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«Al leer unas memorias, el pacto con el lector se complica»

C. C.

Jueves, 11 de diciembre 2014, 01:33

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Su novela pertenece al género de 'no ficción' que ahora está muy en auge en España, pero ha tardado décadas en llegar si se compara con otros países. ¿A qué se debe?

A que aquí se ha identificado narrativa con ficción. Cuando publiqué 'Ardor guerrero' fue un libro incomprendido. Tenía todos los elementos del arte narrativo pero sin ficción, y no se entendió. La frontera entre la ficción y la no ficción es muy estricta. En no ficción no puedo contar acerca de la conciencia de otro, porque no lo sé. En una novela, puedo hacerlo, forma parte de mi libertad de creación Eso responde a un pacto con el lector.

Y en este momento de mezcla de géneros, ¿cómo se articula ese pacto?

El lector necesita saber si lo que lee es real o no. El biógrafo, por ejemplo, es algo así como un novelista bajo juramento. No puede inventar. Al final, los problemas vienen de la falta de consideración literaria que ha tenido la no ficción.

Cuando el autor, como en este caso, habla de sí mismo de manera inequívoca, ¿cambia la relación con el lector?

No, le añade matices. Al leer unas memorias, el pacto se complica siempre. Quizá se acentúe el lazo misterioso entre autor y lector. Montaigne es el primero que se dirige al lector diciéndole que habla de sí mismo. Hay toda una tradición artística en ese sentido, que está en Rousseau y en el prólogo del Quijote, pero también en los autorretratos de Durero...

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