Por qué hablar con los niños de dinero

¿Qué piensan los niños del dinero? ¿Cómo enseñarles a relacionarse de una manera sana con él? «Con 4 o 5 años, si utilizamos un lenguaje apropiado, los chavales pueden interiorizar ya algunos de los hábitos básicos para que tengan una actitud cuidadosa y responsable», señala Caterina Ruzza, presidenta del Comité de Educación Financiera de la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros.

A estas edades los niños son una esponja, así que es el momento de explicarles que el dinero no nace de los árboles ni entra en nuestra casa en cantidades ilimitadas. Hay que hacerles entender que se acaba. «En Primaria, la curiosidad aumenta, son más conscientes y entienden perfectamente que el dinero es un medio para conseguir objetivos por el bien común y no un fin. No debe ser la finalidad de una persona lograr mucho dinero, sino alcanzar una vida satisfactoria», advierte Alicia López Losantos, psicóloga especialista en familia. La experta incide en que la conversación sobre el dinero debe ser habitual desde que son pequeños, ya que, de esta manera, las cosas serán más sencillas en el futuro, cuando haya más en juego.

Lo más fácil y divertido para los niños es tratar el tema desde la práctica, y la economista promueve la difusión de la educación financiera a través de proyectos específicos, como la herramienta didáctica 'YoWelfare Kids, Junior y Teen'. «Cuando lo impartimos en los colegios los niños se interesan por el trabajo de sus padres o por cómo es posible ahorrar. Los padres nos dicen que es muy eficaz porque les hace preguntarse si realmente necesitan comprarse una cosa, si es una necesidad o acaso solo un capricho. A partir del instante en que el niño comienza a preguntarse esto antes de pedir algo, su comportamiento cambia. Un gasto es inteligente cuando, antes de comprar, la persona se cuestiona si realmente lo necesita», insiste.

De hecho, un estudio de la Universidad de Michigan publicado en el año 2017 desveló que los niños de tan solo 5 años ya tenían reacciones emocionales distintas al gastar y al ahorrar, sabían distinguir.

Ruzza propone, asimismo, hacerles partícipes de aquellas actividades que realizamos en el día a día, como hacer la compra. «Deja que tu hijo te ayude a elegir los productos, a evaluar la calidad y la conveniencia de comprarlos, que aprenda los precios para saber, así, definir el valor de las cosas». Les podemos animar a comparar precios e, incluso, dejarles que sean ellos los que paguen pequeños importes.

Los pequeños observan todo desde temprana edad y comienzan a ser conscientes de que sus padres utilizan el dinero como moneda de cambio por cosas. Al igual que se debe abordar la relación con el dinero desde un punto de vista neutro, sin etiquetarlo con emociones positivas o negativas, tampoco debe utilizarse como premio. Es decir, nada de darles un euro o dos porque hayan aprobado un examen o porque hayan hecho la cama. Ese sistema de recompensa, alertan los expertos, no es bueno. «No deberíamos vincular el dinero con comportamientos meritorios porque entonces enviamos el mensaje de que todo tiene un precio, lo que generaría mensajes confusos», señala Losantos.

No podemos hablar de dinero sin hacer mención de la famosa paga. ¿Sí o no? «Aconsejamos establecer una paga con nuestros hijos que sea ajena al rendimiento que tengan en el colegio o a lo que ayuden en casa. De este modo, serán capaces de aprender a ahorrar para sus objetivos dándoles un orden, una prioridad y la capacidad de saber discernir lo importante de lo superfluo», ahonda la especialista.

¿Cuándo? «A partir de los 6 años ya son capaces de realizar cálculos matemáticos que les permitirán usar el dinero con seguridad. El ahorro es una ilusión de futuro, así que si los pequeños saben el esfuerzo que supone conseguirlo, serán más cuidadosos a la hora de gastarlo».

Ahora bien, ¿cuánta dinero hay que darles de paga? «Una cantidad acorde a la edad y al presupuesto familiar», coinciden los expertos sin atreverse a dar cifras concretas.