El PSOE saca adelante el despido más barato

Así, la posibilidad de que los empresarios puedan despedir trabajadores con una indemnización de 20 días por año de antigüedad con un límite de 12 mensualidades en caso de «pérdidas actuales o previstas» o si existe «disminución persistente de su nivel de ingresos que puedan afectar a su viabilidad o a su capacidad de mantener el volumen de empleo», ha adquirido mayor rango y estabilidad. Hasta ahora, y desde hace dos meses, el abaratamiento del despido y el resto de los cambios recogidos por la reforma de José Luis Rodríguez Zapatero se aplicaban por decreto. Los socialistas consiguieron retirar la casi totalidad de las variaciones admitidas en el Senado. Cayó la enmienda de los nacionalistas, sobre el absentismo, que facilitaba el despido por ausencia reiterada del puesto de trabajo. Igualmente, en la Cámara Baja ha desaparecido el requisito de que para que un trabajador con contrato de obra y servicio pase a ser fijo debería llevar tres años en un puesto determinado. Bastará con que desempeñe su tarea en la misma empresa.

Una de las modificaciones introducida en el Senado que más polémica levantó fue la sustitución de una coma en el enunciado de las causas económicas del despido objetivo por un «punto y coma». La variación la propuso y defendió Convergencia i Unió con el argumento de que situar este signo ortográfico («existencia de pérdidas actuales o previstas; o la diminución persistente.») permitía concretar el motivo de la expulsión de los trabajadores. El PSOE consideró que la propuesta ampliaba la posibilidad de los despidos y optó por recuperar el texto anterior.

El Bloque Nacionalista Galego (BNG) tuvo suerte. Consiguió sacar adelante que el cobro de la prestación de paro en el contrato parcial se calcule en función de las horas trabajadas. Este fue, junto a la disminución a 30 días del periodo de que dispone un parado para rechazar un plan de formación, una de las pocas variaciones experimentadas por la reforma después de su aprobación inicial en el Congreso.

«Receta mágica»

De los 11 portavoces que subieron a la tribuna, tan solo el socialista Jesús Membrado, valoró el proyecto. «Lo que ocurre es que no es una receta mágica», matizó, para justificar su aislamiento. Los restantes coincidieron, por motivos diversos, en que los cambios no son los necesarios. Entre los partidos que argumentaron que la reforma se queda corta y llega tarde figuran Coalición Canaria, CiU, Unión del Pueblo Navarro y Partido Nacionalista Vasco.

En el extremo contrario, los portavoces de Izquierda Unida, Ezquerra Republicana de Catalunya, BNG y Unión de Progreso y Democracia denunciaron el recorte que la aplicación de la ley supondrá para los derechos de los trabajadores. Joan Tardá (ERC) lanzó un llamamiento a la sociedad para secundar la huelga del 29-S.

El PP se situó junto a los grupos que consideran la reforma insuficiente. Lamentó que el proyecto haya «terminado como empezó: en la más absoluta soledad de los socialistas». A su juicio, esa situación del PSOE obedece a un camino emprendido hace tiempo, una trayectoria llena de «mentiras» que se inició con la negación de la crisis.

La reforma laboral ha pasado en tres meses de ser un decreto a alcanzar rango de ley. Sus puntos fuertes afectan sobre todo al despido objetivo y han sido la gota que, a juicio de CC OO y UGT, han colmado el vaso para convocar una huelga general.