«Sufría tanto que sólo miraba hacia delante, a la pared»

¿Cómo han sido las horas previas a la final?

Son momentos difíciles de controlar. Cuando te acercas a una final cuesta no ponerse nervioso, cuesta mantener la calma.

¿Qué supone este oro?

Es en lo que he soñado toda la vida. Es muy especial. Y es gracias a los que están a mi alrededor todos los días, los que me ayudan y me animan. Estoy muy orgullosa y contenta. Y ya pienso en los 800 metros.

¿Cuánto esfuerzo hay tras el oro?

Han sido tantos días de trabajo... Días en los que estás contenta. Días en los que crees que no vale la pena. Pero tienes una meta y vas a por ella. Con el trabajo llega la recompensa.

En la semifinal fue más conservadora. En la final se la ha jugado con un ataque lejano, justo en la mitad.

Sé que el segundo 100 es mi fuerte y he decidido arriesgarme. He sufrido muchísimo en los últimos 50 metros. Solo miraba hacia delante, hacia la pared.

El año pasado, lesionada en los dos hombros, renunció al Mundial de Kazán para reiniciar la preparación de estos Juegos.

Sí, y fue un acierto. Era una decisión difícil de tomar pero lo hicimos. Fueron momentos muy complicados. Yo nunca había tenido una lesión de esa importancia. Lo primero era recuperarme. Olvidamos Kazán y nos centramos en los Juegos. Todo ese trabajo ha tenido ahora su premio.

¿Llegó a dudar de su presencia en Río?

Muchos días. Pensaba que mi sueño se me escapaba, que no me iba a recuperar. Pero mira, ese parón me ha permitido llegar bien a estos Juegos. Fred (Vergnoux, su técnico) me ha sabido motivar. Y ahora tenemos el oro.

Y le queda una prueba más, el 800 (madrugada del viernes al sábado).

Primero tengo que pasar las series clasificatorias (hoy). Va a ser un día complicado. Con la medalla de oro, la ceremonia, la prensa, el antidopaje... A ver cuándo me meto a la cama. Además me toca una serie previa a la de las favoritas, así que tendré que salir a tope. Iré a hacerlo bien, como siempre. Si sale, mejor. Si no, bueno. Ahora mismo no puedo estar más orgullosa.