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ENTREVISTA. JOSÉ FRANCISCO MURILLO MAS

"El sistema educativo tiene valores ideológicos esenciales que ningún partido quiere dejar escapar"

El decano de Ciencias de la Educación de la UMA se muestra muy crítico con la reforma educativa del «señor Wert», que califica de «segregadora» y «tramposa»

Susana Zamora

Domingo, 24 de febrero 2013, 10:10

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El mayor de cinco hermanos, en su casa siempre ha sido Kiko. No se reconoce con otro nombre, "ni miro, si me llaman José Francisco". Nace en Los Boliches (Málaga, 1960) donde vive sus primeros diez años hasta que se traslada a Málaga con su familia. Iba para médico, su verdadera vocación, pero circunstancias familiares lo llevaron a estudiar Magisterio. "No sentí en ningún momento ese rayo divino que te tira del caballo, pero si tuviera la oportunidad de vivir una segunda vida, me dedicaría a la Educación". Casualidades de la vida, sus dos hijas se dedican hoy a la medicina.

En tres años termina la carrera y con 20 años ya es funcionario. Durante 14 años trabaja en la docencia no universitaria, primero en colegios públicos y luego en centros de barriadas con graves déficit socioculturales y en el tutelar de menores. Una experiencia que le marcaría para siempre.

Estudia Pedagogía, se licencia en Ciencias de la Educación y más tarde en Psicología. Siempre ha estado vinculado al departamento de Didáctica y Organización Escolar de la UMA, donde empezó trabajando como profesor asociado a tiempo parcial. Todavía hoy y tras ser reelegido el pasado año, no se explica cómo lo fue la primera vez, aunque lo achaca a una cuestión de afinidades personales: "Estoy convencido de que creían que era buena gente y nada peligroso"

Apasionado de la lectura, "trato de que me guste el cine español", aunque confiesa que no ha visto aún ni 'Lo imposible' ni 'Blancanieves', las grandes ganadoras de los Goya. Lleva mal no salir más con los amigos, que le han acabado apodando 'El autista', "porque no respondo nunca".

Profesores cabreados, alumnos desmotivados, padres desesperados. ¿Qué está ocurriendo en el sistema educativo español?

Uf! ¿Por dónde empiezo? La perspectiva que tenemos con la LOMCE de nuestro amigo Wert no nos permite ser nada optimista. Se nos viene encima una organización del sistema educativo totalmente excluyente, que además legitima esa exclusión social con parámetros presuntamente objetivos. Recurre a pruebas y reválidas que no solo tienen como fin dejar fuera a quienes más necesitan del sistema educativo, sino que legitiman esa decisión. 'Chico, si tú no vales para estudiar, tienes que irte del sistema; ¿ves cómo no sirves?, aquí están los resultados'. La legitimación es tramposa. Si me voy a ver las calificaciones de los colegio de la Palmilla y las del Cerrado de Calderón, veré que en la primera hay un 70% de abandono escolar y una nota media por debajo de 4 y en el otro, no habrá abandono y la nota estará por encima del 9. Según el señor Wert, los torpes nacen en unos barrios y los listos en otros, o sea que Dios por encima de todo bondad es todo organización y hace nacer a los que tienen menos capacidad y a los menos cualificados en unos barrios y a los demás en otros. Así que se está legitimando una exclusión justo para aquellos que deben permanecer más tiempo en el sistema educativo, porque lo necesitan y no tienen familias de apoyo. ¡Es terrible!

El profesorado es sensible y comparte esta reflexión, pero incluso aquellos que no lo hacen, ven como su sueldo se ha reducido y que ha aumentado la ratio de alumnos por clase. Se empeoran las condiciones de trabajo y se bajan sus sueldos. ¡No es para estar contentos! A la vez, es comprensible que los padres estén cabreados con una escuela cada vez con menos recursos y con profesores ilusionados con proyectos de innovación, pero a los que se les ponen cada vez más impedimentos. La política que se está desarrollando ahora mismo en educación es lo más desafortunado que le ha ocurrido a este país en siglos.

Y con este panorama, ¿qué se le dice a un alumno para que no salga corriendo el primer día de clase?

