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Norman Ross, tras una competición.
Los Juegos que no fueron olímpicos
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Los Juegos que no fueron olímpicos

El COI reconoce Berlín 1916 a pesar de que no hubo competición por la I Guerra Mundial mientras que no lo hace con los Juegos Inter-Aliados de 1919, que contaron con instalaciones creadas ex profeso en París para un evento con 1.500 deportistas

Javier Bragado

Jueves, 11 de agosto 2016, 19:05

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En pleno fervor por popularizar sus Juegos Olímpicos, a Pierre de Frédy, barón de Coubertin, le frenó la tragedia de la I Guerra Mundial. Todo había sido preparado para que en el año 1916 en Berlín se disputara la sexta edición universal, incluso con un nuevo estadio para 60.000 espectadores inaugurado, pero la realidad del conflicto bélico espantó cualquier pensamiento sobre la reunión deportiva. Aunque se canceló el certamen por razones obvias, se incluyó al proyecto en el historial de Juegos Olímpicos por decisión del Comité Olímpico Internacional (COI). «Un Juego Olímpico puede no celebrarse, pero su cifra permanece», sentenció Coubertin.

Años después de lo previsto, una vez acabada la confrontación mundial de facto, regresó la idea de recuperar una competición universal. Con la inercia de los países ganadores de la guerra y la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA, por sus siglas en inglés) surgieron los Juegos Inter-Aliados, un evento que aspiraba a recoger el espíritu olímpico y que se celebraría en París. El mayor impulso procedió de Estados Unidos, el país menos castigado de la contienda, que ayudó a construir un nuevo estadio (Stade Pershing) en el bosque de Vincennes, al este de la capital francesa, una zona en la que ya se celebraron algunas pruebas en los Juegos Olímpicos de 1900. Hubo desfile inaugural, competiciones de atletismo, boxeo, baloncesto y fútbol con hasta 20.000 espectadores en las gradas, según las crónicas locales. Además, en el lago del gran parque se multiplicaron las pruebas de natación, la esgrima se desarrolló en la escuela de Joinville, el rugby se vio en el campo militar de Auvors y el tiro se trasladó al campo militar de Le Mans.

Se invitó a 18 países de cuatro continentes (se excluyó a Alemania) y sólo participaron militares aliados. No obstante, la condición de ser soldados no varió mucho las competiciones puesto que muchos de los hombres destacados repetirían en los oficiales de Amberes 1920. Por ejemplo, Norman Ross ganó cinco eventos en el agua de París y tres carreras a nado en Bélgica un año después. Charles Paddock venció en dos pruebas atléticas en 1919, mientras que en el siguiente evento se colgaría dos medallas como campeón y una como subcampeón. Además, para la historia del deporte se registraron iniciativas como las del norteamericano Max 'Marty' Friedman, que organizó un torneo de baloncesto de 600 equipos; o la del futbolista griego Giorgos Kalafatis, quien recopiló información sobre el baloncesto y el voleibol, deportes desconocidos en su país, para después fundar el famoso club multidisciplinar Panathinaikos.

Al COI no le bastó el número de participantes o su entidad para reconocer de alguna manera aquella edición. Prefirieron volver a elegir sede con sus propios métodos para 1920. En aquella edición en Amberes no recibirían invitación ni Alemania ni sus aliados Austria, Hungría, Bulgaria y Turquía. Rusia tampoco acudió por estar en medio de una cruenta guerra civil.

París 1919 nunca fue reconocido como olímpico ni su legado como gran acontecimiento aunque países como Australia lo incluyan como uno de los momentos a recordar de su historia. «A pesar de su tamaño y de sus buenas intenciones, no tuvieron un efecto perceptible ni en la diplomacia ni en los Juegos Olímpicos y nos recuerda, como historiadores del deporte, como algo un poco más grande que un 'meeting' en País en el verano de 1919», sostiene John Findling, de la Universidad de Indiana. «Las razones de esta falta de significado incluyen la mala suerte con la oportunidad. Los organizadores de los juegos no tenían manera de saber que el Tratado de Versalles, que oficializó el fin de la Primera Guerra Mundial, sería firmado en mitad de la competición. La magnitud de este evento histórico naturalmente redujo las otras noticias en los periódicos. Otro problema para la cobertura de los Juegos Inter-Aliados fue el combate de los pesos pesados entre Jess Willard y Jack Dempsey, el primer gran título en cuatro años. Esta pelea dominó las noticias de deportes en Estados Unidos y Europa. Otro problema podría ser la dominación total de los (deportistas) americanos», explica el experto estadounidense. Aunque los Juegos Inter-Aliados no recibieron el apellido olímpico, la celebración sí acercó a franceses y estadounidenses, puesto que los norteamericanos regalaron las instalaciones a los anfitriones. Curiosamente, el estadio Pershing conseguiría lo el reconocimiento negado al motivo de su construcción. Sería olímpico en París 1924, cuando el recinto albergó algunos partidos de fútbol.

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