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El inflexible magnate Wellington Burt.
¿Sabías que...?

El testamento más puñetero de la historia

En la historia de las últimas voluntades hay casos poco convencionales, desde un heredero que se comunicaba a través de la güija hasta una competición de natalidad

Sábado, 12 de junio 2021, 20:38

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La condición de no dejarse bigote

Para hacer un testamento realmente curioso hay que currárselo un poco, porque la historia ya empieza a estar llena de gente que ha dejado todos ... sus bienes a su mascota y cosas así. La originalidad suele radicar en dos puntos. Uno consiste en establecer condiciones más o menos caprichosas y más o menos irritantes para que los herederos accedan al 'botín'. En este punto, resulta obligado recordar al insigne poeta alemán Heinrich Heine, de quien cuentan que se lo dejó todo a su esposa con la condición de que se casase de nuevo: de esa manera, escribió, habría al menos un hombre que lamentase su muerte. Pero también podemos encontrar ejemplos tan delirantes como el de Henry Budd, el inglés del siglo XIX que repartió su interesante fortuna entre sus dos hijos, con la condición de que ninguno de los dos se dejase jamás bigote. La otra vía hacia la originalidad está en buscarse herederos inesperados. Ahí pocos pueden rivalizar con Helen Dow Peck, la estadounidense que en 1958 dejó más de 150.000 dólares a John Gale Forbes, una presencia con la que había contactado a través de la güija. La señora Peck estaba convencida de que el misterioso Forbes era un paciente de una institución psiquiátrica, capaz de proyectarse telepáticamente, pero nadie logró dar con él y el testamento acabó anulado.

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