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DEFENSA PERSONAL

Cuidado con las palabras

JUAN BONILLA

Domingo, 29 de junio 2008, 03:07

Un día, quizá, aprenderemos todos que de las palabras apenas importa el género, ni siquiera el idioma en que se dicen sino dónde se puede ... llegar con ellas SI a miembro corresponde miembra contra toda lógica salvo la del fundamentalismo, ¿por qué no Ministeria al Ministerio, incluso al de Igualdad? Podemos hacer chistes fáciles sobre el caso durante horas pero es tan cansado como ridículo. Puede que la ministra de Igualdad haya dicho que sencillamente se equivocó, o que quiso gastar una broma, o ser mala por un día, pero créanme, lo peor de todo esto es que hay gente que se lo toma en serio. Ahora por ejemplo habrá un encuentro sobre la mujer en el mundo que reunirá a cientos de especialistas en las más diversas ramas del saber en Madrid, desde literatura a medidina, desde ciencias sociales a deportes, y una de las ponencias va de eso, de cómo hay que cambiar el lenguaje desde arriba para que no sea sexista: una asociación feminista va a presentar los logros obtenidos en su lucha por hacer que el lenguaje sea menos sexista, y apuestan por la palabra «miembra», supongo que para hacerle la corte a la ministra. Lo malo es que se piense que el lenguaje es una cosa tan débil como para que le importe lo que quieran hacer desde arriba con él, cuando el lenguaje precisamente tiene su gracia en que sólo desde abajo llega alguna parte: lo ha demostrado el gran lingüista Agustín García Calvo hace ya doce o trece libros. Luego está la realidad, por supuesto, con sus imposiciones, sobre todo las que logran inventarse los periodistas: no son muchas de ellas menos ridículas que la de la ministra. Es justo por debajo de la realidad por donde corre el agua del lenguaje, que siendo de todos no pertenece a nadie, y por lo tanto no pertenece a ninguna ministra ni a ningún grupo que quiera cambiarlo a golpe de decretos y prohibiciones. Recuérdese que quienes siempre han tenido miedo del lenguaje y han querido crearlo desde arriba, pretendían con esas medidas imponer una forma de pensar y por lo tanto una forma de comportarse (no ya el lenguaje, el acento era determinante para sugerir una extracción social, y durante mucho tiempo el acento andaluz, el habla de aquí era señal de nuestra condición de pobres). Que hay muchos casos en los que el lenguaje se las arregla para ser machista es obvio... siempre que califiquemos de machistas a aquellos que utilizan ese lenguaje, y no a todos o al lenguaje en sí por el mero hecho de ofrecer la ocasión de ser machista a los machistas. Se dice: el lenguaje es antisemita porque hay una palabra como «judiada», y es un poco fullero: será antisemita el que para expresar una traición diga que se ha cometido una judiada, yo eso nunca lo he dicho, no sé porqué mi lenguaje tiene que cargar con una culpa que no le corresponde.

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