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Garzón, tras ser elegido diputado por Málaga, junto al Teatro Romano de la capital.
Un líder precoz

Un líder precoz

Tímido, de fuertes convicciones, con carisma e inquietudes, así definen sus allegados a Alberto Garzón, el aspirante a encabezar la lista de IU a las generales

Antonio M. Romero

Lunes, 1 de diciembre 2014, 02:53

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Cuando con apenas 18 años se afilió a IU en Rincón de la Victoria, pagó la novatada de tener que limpiar la sede. Ahora, cuando aún no ha llegado a la treintena, Alberto Garzón se ha convertido en la gran esperanza del relevo generacional de la coalición de izquierdas en estos tiempos convulsos y de cambio en la política española. El diputado por Málaga está llamado a demostrar al máximo nivel las dotes para el liderazgo que, como coinciden en destacar quienes mejor lo conocen, empezó a evidenciar precozmente en el instituto, la universidad, la pandilla o en los inicios de su trayectoria pública. Hace unos días anunció su candidatura al proceso de primarias para convertirse en el cabeza de lista de su partido a la Presidencia del Gobierno en las elecciones generales de 2015.

«Ha sido siempre bastante líder», afirma su padre, Alberto Garzón Blanco, oriundo de Málaga y profesor de Geografía e Historia en el instituto Ben Al Jatib de Rincón de la Victoria donde estudió la secundaria y empezó a participar en movimientos estudiantiles; la primaria la cursó en el colegio Manuel Laza Palacios. «Es un líder nato», añade Pedro Fernández Ibar, portavoz de IU en el Ayuntamiento rinconero y candidato a la Alcaldía en las elecciones municipales de 2007 y 2011, donde Garzón fue, como número cinco y nueve respectivamente, en la lista. «Tiene mucho carisma. Cuando habla en público o está con los amigos inmediatamente centra la atención», apostilla Ezequiel Rodríguez, uno de sus amigos.

El liderazgo es una de las cualidades de un político de «firmes convicciones políticas», en palabras del coordinador provincial de IU, José Antonio Castro, uno de sus grandes valedores; tímido cuando se baja de la tribuna de oradores o el estrado del mitin; muy familiar, siendo uña y carne con su hermano, Eduardo, dos años menor que él, como subraya su progenitor; divertido y gastando bromas cuando se encuentran entre sus amigos como manifiesta Ezequiel Rodríguez; y «muy buena gente», como destacan los dueños y parroquianos del Aquí te espero, el chiringuito situado en el paseo marítimo del Rincón donde suele tomarse, mirando al mar, uno de sus platos preferidos junto a los camperos: un espeto de sardinas.

De la cosecha de 1985, Alberto Garzón nació en Logroño, ciudad de su madre, Isabel Espinosa, una farmacéutica fallecida hace unos meses víctima de una enfermedad, una pérdida que afectó especialmente al político malagueño. Con apenas tres años se trasladó a Marchena, donde su padre logró una plaza de profesor en un instituto de esta localidad sevillana. Allí permaneció hasta que en 1994 se trasladaron a vivir a la localidad donde sus progenitores veraneaban de soltero y se conocieron, Rincón de la Victoria, un municipio en el que se ha forjado personal y políticamente y al que suele referirse, para denunciar el a su juicio desarrollo urbanístico desmedido en los años del boom del ladrillo, como la Marbella del este de la provincia de Málaga.

Criado en una familia de izquierdas aunque no militante, Garzón fue un buen estudiante «sin ser un empollón» y desde pequeño, según rememora su padre, fue una persona «muy inquieta y con inquietudes». Su infancia y juventud son los recuerdos de lecturas variadas que van desde la colección de Mortadelo y Filemón a la literatura fantástica con títulos como El Señor de los Anillos pasando por libros de mitología griega. Aunque su progenitor toca la guitarra, la música no le llamó la atención, pero sí el fútbol. Juega de delantero y de joven hizo las pruebas para entrar en el Club Deportivo Rincón, aunque no lo admitieron; ahora mata el gusanillo jugando partidos de fútbol-sala con los amigos y a través de una de sus pasiones, las partidas de futbolín en el pub Samba de su ciudad. Como aficionado, le tiran la sangre riojana y la estrecha unión con sus primos, y se declara seguidor del Logroñés.

La informática es otra de sus pasiones. «El regalo de comunión que pidió fue un ordenador, el primero que entró en casa», recuerda su padre, quien añade que a Alberto siempre le ha gustado todo lo relacionado con las nuevas tecnologías y los videojuegos. En este sentido, cuando concluyó la selectividad sus pasos parecían dirigirse hacia los estudios de Informática, pero al final cambió y se matriculó en Administración y Dirección de Empresas, aunque a la conclusión del primer curso se pasó a Económicas, donde se licenció en el curso 2007-2008.

Esos años en las aulas del campus de El Ejido son fundamentales para comprender el devenir posterior de este republicano y ateo, como él mismo se define. Fundó la asociación de izquierdas Estudiantes por una Economía Crítica, ganando las elecciones en la facultad hasta entonces controlada por colectivos conservadores y entró en el claustro de la Universidad de Málaga. En ese periodo conoce al profesor Juan Torres, cuyo pensamiento le ha influenciado sobremanera al punto de ser uno de sus valedores y con el que ha trabajado estrechamente llegando a formar parte de Attac, una organización que promueve el control democrático de los mercados financieros. En esos momentos ya era militante de IU, un paso que sorprendió incluso a sus progenitores, como evoca su padre: «Un día vino a casa y nos dijo que se había afiliado a Izquierda Unida y al PCE».

Tras licenciarse en Económicas hizo un máster en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid y, posteriormente, fue becario de la UMA y en el Instituto de Comercio Exterior, a cuya conclusión se quedó en el paro, lo que le llevó a meditar irse fuera de España hasta que obtuvo un contrato de investigación en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En la capital hispalense le coge, en 2011, el estallido del movimiento 15-M, donde se implica activamente y lo catapulta al primer plano tras su aparición en programas de televisión como 59 segundos y su participación en otros medios de comunicación.

Su imagen se empieza a convertir en habitual para los españoles y no pasa desapercibida para los dirigentes de IU en Málaga, quienes detectan su potencial y, sin experiencia política previa en primera línea, lo sitúan como cabeza de lista a las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, donde sale elegido diputado y se convierte en el miembro más joven de la actual legislatura en el Congreso. En estos tres años la proyección de su figura política no ha hecho más que crecer y afianzarse hasta tal punto de que junto a Pablo Iglesias (Podemos), con quien le une una buena amistad, se han convertido en las dos grandes figuras emergentes de la izquierda epañola.

Marxista seguidor de Anguita

Su pensamiento es deudor de la heterodoxia marxista y de la corriente postkeynesiana salpicada de la ecología política y aunque no es muy de ídolos tiene como uno de sus referentes políticos a Julio Anguita. La lectura de los economistas y filósofos comparte espacio con la novela histórica de Valerio Massimo Manfredi o los libros del uruguayo Eduardo Galeano y la madrileña Belén Gopegui. Él mismo es coautor de varias obras de economía junto a Juan Torres y Vicenç Navarro o en solitario con títulos como La gran estafa o La tercera República. Junto a su faceta de lector y escritor, en su tiempo libre le gustan el ajedrez, juegos de estrategia como el Risk o Age of Empires y seguir la serie Juego de tronos.

Actualmente, este diputado por Málaga, que suele moverse en transporte público o en bicicleta, vive en el barrio La Latina de Madrid junto a su novia Ana una médico de Ronda que prepara las pruebas del MIR y su hermano Eduardo Garzón. Cada vez que su apretada agenda se lo permite vuelve a la casa familiar en pleno centro de Rincón de la Victoria (está a pocos metros del Ayuntamiento), a pasear mirando el mar Mediterráneo y a compartir una cerveza con su padre y los amigos de toda la vida en el bar Marlin. Unos encuentros, donde en ocasiones hablan de política, en los que Alberto Garzón, al igual que hace cuando toma la palabra en la Carrera de San Jerónimo o en las charlas y mítines que ofrece por todos los rincones de España, demuestra la madera innata de líder que atesora desde su infancia. Ahora se enfrenta a su mayor reto personal y político.

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