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Hillary Clinton habla con un grupo de residentes de una localidad de Iowa.
Una carrera de diecinueve meses plagada de obstáculos

Una carrera de diecinueve meses plagada de obstáculos

El anuncio mediante el que Hillary Clinton oficializó su candidatura a la Casa Blanca galvaniza una competición que se dirimirá en los 'caucus' y las primarias

Óscar Bellot

Domingo, 19 de abril 2015, 07:42

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Más de 1.600 kilómetros separan la casa que el matrimonio Clinton tiene en Chappaqua, en los suburbios de la ciudad de Nueva York, y Monticello, una pequeña localidad de menos de cuatro mil habitantes ubicada en el estado de Iowa. Una distancia que Hillary Clinton no cubrió en avión sino por carretera. Acostumbrada a lidiar una y otra vez con el 'jet lag' para abordar crisis mundiales en sus tiempos como jefa de la diplomacia de Estados Unidos y, más atrás, con el fin de acompañar a su marido cuando éste ocupaba el Despacho Oval, la ex primera dama optó a comienzos de esta semana por subir a una furgoneta apodada 'Scooby Doo' para acudir al acto con el que dio el pistoletazo de salida a su campaña en pos de la candidatura demócrata a la Casa Blanca. El motivo, alejarse de la imagen distante y elitista que le hizo morder el polvo ante Barack Obama hace más de seis años y conocer de primera mano las inquietudes de los electores que dentro de unos meses determinarán si por fin se cumple su sueño, el de que por primera vez haya un rostro femenino en la galería de retratos presidenciales.

La iniciativa de Clinton es esclarecedora de lo que tanto a ella como a los otros contendientes del bando republicano y demócrata -por el momento hay tres confirmados en el primero y solo ella en el segundo- les aguardará en los próximos meses. Jornadas maratonianas que arrancarán con un desayuno en un estado, una comida en otro y una cena en un tercero. Cientos de llamadas telefónicas en demanda de los tan necesarios donativos con que sufragar el impresionante montaje electoral, miles de apretones de manos, algún que otro sobresalto en forma de escándalo que amenace con sepultar definitivamente sus aspiraciones y afonía a la hora de ir a la cama tras pronunciar decenas de mítines en pocas horas.

En definitiva, un campo minado cuya meta no cruzarán sino hasta el primer martes después del primer lunes de noviembre de 2016, esto es, el 8 de ese mes. Será entonces cuando se conozca el nombre del cuadragésimo quinto presidente de EE UU. Y también cuando, por fin, dispongan de algo de tiempo para descansar.

Máquinas recaudatorias

Pero para eso resta mucho. Ahora toca el turno de sudar. Y hay que hacerlo principalmente en dos ámbitos. El primero, el de la recaudación, vienen trabajándoselo todos los aspirantes desde tiempo atrás. El caso más notorio, nuevamente, lo representa Hillary Clinton, cuyas arcas han ido incrementándose sin necesidad de dar carta blanca a los carteles con su nombre. Desde enero de 2013 viene operando 'Ready for Hillary', un comité de apoyo destinado a canalizar los donativos en pro de su candidatura. Aún más poderoso es 'Priorities USA Action', un Super PAC creado para impulsar la reelección de Obama en 2012 y que ahora está al servicio de la favorita dentro de las filas demócratas.

Ambos cuentan con los nombres de cientos de miles de ciudadanos que podrían estar dispuestos a aportar fondos a la campaña, siempre respetando los límites legales de un máximo de 2.700 dólares para cada contribución individual de cara a las primarias y otros 2.700 dólares para las presidenciales. Claro que esos topes, aplicados al dinero que va a parar al comité creado por el candidato, cambian para el caso de los PAC, grupos de apoyo aparentemente sin ningún tipo de vinculación con el aspirante pero creados con el único propósito de que fluyan hacia éste los cientos de millones de dólares precisos para instalarlo en el 1600 de Pennsylvania Avenue.

En 2008, Clinton recaudó 26 millones de dólares en sus primeros tres meses de campaña. Cuatro años después, Obama sumó 47 millones en el mismo periodo de tiempo tras confirmar que se presentaba a la reelección. Finalmente, la contienda entre el primer mandatario negro de EE UU y el republicano Mitt Romney se resolvió a favor de Obama después de que los rivales gastasen más de mil millones de dólares, estableciendo un nuevo récord que todo apunta a que será pulverizado en 2016.

