Simon, una lección de carácter
ANTONIO ROSADO
Sábado, 28 de julio 2012, 03:24
La visita que el cantante Paul Simon realizó a Málaga en la gira de presentación de su disco 'Graceland', de la que celebra en ... estos días el 25 aniversario, dejó una huella entre discreta y agridulce. El músico de Nueva Jersey, que alcanzó su mayor cota de gloria como compositor de un dúo mítico junto a Art Garfunkel (1957-1971), incluyó a Málaga en un recorrido que supuso una lección de ese carácter que le ayudó a renovarse y superar su propio mito.
Ahora que se celebra una fecha señalada como el 25 aniversario de su paso por Málaga, puede decirse que Paul Simon forma parte del libro de visitantes ilustres de la ciudad, como recientemente se ha hecho con los Rolling Stones y su concierto en el Puerto. Simon, todo hay que decirlo, no es Mick Jagger o Keith Richards, ni la ciudad de Málaga lo recibió con el mismo entusiasmo con que lo hizo años después el Patronato de Turismo de la Costa del Sol.
Con estas cartas en su contra y el contexto de la ciudad poco rodada en espectáculos internacionales, Simon salió bastante airoso de su intervención en aquella atípica edición de las Serenatas de la Luna Joven, nombre con el que se conocía del ciclo de conciertos de la ciudad. De Paul Simon cabe recordar que fue una de las primeras referencias internacionales que la agenda malagueña de conciertos. Una estrella que, como los vinos, adquiere, valor con el paso de los años.
El concierto de 1989 no desbordó la taquilla ni la atención informativa del momento, pero la opinión mayoritaria fue que se trataba de una apuesta que elevaba, aunque fuese levemente, la calidad de la oferta artística de Málaga. El espectáculo no provocó una gran movilización popular, pero el desarrollo de los acontecimientos fue suficiente para calmar la inquietud que se había generado alrededor con los otros eventos previstos en el mismo ciclo y que no salieron tan bien parados.
Ese 1989 fue un año confuso por la inexperiencia y las probaturas con las que la ciudad trataba de integrarse en el circuito internacional de conciertos. Algunos lo recuerdan muy bien por la frustración de George Michael y otros nombres como el de la enigmática Grace Jones, además de un pretendido gran evento, el festival Andalucía Abierta, que tuvo que ser suspendido por «problemas de gestión», según difundieron los medios en ese momento.
La cancelación del espectáculo -todo un ensayo del macro festival que la ciudad siembre deseó pero nunca tuvo-, provocó una conmoción que contaminó el año en que Paul Simon visitó Málaga y con el que la ciudad trataba de ganarse un puesto en el circuito internacional.
Al final lo que ha quedado de aquel convulso año es que Paul Simon y su 'Graceland' se manifestaron en la Costa del Sol con un respaldo más que razonable y el prestigio de ambas partes quedó intacto. Habría que añadir que, más allá del respeto que inspira el legendario músico folk, su actuación representó un despliegue sorprendente y por entonces desconocido en estas lides. No se daban aún las condiciones más favorables ni el buen cartel del que hoy disfruta la música étnica, ya un género en sí mismo.
De hecho puede que muchos espectadores no fueran aún conscientes de la magnitud de lo que estaban presenciando mientras esperaban la aparición del cabeza de cartel. Hoy se hubiera valorado de otra manera el relieve de aquellos que desfilaron por el pintoresco escenario como meros teloneros. En este sentido, podía considerarse un hito la participación de Miriam Makeba y Ladysmith Black Mambazo en el proyecto con el que Paul Simon decidió reinventarse y desprenderse de referencias tan sólidas como sus inmortales 'Bridge over troubled water', 'The sounds of silence' o 'Mrs. Robinson'. También, cómo no, todo lo que dejó a su paso y aún palpita en la memoria colectiva, como es el de 'El graduado', la película protagonizada por Dustin Hoffman y Anne Bancrofd a la que Paul y su compañero Art pusieron banda sonora en 1967.
Así que su participación en la gira del disco 'Graceland', lo que Málaga celebra ahora es haber formado parte, aunque en dosis muy pequeñas, de un momento histórico de la música. Ese en el que el compositor norteamericano dio un golpe de efecto para situarse en otra dimensión completamente distinta a la que ocupaba, incluso siendo ésta la de sus años de más éxito.
Fue una muestra de carisma de la que dejó constancia en varios lances, también en algunos detalles que pasaron más desapercibidos a nivel planetario pero no en el momento y el lugar en el que se encontraba en ese momento. Por ejemplo, disfrutando con visible y creíble espontaneidad de la juerga flamenca con la que fue obsequiado tras el concierto., para que jamás olvidara aquella parada en el Mediterráneo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión