comercio han pasado a ser los usuarios de un espacio reservado para esta actividad: la calle. La mayoría de fumadores desiste de utilizar las papeleras por el riesgo de que se incendien los residuos que éstas contienen.
Visión de negocio
Fue entonces cuando, fruto de la visión de una necesidad, Armando y su socio Juan Carlos Santos idearon una solución que se convertiría poco después en el prototipo con el que pretenden eliminar gran parte de los residuos de las calles: las colillas. «Es la basura permitida de las ciudades, nadie ve mal que se apague un cigarrillo en la calle», comentaba Santos.
Con el nombre de 'Tragacolillas' han bautizado y patentado este invento cuyo mecanismo es tan simple como efectivo. Se trata de un recipiente con un orificio en la parte superior que tiene el tamaño justo para poder introducir una colilla encendida. El interior se basa en un sistema de rampas que hace que la colilla se desplace de forma inmediata al recipiente inferior, donde acabará apagándose por la falta de oxígeno. Uno de ellos puede albergar desde 150 hasta 200 colillas, dependiendo de su tamaño.
Con la patente registrada y el prototipo en las manos, Castro y Santos se dedicaron a realizar estudios de mercado entre sus potenciales clientes. Así, el 95% de los malagueños encuestados en paradas del autobús público reconocieron que estarían dispuestos a utilizar este invento si lo encontraran a mano, y un porcentaje similar añadió que «hace falta», según explicaron los creadores del 'Tragacolillas'. «La verdad es que creo que, más que por civismo, la gente empezaría a utilizar nuestro invento por curiosidad. Se trata de algo novedoso, y la gente querría probar a ver si realmente funciona», comentaba Castro.
De momento, estos dos socios malagueños ya han realizado un pedido de 10.000 unidades que saldrán en poco tiempo a la venta. Su coste estará alrededor de los cuarenta euros, «mucho más baratos que una papelera corriente del mobiliario urbano, que ronda los cien euros», añadía Santos.
Tanto entidades públicas -el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria- como privadas, como Unicaja, han probado el prototipo y «se muestran interesadas en el producto» comentó Castro. «No nos dirigimos sólo al sector público, imagina la mala imagen que da la entrada a un comercio llena de colillas, y el trabajo que te ahorras con un artilugio como éste».
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