«Era muy celoso y no la dejaba en paz»
Las compañeras de trabajo de la joven ecuatoriana asesinada esta semana aseguran que era «la dulzura personificada y tenía un corazón muy grande»
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Jueves, 25 de octubre 2007, 10:37
EL 15 de diciembre Yadira Mireya Pardo Vega iba a ver por fin a su madre enferma en Ecuador. Pero había conseguido reunir antes de ... lo previsto el dinero suficiente para viajar hasta su tierra y adelantó su periplo a noviembre. Hacía siete años que no veía a su familia, los mismos que llevaba trabajando en la residencia de ancianos marbellí El Carmen para poder costear el tratamiento de su progenitora. Sin embargo, su sueño se vio truncado esta semana cuando presuntamente su pareja, de origen rumano, la degolló y huyó a Madrid, donde ayer fue detenido en un autobús con dirección a Rumanía.
Nadie se cree lo sucedido. Al entrar en la residencia, donde la joven se ocupaba desde los 18 años de asistir a los ancianos, impera un silencio que sólo se rompe con los lamentos de sus compañeras. «Era la dulzura personificada, tenía un corazón muy grande», asegura una de las empleadas y amiga de la víctima con la que solía comer a menudo y a la que, al igual que a su círculo más íntimo, había confesado desde hacía cinco meses que pensaba dejar a su compañero sentimental. «Era muy celoso, no la dejaba vivir y siempre la perseguía», afirma otra de las asistentes, que en más de una ocasión le había transmitido el sentir general de su relación con el joven, con el que llevaba aproximadamente tres años. Frío, obsesivo y temperamental son algunos de los adjetivos con los que definen a su presunto asesino que, además, tenía un tatuaje con la facción de Yadira en el brazo derecho, según confirman varias fuentes consultadas.
Llamada
A pesar de que en septiembre la joven abandonó temporalmente su trabajo, puesto que padecía de ciática, seguía quedando a menudo con sus compañeras. Pero de él no sabían nada recientemente, hasta que el pasado domingo hizo una llamada a la residencia y colgó inmediatamente. Un detalle que sorprendió a las empleadas, sobre todo porque Yadira se encontraba en Tarifa, según había comentado ella misma. Por su parte, la dirección de la residencia recauda fondos para sufragar el funeral y la repatriación del cadáver a Ecuador. Una labor que también lleva a cabo la Asociación de Ecuatorianos de San Pedro Alcántara.
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