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El Marismeño te limpia
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El Marismeño te limpia

El cantaor, ex de Carmina Ordóñez, llegó a consumir cinco gramos de cocaína al día. Ahora tiene una clínica de desintoxicación y seha convertido en el 'hermano mayor' del hijo de Ortega Cano

ESTER REQUENA

Sábado, 19 de abril 2014, 10:57

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Pepe el Marismeño ha regresado con fuerza al candelero tras unos años borrado del mapa. Y no para hablar de Carmina Ordóñez, quien lo lanzara al estrellato rosa hace ya tiempos inmemoriales. Ahora no hay foto en la que aparezca José Fernando, el hijo de Ortega Cano, sin su sombra. El cantante ha sido de los pocos que han podido visitarlo en los cuatro meses que Josefer, como lo llaman cariñosamente en casa, ha estado en la cárcel. Se ha convertido en su 'hermano mayor'. Y tablas no le faltan, porque Pepe, curiosamente, coincidió durante su rehabilitación con Pedro García Aguado, el auténtico 'Hermano mayor' del programa de Cuatro, con quien se batía jugando al tenis mientras ambos luchaban por salir de las drogas en una clínica catalana.

Al Marismeño la experiencia de la desintoxicación le valió para abrir un centro de tratamiento en Sevilla, el Instituto Galeno. De ahí que se ofreciese a la familia para lidiar con José Fernando y convencerle de la importancia de pasar por rehabilitación. El chico se negaba al principio. Primero logró que siguiera su recomendación de acudir a los mismos doctores que lo trataron a él en 2003, cuando se planteó salir del infierno. El crío solo ha durado dos semanas. Ha abandonado un tratamiento que salía por unos 9.000 euros al mes. Las razones que se arguyen son de todo tipo: que ha salido para poder estar más tiempo junto a su padre antes de que éste ingrese en prisión, que necesita otro tipo de terapia -más de corte psicológica-, que habría tenido algún altercado que hacía peligrar su estancia en la clínica, considerada una de las tres mejores de Europa... Josefer sigue ahora fiel a los dictados del cantante y acude a su centro sevillano, donde se tratan medio centenar de pacientes.

Tres discos y 40 premios

En el Instituto Galeno es habitual encontrarse al artista. Su faceta como terapeuta la compagina con sus compromisos musicales. Sigue de gira y bolos, y cuenta con tres discos en el mercado: baladas, tangos, fandangos, versiones del 'Santa Lucía' de Miguel Ríos o del 'A quién le importa' de Alaska. El último álbum, 'La buena suerte', lo lanzó en 2009. Intentó dejar de lado el apelativo de 'El Marismeño' y volver a lucir su Gómez original... pero no hubo manera. No vendía tanto y eso que define su relación con el grupo rociero como «cortita y con sifón». Siendo parte del conjunto llegó a consumir cinco gramos de cocaína al día, intentó quitarse la vida en varias ocasiones y llegó a robar dinero a sus padres. Confesiones que aireó en los programas del corazón para pagar su desintoxicación.

Esa etapa quedó atrás. Desde que le dieron el alta se centró en ayudar a gente como él, además de su música. Se mudó a Huelva con su novia de toda la vida, María José, una bailaora madrileña que justo reapareció para ayudarle a abandonar las drogas. Tuvieron a José Tomás, ya hecho un chaval de diez años. Aunque su taurino nombre no va por la fiesta nacional, sino por su padre y su suegro. A él le dedicó una canción que todo el mundo piensa que es un homenaje al torero de Galapagar. Pero solo habla de su pequeño, un bebé que llegó en plena desintoxicación y le ayudó a ver la luz al final del túnel.

También le ayudó a tirar hacia adelante la visión de los más de cuarenta premios de flamenco que atesora. Porque Pepe Gómez ya se subía a las tablas con 14 años en concursos de todo tipo. Incluso compartió escenario con Arcángel y en la Bienal de Sevilla en 1992 ganó el premio a nuevos valores. De ahí su salto a Madrid y poco después a Los Marismeños, antes de conocer a Carmina. Ya por aquel entonces estaba enganchado. «Comencé a destrozar mi vida a los 14 años. Probé el alcohol y ahí cambió todo», recuerda en su página web. Ahora no bebe más allá de un refresco porque se le ha grabado a fuego que la frase que más ha repetido en su vida ha sido la de «soy drogadicto». Y no la quiere volver a soltar nunca más.

«Cuando miro atrás y pienso en todo lo que he vivido, creo que lo que soy le debe mucho a eso». Una filosofía que se empeña en hacer comprender a José Fernando para superar el mal trago. Y por empeño no va a ser. «Constancia, lucha, tener las ideas claras y saber a dónde se quiere ir» son las premisas que han hecho a Pepe el Marismeño cambiar su vida. Ahora espera que ayuden a cambiar la de Josefer.

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