Pascual, el amigo caído en desgracia

Hasta anoche era uno de los hombres con más poder en Podemos. Sergio Pascual (Plasencia 1977) era quien diseñaba, engrasaba y controlaba el aparato de la formación que dirige Pablo Iglesias, quien ayer mismo lo destituyó de forma fulminante y sin paños calientes. La razón no es otra que la cercanía de Pascual a Íñigo Errejón, y el papel que ambos han tenido durante la crisis de Podemos en Madrid.

Fuentes internas aseguran que el ya ex secretario de Organización fue uno de los máximos responsables de la ofensiva contra Luis Alegre, el líder de la formación morada en la comunidad, que terminó con las dimisiones de una decena de sus dirigentes la semana pasada, momento en el que se visualizó la grave crisis interna del partido.

Pascual ha obtenido así el dudoso reconocimiento de ser el primer destituido de la dirección nacional de Podemos. Se va además con duras palabras por parte de Iglesias sobre su gestión, a las que ha respondido recordando su esfuerzo por construir la organización y reafirmando su compromiso con el proyecto político al que le ha dedicado los dos últimos años de su vida.

Sergio Pascual llegó a Podemos de la mano de su amigo Errejón, al que conoció durante un proyecto de cooperación en Bolivia. La marcha de su hermano a Inglaterra en busca de empleo fue la chispa que hizo a este delegado sindical del SAT y costalero de la cofradía de los Estudiantes convertirse en devoto de la formación morada. En él confió la entonces cúpula para sentar las bases en los diferentes territorios de un partido sin apenas recursos, militancia y estructura para comenzar a andar. Tras el espaldarazo en las urnas en 2014, trabajó en el Parlamento Europeo como asesor del propio Iglesias para después dar el salto a la Secretaría de Organización en Madrid.

A sus 38 años, este ingeniero de Telecomunicaciones y antropólogo, continuará ligado a al partido emergente como diputado por Sevilla, por donde fue cabeza de lista en las elecciones generales.

Con su destitución, Pablo Iglesias trata de cortar de raíz la rebelión iniciada por el sector afín a Errejón para hacerse con más poder en el partido y seguir condicionando tanto su estrategia como su hoja de ruta política.