Lo tengo clarísimo. Los alumnos de Ciencias de la Educación tienen un reto por delante que debe apasionarnos a todos. Todo está por hacer y tenemos capacidad de actuar y transformar las cosas; confío en sus posibilidades, porque esta generación va a tener un papel esencial en la mejora de la educación del país. Este es el mensaje positivo en el que creo y, además, combato la indefensión, eso de que se haga lo que se haga esto no va a cambiar nunca es falso. Todo depende de nuestro compromiso, de nuestra actuación, de cómo nos preparemos, de lo dispuestos que estemos de enfrentarnos a los retos y eso es apasionante. Gran parte del alumnado lo vive así.

Después de haber visto el programa de Jordi Évole sobre el sistema educativo de Finlandia, donde hay 18 alumnos por clase, una tasa de abandono del 0,2%, donde los niños comen gratis en la escuela... ¿Cómo se le queda a uno el cuerpo?

Empecé a verlo y me desencantó. Pero hubo una cosa que me pareció fundamental y es cuando se le pregunta al profesorado a qué prescripciones tiene que obedecer y contesta que los maestros son gente muy bien formada y que se confía en ellos. Tienen autonomía para interpretar qué necesitan los alumnos y también para organizar el trabajo porque son expertos en eso. Creer en la autonomía de un profesorado bien formado es la clave del éxito de la escuela. Además, asumiendo esa autonomía entra en un círculo de continuo perfeccionamiento, pero no nos equivoquemos, no es un cheque en blanco, están padres y compañeros para controlar si tú en el día a día estás actuando de una forma eficaz. Creo que hay que dejarse de tantos papeleos, de tanta burocracia, de tanta pose de que se está cumpliendo con la última normativa que, además, no se entiende porque es difícil y empezar a confiar más en la labor del profesor o ¿nos imaginamos dándole a un médico la prescripción de cómo tiene que operar de apendicitis?

¿Dónde ha quedado ese maestro que administraba disciplina, pero que todo el mundo respetaba?

Aún recuerdo la enciclopedia Álvarez y cómo hasta hace poco tiempo el conocimiento se podía compendiar en un solo volumen. Las cosas eran muy fáciles. El maestro era poseedor de ese conocimiento e imponía respeto porque era el encargado de transmitirlo. En la actualidad, la explosión de información y sus diversos cauces eran impensables hasta hace pocos años. Ha desbordado todo lo imaginable. Internet, revistas, imágenes, redes sociales... y en todo esto, ¿qué papel juega el maestro? Hace 30 ó 40 años tenía un nivel de conocimiento superior al de la inmensa mayoría de los padres; ahora, son ingenieros, periodistas o abogados. En la actualidad, tiene un papel muy complicado; compiten con él el buen cine, la Red, documentales, twitter. El maestro tiene que volver a recuperar su autoridad y para ello tiene que recuperar su espacio y demostrarle a la sociedad que es competente, dando herramientas al alumno para que filtren la gran cantidad de información que le llega y que ese filtro se transforme en educación para entender y transformar el mundo en el que vive. Pero, ¿con qué herramientas? Puede competir el profesor cuando tiene que enseñar con los pocos ordenadores que tiene, o los que se quedan antiguos o con las redes wifi que no funcionan porque hay dos aulas que están trabajando simultáneamente?

¿Dónde queda la educación dentro de la formación?

No puede haber una cosa sin la otra. O los valores y la ética van ligados a los conocimientos que se abordan en distintas materias o estamos dejando vacías las vivencias y el aprendizaje moral. El conocimiento es la herramienta que le ha permitido al hombre interpretar el mundo en el que vive y lo ha utilizado para construir un mundo más humano. Ese conocimiento siempre ha estado ligado a problemas éticos. No hay ni un problema humano que sea exclusivamente academicista.

¿Está harto del tópico de que los maestros tienen muchas vacaciones?

El trabajo del maestro lleva consigo mucho desgaste. Creo que necesitan un periodo vacacional amplio, aunque también creo que parte de este tiempo podría dedicarse a un tipo de trabajo que no fuera el contacto directo con el alumno. Lo que ocurre es que cuando las distintas administraciones han planteado esto, siempre han sido trabajos áridos, burocráticos, sin sentido que pueda revertir en la mejora de la calidad educativa. Así que mientras que eso sea así, pues mejor los dos meses de descanso.

¿También es bueno tanto tiempo de vacaciones para los estudiantes?

