La custodia
Visitando a tus hijos una tarde a la semana y los fines de semana alternos, ¿cómo mantener un vínculo sano y contradictoriamente cercano? Es posible, pero muy difícil
PABLO ARANDA
Sábado, 21 de marzo 2015, 13:00
Escuchando los lemas electorales, para todos los partidos, incluyendo el que ya está en el gobierno, mañana llega la hora del cambio, y el domingo ... siguiente llega el cambio de hora, lo que para algunos es peor. Dormir es necesario, aunque no basta: hay que dormir bien. Una encuesta sin voto oculto muestra a los españoles como los europeos más insatisfechos, y por falta de encuestas no será, aunque la falta de sueño influye. Si gana Susana Díaz, mañana será el día de la madre, y anteayer fue el día del padre. La paternidad es, demasiado a menudo, fuente de insatisfacción, y no porque al llegar a los trece tu hijo que lo tenía todo empiece a pegarte, pues sigue mandando y pegarte es una forma de sostener el poder ambiguo que le fue otorgado, sino porque ahora que empiezan los brotes verdes florecen los marrones, y algunos amores eternos llegan a su fin, matrimonios de toda la vida se separan, con lo que se querían, pero querer es como dormir: no es suficiente.
El Papa ha hablado de que en la Iglesia caben los divorciados, aunque si alguno es hermano mayor de una cofradía deba dejarla, incluso si es la del Santo Traslado. Hay algo peor que separarse de tu pareja: haberte juntado precisamente con ella, ¿es que no había señales suficientes?, se preguntan los futuros excónyuges en las lentas noches de insomnio, mientras evitan los pies helados y murmuran que te eches para allá, cari. La vida sigue, pero un poco menos, sobre todo los primeros cinco años, que es una eternidad a veces más larga que la del matrimonio. Uno, que suele ser siempre el mismo, debe irse de la casa y, lo que no logro entender, distanciarse de sus hijos, que también significa distanciar a tus hijos de ti, algo mucho más grave. Un cuarenta por cierto de quienes mañana están llamados a las urnas son, además de indecisos, personas separadas, y de ellas casi la mitad son hombres, de los cuales un noventa por ciento tienen hijos sobre los que han perdido la custodia que, compartida, tuvieron.
Un grupo de padres celebró anteayer su día acudiendo a la Ciudad de la Justicia para reclamar la custodia compartida. Afirman que hasta unos días antes de la separación eran considerados buenos padres, y que al divorciarse han dejado de serlo, y se convierten en familiares más o menos lejanos. Visitando a tus hijos una tarde a la semana y los fines de semana alternos, ¿cómo mantener un vínculo sano y contradictoriamente cercano? Es posible, pero muy difícil. Y lo que se sufre. Y lo que sufren los niños. Y las niñas. Hay padres que están mejor lejos de sus hijos, claro, y también madres. La custodia compartida es un derecho torcido, pues no se aplica. Hay padres que no están preparados (no ejercieron una paternidad responsable) y hay madres que temen ser señaladas si comparten la custodia.
A muchas madres, y a muchos padres, se les olvida que lo único eterno son los hijos, y que hay que educarlos para que sean eternos en su propia eternidad, lejos de nosotros, que les abriremos siempre que vengan. Con buena voluntad por ambas partes todo sería tan fácil. O menos difícil. Nos han preparado para un mundo de color educándonos en blanco y negro. El resultado es la insatisfacción. Un porcentaje alto de quienes acudan mañana a votar no se sienten satisfechos. Pero pueden ir a votar a la hora que quieran y luego irse a comer fuera. Otros tendremos que pasarnos doce horas alrededor de la urna, contando papeletas. El hecho de poder votar ya es fuente de satisfacción. Algo menos es pasar en un colegio doce horas, en domingo. El interior de la urna indicará el cambio. Alrededor de la urna estaremos unos cuantos elegidos para custodiarla, de forma compartida.
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