Una jornada inolvidable

Sete Benavides era el primero de los nuestros en entrar en acción esta mañana en el Lagoa Estadium. El mallorquín saboreó durante gran parte de la regata un bronce que el local Isaquias Queiroz, medallista también ayer en los 1000 metros, le arrebató ante su público por un suspiro, en una tirada final que nos tuvo a todos con el corazón en un puño y que sólo la 'photo finish' pudo dilucidar. Un cuarto que, a pesar de ser siempre un puesto agridulce, no deja de ser un magnífico resultado y otro diploma olímpico que el balear consigue en unos Juegos Olímpicos.

Sólo pocos minutos más tarde eran Saúl Craviotto y Cristian Toro quienes se colocaban en el cepo. Si la pareja, que desde que se formase hace unos meses no ha perdido una sola carrera, repetía el resultado de la eliminatoria del día anterior, la que les evitó pasar por semifinales, serían campeones olímpicos. Yvaya si lo hicieron. Tras una salida en la que el barco lituano se situaba a la cabeza de la prueba, la embarcación española fue de menos a más, volando en un final de carrera emocionante que a más de uno nos puso en pie. Otro oro para España, el primero para Toro en unos Juegos Olímpicos y el segundo para Craviotto, que se convierte así en el sexto bicampeón olímpico de nuestro país. Pero es que además Saúl podría seguir haciendo historia en los próximos días, ya que aún le queda la prueba individual de los 200 metros. No me cabe duda de que el actual subcampeón olímpico en esta prueba luchará por igualar o mejorar el excelente resultado que ya consiguiera en Londres.