Naturalmente. Creo que a los alumnos le viene bien distanciarse de la escuela. Tienen que tener tiempo para ser niños. Pensamos en la escuela como ese espacio con expertos que ayudan a construir el conocimiento de las nuevas generaciones, pero también donde se atiende a los niños porque los padres trabajan. Esta tarea asistencial es muy importante y hay que atenderla, porque cuando hay chavales de determinados barrios que van a estar tres meses en la calle absolutamente desatendidos, pues es un problema grave. Hay que pensar en soluciones, pero no creo que tenga que darlas la escuela.

¿Entiende a quienes dicen que Magisterio es la 'maría' de la universidad?

Craso error, ahora las notas medias de los alumnos de nuevo ingreso son de las más altas de la Universidad de Málaga. En concreto, la de Magisterio de Educación Primaria está en el 7,2 y Educación Infantil, 7,4. Es cierto que tenemos las tasas de éxito más altas de la UMA, no sé si eso se traduce en que es una carrera facilona. Nuestros alumnos aprueban más que los de Medicina o los de las ingenierías y menos que los de Ciencias de la Salud. También la Facultad de Ciencias de la Educación aparece en las encuestas de satisfacción del alumnado entre los tres primeros centros más valorados por su calidad docente (los otros son Ciencias de la Salud y Medicina). El que existan unos buenos datos en relación a las buenas calificaciones, ¿por qué nos debe hacer sospechar sobre el aprendizaje del alumnado? A lo mejor ha llegado el momento de preguntarse por qué en determinadas titulaciones hay unos datos tan horrendos.

Eso se llama echar balones fuera...

En absoluto. Es que creo que lo que debe levantar sospechas es el fracaso escolar. ¿Qué valor tiene una institución que sus estudiantes no tienen buenos resultados? En ese caso, algo estaremos haciendo mal y además en titulaciones donde el alumno entra con notas muy superiores a las que tienen los nuestros.

¿Cómo encaja un decano de Educación la nueva reforma educativa que plantea el Gobierno?

Malamente. Cualquier reforma crea ilusión en la ciudadanía porque da sensación de cambio; el problema es que cuando no se sabe qué reformar se hace una reforma educativa, que además sale barata. La reforma educativa consigue cambiar de la estantería del profesor una ley por otra. Pero eso no cambia la realidad educativa. Otro aspecto es que se van a hacer ranking de los centros para facilitar a los padres la elección del colegio para sus hijos. Pero, ¿qué padres van a tener la posibilidad de estar atentos a esos ranking, quiénes van a tener la posibilidad de desplazar a sus hijos, quiénes van a tener las estrategias suficientes para que una de esas plazas sea para su hijo? Está claro que todos los padres no van a tener las mismas posibilidades. Se habla de que tendrán la libertad de decidir el colegio y es absolutamente falso. Algunos estarán condenados a tener a sus hijos en el colegio del barrio y como el centro tendrá menos recursos, pues estará peor valorado cada año. Es una reforma tramposa al servicio de legitimar la desigualdad.

¿Por qué cree que nunca se ha considerado la educación como un asunto de estado?

El sistema educativo tiene un valor esencial desde todas las perspectivas ideológicas, es fundamental en la transmisión ideológica y ningún partido político quiere dejar escapar la oportunidad de intervenir en ese espacio tan interesante para ellos. Desde cada posicionamiento político se tienen consideraciones sociales muy diferentes y se piensa en una escuela con sentido para una determinada sociedad y para un determinado ser humano. Si hay perspectivas de distintas sociedades y de distintos seres humanos, hay también diferentes formas de escuela que sirven a cada uno de esos seres humanos. Por eso es tan dificil llegar a acuerdos.

Desde el primer momento apoyó las protestas de sus alumnos en contra de los recortes ¿no ha temido significarse demasiado?

En ese momento, cuando soy la cabeza visible de algunas actividades, como macroasambleas, manifestaciones o encierros recibo muchas críticas de todos los sectores y todos los ámbitos. Pero tengo claro que el decano de una facultad de Educación, con la que está cayendo, con el mayor ataque que ha tenido la educación pública en los últimos siglos, tiene que asumir esa responsabilidad por encima de su cargo institucional. No puedo mantenerme al margen y, a la vez, me origina un conflicto con mi responsabilidad institucional, pero priorizo el compromiso que tengo con la educación en mayúsculas. Esto hay que contestarlo. Nos va la vida en ello.

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