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El beneficio de que ellos orinen sentados
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El beneficio de que ellos orinen sentados

Cada vez más hombres se suman a esta postura. No está confirmado que sea buena para la salud, pero mantendrá el baño limpio

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Jueves, 13 de febrero 2020, 00:08

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Si es usted un hombre que ya orina sentado, esto no le sorprenderá, pero para muchos y muchas, hacer una pequeña encuesta entre los colegas y descubrir que son varios los que levantan la mano puede suponer toda una revelación. ¿Hombres meando sentados? Pues sí, cada vez más. Y no nos referimos a hacerlo en el bar, esta es una opción descartada incluso para las mujeres, que o bien optan por la postura del esquiador, salpicando incluso más que si fueran hombres, o gastan tiempo en forrar con papel higiénico un asiento que han podido utilizar cientos de nalgas a lo largo del día. Porque en los servicios públicos, no nos engañemos, no vale que lo haga la mayoría, o lo hace todo el mundo o la cosa no funciona. Aquí nos referimos a orinar sentados en casa, una costumbre cada vez más extendida.

Todo empezó en 2012 en Suecia, cuando Viggo Hansen, del Partido de la Izquierda, presentó una iniciativa para que los hombres orinaran sentados con el argumento de que ayuda a reducir los problemas de próstata y también «contribuye a una vida sexual mejor y más larga». En aquel país ya se animaba a los niños de las guarderías a hacerlo de ese modo porque lo veían más higiénico. Al mes siguiente, el ministro de Medio Ambiente de Taiwan, Stephen Shen, pedía a sus ciudadanos varones que adoptasen esa postura en sus baños públicos con el fin de mantenerlos más limpios. Decía que quería copiar a los japoneses; allí cerca del 30% de sus hombres se sientan. En Estados Unidos y Gran Bretaña, sin embargo, solo uno de cada cinco opta por ello.

La mejor forma de evitar salpicaduras es apuntar a la pared más cercana del inodoro. Si lo hace en la contraria, las gotas llegan a... ¡un metro!

En Alemania, a día de hoy, muchos apartamentos turísticos lo exigen a sus clientes masculinos, en un país donde se dividen entre los 'sitzpinklers', que se aposentan en la taza (palabra que ha bautizado esta tendencia) y los 'stehpinklers' que lo hacen de pie. En 2015, un tribunal de Dusseldorf dio la razón a un ciudadano que defendía su «derecho» a mear erguido tras haber sido demandado por su casero, que le exigía 1.900 euros por haber dañado el suelo con el ácido de su orina. El juez consideró que se trata de una práctica aceptada culturalmente.

Postura 'cultural'

El urólogo Ander Astobieta recuerda un estudio publicado en 2014 en la revista científica 'Plus One' que planteaba que los hombres con «problemas miccionales causados por cierto grado de obstrucción podrían beneficiarse de orinar sentados en el baño. Y encontraron que en estos individuos en concreto podía mejorar su perfil urodinámico y que el tiempo de micción era más corto». «En este sentido, el Servicio Nacional de Salud de Reino Unido recomienda a los hombres con este problema buscar un sitio relajado y tranquilo donde sentarse. Pero para la población en general, el informe no presentó diferencias entre hacerlo en una y otra posición», aclara.

En cuanto a las teorías que sostienen que puede prevenir el cáncer de próstata y mejorar las relaciones sexuales, «nada de eso está comprobado», advierte Astobieta. Como resumen, destaca que no se ha probado que esta postura otorgue ningún beneficio para la salud masculina. Se puede estar de acuerdo, eso sí, en que resulta más higiénico, pese a que una cosa es que se escape alguna gota fuera del inodoro y otra que, tras la micción, se formen charcos alrededor de la taza. La postura para orinar viene definida culturalmente desde hace mucho, ellos de pie y ellas sentadas, sin que esto tenga nada que ver con las condiciones fisiológicas propias de cada sexo. Y dicho esto, debemos olvidarnos del mito de que esta postura solo es para las mujeres», concluye.

Si aún no está convencido de las bondades al menos higiénicas de la postura, la empresa QS Supplies realizó un experimento con la ayuda de la luz ultravioleta que destapaba el alcance de las gotas del chorro de orina proyectado por los hombres estando de pie. De entrada, descubrieron que la mejor forma de evitar salpicar es dirigir la columna de orina hacia la pared más cercana al agujero, mejor que mear directamente en el hoyo e infinitamente más eficaz que hacerlo «hacia y alrededor de la pared posterior de la taza, diana que produjo la mayor cantidad de gotas y mucha más expansión». De hecho, algunas salpicaduras saltaron hasta un metro, la distancia a la que uno de cada 4 individuos que participaron en el estudio tenía colocado su cepillo de dientes. Si con esto no se convence...

El 'chivato' que grita si levantan la tapa y el agujero 'atrapaorina'

En 2015, el laboratorio de la Universidad de Utah Splash Lab –que se encarga de estudiar el comportamiento de los fluidos– ideó el 'agujero negro de orina', buscando evitar las odiosas salpicaduras. Inspirado en el musgo 'Syntrichia caninervis', una planta del desierto muy absorbente que recolecta agua con sus hojas, no utiliza en realidad esta planta, pero ayudó a estudiar la altura y el espacio dedicado al agujero del retrete óptimos para disminuir la cantidad de gotas del chorro de orina que saltan fuera.

Por otro lado, los alemanes, sí, otra vez, crearon un adminículo con cara y pinta de simpático fantasmita que, pegado en la tapa del inodoro, grita literalmente cuando alguien osa levantarla. ¿Y qué dice? Reproduce una advertencia grabada (hasta ocho disponibles) a tal volumen que puede oírse en toda la casa. Y quizá en las vecinas...

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