Los republicanos que ya han oficializado su candidatura -Ted Cruz, Rand Paul y Marco Rubio- también han puesto en marcha sus respectivas máquinas de hacer dinero. Al senador texano le bastaron ocho días para recolectar cuatro millones de dólares, en tanto que su correligionario de Kentucky sólo precisó un día para ingresar su primer millón. Los dos han hecho hincapié en que la mayor parte procede de pequeños donativos, pero a medida que pasen los meses, serán los millonarios y las grandes empresas las encargadas de rellenar la mayor parte del pastel.

Claro que si un miembro del 'Grand Old Party' parece imbatible en este campo, ese no es otro que Jeb Bush. Right to Rise, el Super PAC encargado de velar por sus intereses, acumula decenas de millones de dólares en lo que va de año. Y aunque el exgobernador de Florida aún no ha hecho oficial su intención de luchar por la Casa Blanca, sus partidarios se jactan de que los billetes están listos para atender a sus demandas, sean cuales estas sean. La magnitud de las cifras que manejan hace difícil pensar que vaya a existir un equilibrio entre los pequeños y los grandes contribuyentes, como sí ocurrió en las dos campañas de Obama.

Puerta a puerta

El dinero será vital, sí, pero no es lo único que importa. Los anuncios en las principales cadenas de televisión o los rimbombantes discursos en grandes estadios se reservan para la recta final de la carrera hacia la Casa Blanca, que comenzará una vez que los dos partidos proclamen a sus candidatos. Antes será el turno de las pequeñas emisoras de radio locales y las intervenciones en reducidos locales donde los aspirantes habrán de ganarse cada voto. Y en ningún otro lugar será esto tan ciento como en Iowa, escenario de la parada inicial de la caravana de Clinton sólo por un motivo: allí tendrán lugar los primeros 'caucus'.

Enclavado en el Medio Oeste, el 'estado del ojo de halcón' se sitúa en el epicentro del tablero político cada cuatro años. Es allí donde mientras unos candidatos se dejan buena parte de sus opciones, otros se atreven verdaderamente a soñar. Este último fue el caso de Barack Obama. El 3 de enero de 2008, el por entonces senador por Illinois logró una hazaña que a muchos analistas se les antojaba imposible, batir a la poderosa Hillary Clinton. Obama cosechó el 37,58% de los apoyos en los 'caucus' de Iowa. Clinton se quedó en el 29,47%. Casi ocho puntos porcentuales que apenas se tradujeron en un delegado más para la Convención Demócrata. La senadora por Nueva York se resarció cinco días después, y lágrimas mediante, en New Hampshire, donde rebasó a su contrincante por algo más de dos puntos y medio. Pero el golpe resultaría decisivo. Obama había acabado con la consideración de Clinton como candidata inevitable. A finales de agosto, se coronaba como campeón demócrata en Denver y pasaba a concentrar toda la artillería en su rival definitivo, el republicano John McCain.

El ritual volverá a repetirse el 18 de enero de 2016. Y a falta de nueve meses no parece probable que Clinton pase apuros. Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts y heroína del ala más a la izquierda del Partido Demócrata, ha señalado que no tiene intención de luchar por la Casa Blanca, dejando así aparentemente expedito el camino a Clinton, que en cualquier caso le aventaja por más de cuarenta puntos en ese estado, de acuerdo con la media de encuestas ofrecida por Real Clear Politics. En el campo republicano, las preferencias de cara a los 'caucus' de Iowa las encabeza por el momento Scott Walker, gobernador de Wisconsin que aún no ha oficializado su candidatura, seguido por el exgobernador de Arkansas Mike Huckabee y el senador Rand Paul.

La siguiente cita tendrá lugar el 26 de enero en New Hampshire, cuyas primarias son otro de los barómetros clave para determinar la viabilidad de los aspirantes. En el estado de Nueva Inglaterra también lidera Walker la carrera republicana, aunque con un exiguo margen sobre Jeb Bush. Entre los demócratas, sin más candidatos a la vista que Clinton, la ex secretaria de Estado le saca 38 puntos a Warren.

Seis meses, decenas de votaciones y miles de kilómetros recorridos después, quienes mejor hayan sorteado los obstáculos que aparezcan en el camino serán investidos candidatos. Los republicanos ungirán a su preferido entre el 18 y el 21 de julio en Cleveland, en tanto que los demócratas harán lo propio con el suyo o la suya la semana posterior en Filadelfia.

Despojados de rivales en sus respectivos bandos, comenzará entonces una batalla aún más feroz, la que dirimirá quién se instala en el Despacho Oval. Un objetivo por el que a todos les merece la pena dejarse la piel, y puede que algo más que eso.

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