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Messi se lamenta.
La maldición de Anoeta pone la liga patas arriba
jornada 32ª

La maldición de Anoeta pone la liga patas arriba

El Barça vuelve a tropezar en la misma piedra y cae ante la Real en su segunda derrota consecutiva

Cristian Reino

Sábado, 9 de abril 2016, 02:59

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Parecía que el Barça tenía ganada la Liga, pero un abrir y cerrar de ojos se le ha complicado. Cayó ante el Madrid en el clásico y volvió a hacerlo en Anoeta, el que es ya con mayúsculas el estadio maldito para el conjunto de Luis Enrique. La derrota del año pasado actuó de catalizador y a partir de ahí el cuadro catalán lo ganó todo y quien sabe si este año puede pasar todo lo contrario. Como entonces, un solitario y tempranero gol de la Real fue suficiente para llevarse la victoria, que deja la liga en un puño: el Atlético se sitúa a tres y el Madrid, a cuatro. La guerra psicológica ya ha empezado.

Luis Enrique proclamó a los cuatro vientos que Anoeta es la salida más difícil del año y se aplicó el cuento. Salió casi con todo, a pesar de que el miércoles le espera una batalla épica en el Calderón en Champions. Salvo Iniesta, Rakitic y Alba (Suárez estaba sancionado), el Barça saltó con un once de garantías. El tridente lo completaba Munir y en el centro del campo Arda y Rafinha acompañaban a Busquets. La Real, por contra, tenía muchas bajas. Tres de sus puntales -Iñigo Martínez, Markel y Agirretxe- no podían ser de la partida y Eusebio volvió a apostar por jugar sin un 9, con Vela y Oyarzabal en punta.

Poco importó que los jugadores blaugranas estuvieran reiteradamente avisados de lo que les esperaba, porque se vieron sorprendidos por una salida a tumba abierta de la Real, que salió arriba, cerrando las bandas, tapando todos los huecos, como si en cada balón le fuera la vida. El cuadro catalán, en cambio, arrancó más contemplativo y en seguida se vio superado. Prieto lanzó desde el carril del extremo derecha un gran centro y el joven Oyarzabal, la mejor perla surgida de Zubieta desde la irrupción de Griezmann, puso el 1-0 con un testarazo por la escuadra de mucho nivel. No habían pasado ni cinco minutos y todos los fantasmas se le vinieron encima a los azulgrana: la maldición de Anoeta, la victoria de Atlético y del Real Madrid y la sensación de que la liga se les podía escapar cuando no hacía mucho la tenían bastante amarrada.

La reacción de los hombres de Luis Enrique no es que fuera fulgurante. Más bien todo lo contrario. A medida que la Real iba remitiendo en la presión, porque la intensidad inicial era imposible de mantener, el cuadro barcelonés iba haciéndose amo y señor del balón y conseguía alargar las jugadas. Eso sí, sin crear demasiado peligro. Salvo un disparo de Arda, que atajó Rulli, y un lanzamiento de Alves, que se fue fuera, la creación blaugrana en ataque brilló por su ausencia en la primera mitad. Messi lo intentó retrasando su posición, pero el achique defensivo de los jugadores de Eusebio funcionaba. Zurutuza y Oyarzabal, los mejores de los locales, apoyaban en labores defensivas y luego tenían la suficiente punta de velocidad para buscar las contras, junto a Vela, que ejercía de maestro de ceremonias.

Tras la reanudación, Luis Enrique, viendo que la Liga corría serio peligro, quemó todas las naves y dio entrada a Iniesta, para buscar soluciones en el ataque, y más tarde alineó a Rakitic y también a Alba. Puso sobre el tapete todo su potencial. Pero no fue suficiente. El manchego le dio otro ritmo y muchas más posibilidades de pase desde el carril del 10, pero la zaga de la Real se defendió como nunca. Mikel González y Reyes fueron un muro infranqueable y apenas condedieron ocasiones. Cuando el Barça llegó con claridad, primero con Iniesta y más tarde con Messi, dos veces, chocaron con Rulli, que acabó siendo el mejor de los locales. Atajó las tres o cuatro ocasiones claras que tuvo el cuadro catalán y defendió por alto su área, sin un solo error. El Barça logró embotellar a los donostiarras a falta de 20 minutos, pero ya era tarde. Cuando se deja todo para el final, luego vienen las prisas y las imprecisiones. Pique acabó de 9, pero ni así. La liga está muy viva.

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