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HÉCTOR BARBOTTA
Jueves, 19 de julio 2012, 14:49
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En un recinto donde circulan ferraris, porsches o maclarens y en el que recalan muchas de las embarcaciones más lujosas que surcan los mares del mundo no es fácil robarse todas las miradas. Menos aún si las dimensiones obligan a fondear fuera de puerto. Sin embargo eso es lo que ha conseguido A, el yate del megamillonario ruso Andrei Melnichenko, de 41 años, que fondeó frente a Puerto Banús en la tarde del pasado lunes y ya se ha convertido en la gran sensación de este verano en Marbella. El objeto de todas las miradas y de algunos comentarios cargados de envidia sana y de la otra.
Las cifras podrían hablar por sí mismas. Las objetivas e indiscutibles, como los 120 metros de eslora que ya quisieran para sí muchos de los cruceros que llevan por el Mediterráneo a los viajeros de a pie deseosos de disfrutar de unas vacaciones en el mar, o las de imposible confirmación pero que ya han contribuido a hacer un mito de esta nave: los 300 millones de dólares (244 millones de euros al cambio) que se asegura demandó su construcción y que el propietario abonó sin pestañar o el millón de dólares necesario para llenar el depósito de combustible cada vez que el yate se hace a la mar. Una cantidad que no parece preocupar a Melnichenko, que ha sido visto a bordo de su yate en destinos tan distantes como San Diego, Singapur y, ahora, Marbella.
Con todo el impacto que puedan causar, ninguna de estas cifras explica la sensación que transmite A, que bien podría pasar por el refugio flotante del último villano condenado a enfrentarse con James Bond, por un moderno barco dedicado a las investigaciones submarinas de vanguardia o por el último artilugio bélico de la Armada norteamericana.
Sin embargo, no es más que el capricho de un millonario ruso que entró en la lista de Forbes cuando rondaba la treintena y que desde 2008 con una fortuna estimada en 9.000 millones de euros recorre puertos de medio mundo con una fortaleza flotante que lleva como único nombre la inicial de su mujer, la modelo serbia Aleksandra Nikolic.
Con una fortuna amasada inicialmente en el sector financiero y sustentada actualmente en el carbón, posiblemente resulte antipático preguntarse por las condiciones de trabajo y de vida de los mineros rusos del sector no vaya a incluirse la pregunta entre los comentarios movidos por la envidia, y más oportuno regresar al barco que ha causado sensación entre los veraneantes que estos días colapsan las callejuelas de Puerto Banús.
¿Futurista o retro?
Diseñado por el francés Philippe Starck, un genio a la hora de combinar estética y funcionalidad, se trata de uno de los diez yates privados más grandes del mundo, y algunos no dudan en situarlo a la cabeza en el ranking de los más modernos y de diseño más arriesgado. Hay quien lo considera futurista, pero los más observadores ven en la embarcación cierto aire retro, como el batmóvil del Batman de Tim Burton. Para quienes advierten en A cierto parecido con un barco de guerra, o con un submarino que acaba de emerger desde las profundidades, las reminiscencias son inquietantes. No en vano el barco salió del astillero Blohm Voss, donde siete décadas atrás funcionaba la factoría de la armada de la Alemania nazi y donde se botó el legendario acorazado Bismarck, orgullo de la armada hitleriana.
Si Melnichenko relajara las estrictas medidas de seguridad que rodean a su juguete de 300 millones con la dorada inicial de su amada en la popa seguramente estas reservas desaparecerían. El barco no está pensado para la guerra, sino para todo lo contrario.
Se cuenta que en la torre, una cama giratoria rota sobre su eje para que sus ocupantes no tengan que esforzarse, ni dejar de hacer lo que estén haciendo, para ver el paisaje completo, que los invitados disponen de seis suites con todas las comodidades, que una librería a bordo dispone de un archivo con 2.000 películas en formato dvd, y que en su macrodiscoteca con barra de cristal se celebran fiestas memorables. Que el barco disponga además de dos piscinas, helipuerto y jacuzzi en cubierta ni sorprende a estas alturas ni diferencia a A de otros yates de la gama más alta.
De momento se desconoce hasta cuándo el lujoso yate cuyo nombre en letra dorada luce en popa como una oda al minimalismo permanecerá fondeado frente a Banús. Su dueño llegó el pasado domingo al aeropuerto de Granada en avión privado faltaría más en compañía de su esposa. Tras visitar la Alhambra, la pareja se embarcó en el puerto de Motril y puso proa rumbo a Banús. Desde el lunes, A causa sensación frente a las costas de Marbella. Quien creyera que esta ciudad ya no se asombra ante nada se ha llevado una sorpresa.
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