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Sala del Cataclismo en la Cueva de Nerja.
El 'cazaterremotos' de la Cueva de Nerja

El 'cazaterremotos' de la Cueva de Nerja

La cavidad de la Axarquía alberga en su interior el único sismógrafo en la provincia de la Red Sísmica de Andalucía, que cuenta con 21 estaciones más repartidas por la comunidad

Eugenio Cabezas

Domingo, 7 de febrero 2016, 01:54

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Los últimos terremotos ocurridos en el mar de Alborán mantienen en vilo a los malagueños. Aunque a la gran mayoría ya se les ha pasado el enorme susto, todavía son muchos los que tienen dificultades para conciliar el sueño pensando que otro nuevo temblor los va a despertar de madrugada. Ya se sabe que los terremotos, a diferencia de las erupciones volcánicas, las tormentas o los huracanes, son los únicos grandes fenómenos naturales que todavía hoy, a pesar de los numerosos avances científicos conseguidos por el hombre, no se pueden predecir, ni siquiera con un margen de error.

Lo que hasta ahora puede hacer el ser humano es detectar los movimientos que se producen, por medio de los llamados sismógrafos. En Andalucía está la Red Sísmica, dependiente del Instituto Andaluz de Geofísica, un organismo con sede principal en Granada, impulsado por la Universidad. La red cuenta con 22 estaciones repartidas por las ocho provincias, de las que únicamente una está situada en territorio malagueña. En concreto, se encuentra en el interior de la Cueva de Nerja.

Se trata de un sismógrafo de los llamados de banda ancha, que se instalan en cuevas naturales o túneles para asegurar un ambiente estable en temperatura y disminuir el ruido superficial. El sensor se aísla además con una cubierta térmica. La mayoría de estas estaciones están en la vecina provincia de Granada, pues no en vano es la zona de la península con mayor peligrosidad sísmica, como reflejan los mapas del Instituto Geográfico Nacional, un área en la que también entra la comarca de la Axarquía.

Su ubicación en el interior de la gruta nerjeña no es casual, porque este tipo de aparatos se colocan en lugar profundos de la tierra, en los que no hay interferencias, según destaca el conservador de la cavidad, el arqueólogo Luis Efrén Fernández.

El aparato en cuestión está situado próximo a la Sala de los Fantasmas, algo apartado del paso del público para así evitar errores de movimiento. El sismógrafo se encarga de captar y registrar la intensidad, duración y otras características de los temblores de tierra durante un terremoto, enviando automáticamente los datos al Instituto Universitario de Investigación de Geofísica y Prevención de Desastres Sísmicos de la Universidad de Granada.

Más trabajo

La estación lleva instalada varias décadas, aunque en las últimas semanas ha tenido más trabajo del habitual, como se comprueba en las gráficas comparativas de enero de 2015 y el mes pasado. A pesar de los más de mil seísmos registrados en las últimas tres semanas, apenas una treintena han sido percibidos por la población.

Eso sí, los más de 400.000 visitantes que recibe la gruta nerjeña al año pueden comprobar in-situ los efectos de un terremoto de grandes dimensiones en el interior de una cavidad. Ese fue el origen de la llamada Sala del Cataclismo, que se conformó tras un gigantesco seísmo ocurrido hace 800.000 años. No habría escala para medir la fuerza de aquel movimiento, dice Fernández.

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