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La enfermedad del 'hombre torcido'

El chikungunya da el salto a América Central desde África y desata el pavor entre las autoridades sanitarias

Daniel Roldán

Lunes, 24 de agosto 2015, 18:53

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El 'hombre torcido' ha dado un salto sorprendente para la comunidad médica. Un bote inesperado que le ha llevado a sobrevolar todo un océano para causar muchos problemas a las autoridades sanitarias de América Central y el Caribe. Viaja a bordo de los mosquitos, aunque hasta ahora no había conseguido ir tan lejos desde su Tanzania natal. Porque "hombre torcido" o "doblado por el dolor" es la traducción del makonde de la palabra chikungunya, una enfermedad conocida solo hace seis décadas y que no tiene cura.

Los primeros casos de este mal se conocieron en el país africano en 1952, donde se mantuvo controlado. Desde 2004, se han conocido nuevos brotes por el continente negro, en varias islas del océano Índico, Australia, India, Indonesia, Birmania, Maldivas, Sri Lanka o Tailandia. Tres años más tarde, apareció el primer caso europeo en Italia, en la región de Emilia-Romagna. Era la primera vez que se producía un enfermo autóctono, es decir, que fue picado porque las poblaciones de mosquitos de una determinada zona han sido infectadas. «Es una enfermedad que estaba muy localizada en la zona tropical de África, pero ya no hay fronteras porque ha encontrado un nuevo vector (modo de transporte) en el mosquito tigre», explica el doctor José Ramón Yuste, especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Universidad de Navarra. Este mosquito (Aedes albopictus) se extendió por Europa desde Asia a partir de 1979, España incluida.

Antes ya se habían producido casos importados. Personas que habían visitado países peligrosos por el chikungunya y que la desarrollaron en su lugar de origen. «Puede tardar entre una y dos semanas en aparecer», apunta el doctor Yuste. En estos lugares tropicales la picadura más habitual es a través de otro mosquito, el Aedes aegypti, también responsable de la fiebre amarilla o el dengue. Con esta última patología conserva ciertas similitudes: fiebre de corta duración, manchas en la piel y dolores en las articulaciones hasta tal punto que puede impedir a las personas abrir una botella de agua. Unos dolores que pueden alargarse en el tiempo se pueden convertir en crónicos. «Tiene una baja mortalidad, pero una morbilidad complicada porque no hay una vacuna concreta para la enfermedad», comenta el doctor Yuste. «Solo funciona la prevención y que los grupos de riesgo (personas mayores o con una enfermedad crónica) acudan a sus médicos», añade.

Por el momento, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha contabilizado 4.721 casos confirmados y 21 muertos hasta el 27 de junio en Centroamérica y el Caribe, desde que en diciembre de 2013 apareciera el primer caso en las Antillas Menores. No obstante, la OPS destaca que hay 259.723 casos sospechosos, de los cuales la mayor parte pertenece a la República Dominicana (135.835). En Estados Unidos ya se han confirmado otros 73 casos de la enfermedad, que ha llegado hasta Argentina en esta evolución.

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