El desayuno que triunfa en Marbella: carajillo de whisky japonés y mollete de cerdo ibérico
Jesús Muñoz ha sabido transformar la experiencia cotidiana de desayunar en un ritual con identidad propia
Jesús Muñoz ha estado dedicado a la alta cocina durante muchos años. Ha trabajado con nombres de la talla de Martín Berasategui o Dani García, además de otros grandes de este mundo gastronómico. Pero, cansado de ese ritmo, decidió dar un giro y montar lo que él mismo describe con humildad como «una churrería». A partir de los churros, un producto tan tradicional como en peligro de extinción, construyó una carta sencilla pero cuidada, pensada para poner en valor la materia prima y trabajar con proveedores pequeños, locales y cercanos, a los que conoce personalmente. Con esta mezcla de raíces y autenticidad, Jesús ha convertido La Casita en un verdadero templo donde la sencillez y el sabor son la clave.
En Marbella, donde conviven el lujo internacional y la tradición andaluza, los desayunos también tienen su propio lugar. Ese lugar es La Casita, el proyecto personal de Jesús Muñoz, que ha sabido transformar la experiencia cotidiana de desayunar en un ritual con identidad propia. Molletes y panes con alma local: la sencillez y lo sublime unidos en una carta.
La carta
La carta de panes y molletes de Montejaque de La Casita es un homenaje a la despensa cercana. Lo más demandado, y todo un lujo para los sentidos, es el mollete Noniná: carne macerada, finamente cortada y equilibrada, con huevo y presentado en una cúpula ahumada que le da un sabor único. No es extraño que su terraza esté repleta de clientes a las diez de la mañana. Desde el clásico mollete de jamón ibérico con AOVE y tomate (7,50 euros) hasta el de lomo de presa ibérica (9,50 euros), pasando por versiones más ligeras como el de aguacate con salmón marinado (11 euros), cada bocado está pensado para realzar lo mejor del producto. También hay espacio para panes catetos con mantequilla de oveja y mermelada (4,20 euros) o con tortilla de patatas (4,90 euros), opciones que conquistan tanto al turista curioso como al cliente habitual.
Y aunque el carajillo suele asociarse a sobremesas de bar de pueblo, La Casita ha logrado darle un giro sorprendente. Aquí se puede preparar con whisky japonés Hibiki, una elección que sorprende por su suavidad y notas ahumadas. Lo tienen fuera de carta.
Desayunos completos que rozan la excelencia
Más allá de los molletes, la sección de desayunos de La Casita ofrece propuestas que rozan la alta cocina. El Andalusian Breakfast incluye huevos de campo con ajitos fritos, patatas del terreno y chicharrones de Cádiz sobre pan cateto. Otra opción, el Guiti (11,50 euros), juega con huevos escalfados, aguacate y salmón marinado sobre pan multicereales. Y, para quienes buscan un guiño internacional, está el À la France (16,90 euros), con huevos revueltos, crema agria y caviar. Lo más sorprendente es que te ofrecen un extra de caviar para cualquiera de tus platos de desayuno como opción en carta.
El apartado más goloso tampoco se queda atrás. Desde los churros con chocolate (3 euros) hasta el bol de yogur con frutas y miel de romero, pasando por los crêpes dulces de Nutella, plátano y helado de vainilla, hay opciones para quienes prefieren empezar el día con azúcar y energía. Los batidos naturales completan una carta que piensa en todos los paladares.
Cuando preguntas a Jesús por su plato favorito de la carta, se queda en silencio y no sabe por cuál decidirse: «Depende del momento, para cada temporada tienes un plato».
Lo que hace especial a La Casita no es solo la variedad, sino la coherencia: platos sencillos pero cuidados, con raíces locales y toques creativos, a precios que, en pleno Marbella, resultan casi sorprendentes.
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