Manuel Torres: "Me dijo que si Estefani no era para él, no era para nadie"
El padre de la joven asesinada en La Luz relata cómo vivió los momentos posteriores al hallazgo de los dos cadáveres junto a su exyerno en el dormitorio
M. ÁNGELES GONZÁLEZ
Martes, 1 de octubre 2013, 14:24
En el momento en que descubrió los cadáveres de su hija Estefanía y su nieto Aarón en la cama junto al autor de los dos ... crímenes comenzaron a contar los veinte minutos más largos de su vida. Ylos más dolorosos. Es el tiempo que transcurrió desde que Manuel Torres se topó cara a cara con su exyerno hasta que este huyó de la casa del barrio de La Luz. Veinte minutos en los que se le pasó varias veces por la cabeza acabar con la vida de Miguel Ángel G. G. y en los que pudo intercambiar varias frases con él que ponen los vellos de punta.
Tras escalar por el balcón ayudado por una escalera se encontró en el dormitorio una escena que permanecerá para siempre en su retina: «Estaban los tres en la cama. Toqué a mi Estefani y estaba helada, entonces comprendí que había muerto. Mi impulso fue pegarle a él dos tortazos pensando que también estaba muerto, pero se despertó», recuerda en una entrevista en exclusiva concedida a SUR.
«Como la esperanza es lo último que se pierde, otra vez moví a mi hija para ver si estaba dormida y la reacción de él fue darme dos puñetazos y decirme: Tú vas a ser el tercero», relata Manuel entre lágrimas. Con la voz rota le preguntó una y otra vez que por qué lo había hecho. «Me dijo que si Estefani no era para él, no era para nadie; entonces le dije: ¿y el niño, y el niño? y me contestó que para que no viera sufrir a la madre».
«Pude matarlo»
«Salí de la habitación como pude y le dije a mi mujer por el porterillo que avisara a la policía y que subiera», cuenta. Sin embargo, presa de los nervios, Isabel Verdugo subió sin hacer ninguna llamada. Al entrar al dormitorio, el autor de los crímenes también intentó agredirle, pero su marido lo impidió llevándose algún porrazo del que aún se resiente. «Estaba hecho un bicho, pensé que nos mataba también», recuerda la mujer.
Mientras Miguel Ángel G. G. «buscaba tranquilamente su ropa para vestirse», Manuel mantenía un debate interno consigo mismo: «Una y otra vez se me pasaba por la cabeza matarlo, pero después pensaba que acabaría en la cárcel y mi mujer se moriría, yo no ganaba nada».
Una semana después de aquel trágico día, aunque afirma que «en esos momentos hay tanto dolor que uno no sabe cómo reaccionar», dice que no se arrepiente de su decisión: «Lo podía haber matado perfectamente porque tuve ocasión, él no iba armado y yo podía haber cogido un cuchillo en casa de mi hija; posiblemente si no es en su casa y es en un descampado sí lo hago porque intento salvarme y ocultar pruebas, pero en ese piso lo tenía todo perdido». A su mujer tampoco se le pasó por la cabeza agredirle porque «sólo pensaba en abrazar a mi niño y a mi niña».
La huida
Sin móvil, a Isabel se le cayó al suelo y el de Manuel tenía la pantalla rota, el padre de Estefanía salió al rellano a pedir ayuda, «pero ningún vecino abrió la puerta». Hasta que llegó un hombre que llamó a la policía, según cuenta Manuel. Fue entonces cuando Miguel Ángel G. G. huyó. Pero antes su exsuegro le agarró y le dijo: «No, ahora te esperas, que viene la policía». «Me volvió a pegar y su hermana, que había llegado al piso, se puso por medio y le dio una torta», relata. «No te preocupes, que te van a coger, tranquilo», recuerda Manuel que le dijo al marcharse.
Terminaban así sus 20 minutos cara a cara con el horror y comenzaba una pesadilla de la que todavía no ha despertado. Aunque nunca pensó que Miguel Ángel G. G. hubiera llegado a este extremo, asegura que cuando no pudo abrir la puerta del piso de Estefanía sí se le pasó por la cabeza que su yerno les podía haber hecho algo. Pero ni podía imaginarse la espeluznante escena con la que se encontraría. Mientras intenta sobreponerse, solo pide justicia y que todas las muestras de apoyo, que agradece enormemente, sean pacíficas.
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