Melilla, no encontrarás nada igual
La ciudad protege su patrimonio con proyectos como 'Melilla, la España africana'
SUR
Jueves, 20 de enero 2011, 02:31
Convertida por los fenicios en colonia comercial, utilizada como puerto estratégico por los romanos, incorporada al Califato de Córdoba por los árabes y a ... la Corona de Castilla por los españoles, Melilla conserva y protege las huellas de todas las civilizaciones que contribuyeron a su desarrollo como tierra de intercambio.
En la actualidad, cuatro culturas conviven en una ciudad que se enorgullece de acoger en su seno a cristianos, musulmanes, judíos e hindúes. A través de la Ruta de los Templos, una iniciativa puesta en marcha por el área de Turismo, los visitantes pueden conocer desde dentro tanto los principales lugares de culto de estas comunidades como sus ritos y costumbres.
Prueba de la fusión de culturas y del respeto entre confesiones es que en el templo hindú, construido en 1975 y reformado recientemente, pueden admirarse símbolos de otras religiones. Más arraigada en su propia tradición, la sinagoga central abre también sus puertas al público para dar a conocer su vasto patrimonio. Otro importante centro religioso que se suma a la ruta es la mezquita de la Zaouia Alauia, un lugar de peregrinación situado en el Cerro de Palma Santa y cuya belleza sorprende a todos quienes lo visitan. La comunidad cristiana aporta a la iniciativa su iglesia más antigua, la de la Purísima Concepción. Se trata de una capilla construida en 1657 sobre los cimientos del templo de San Miguel, en pleno corazón del principal recinto fortificado.
Pero la convivencia armónica entre etnias, confesiones y culturas adopta otras manifestaciones que se materializan tanto en la vida cotidiana, mediante la gastronomía o el idioma, como en momentos puntuales del año a través de las diferentes fiestas religiosas. De esta manera, cohabitan de forma natural las procesiones cristianas de Semana Santa con las rupturas del ayuno en el mes sagrado del Ramadán, la Pascua judía o el Diwali hindú, conocida como festival de las luces.
Otra buena prueba de multiculturalidad es el colorido que imprimen a sus calles los propios melillenses, ciudadanos que asumen como propia la variedad de sus vestimentas y los rasgos característicos de cada etnia.
Perfecto reflejo de su diversa riqueza son también las cientos de piezas que recupera, custodia y muestran los museos de la ciudad. Además del Militar, Melilla cuenta con un Museo de Arqueología e Historia creado a principios del siglo XX para preservar los fondos y documentos de su rico patrimonio. Ubicado hasta ahora en la mítica Torre del Reloj, en la Ciudad Vieja, el centro se trasladará este verano al cercano Almacén de las Peñuelas para compartir espacio con los museos sefardí y bereber, casi únicos en España.
Melilla, sin embargo, es un museo en sí misma. El primer recinto fortificado esconde en su interior rincones cargados de historia que se muestran al visitante en perfecto estado de conservación. Los primitivos Aljibes que abastecían de agua a la población, las musealizadas Cuevas del Conventico, el Túnel de la Florentina, la Plaza de Armas o el Baluarte de las Cinco Palabras, donde en otras épocas se ajusticiaba a los reos condenados a muerte, mantienen vivo el recuerdo y la memoria de quienes levantaron las murallas de Melilla para protegerla del asedio de los enemigos.
Con el objetivo de poner en valor la riqueza patrimonial y el encanto que encierran las murallas de la ciudadela, el área de Turismo ha puesto en marcha el plan 'Melilla, la España Africana', un ambicioso proyecto que contempla la musealización didáctica del recinto, el embellecimiento de sus rincones más típicos y el impulso de las actividades culturales. Además de acoger puestos de venta de artesanía y terrazas que abrirán durante el fin de semana, a lo largo de toda la temporada se celebran conciertos de música que abarcan un amplio abanico de estilos. Asimismo, espacios únicos como el Hospital del Rey se convierten en escenario de exposiciones.
A muy pocos pasos de ese recinto se extiende el Triángulo Modernista, un núcleo urbano convertido desde hace años en centro comercial abierto que sorprende a los turistas por su belleza y originalidad. La obra del insigne arquitecto Enrique Nieto, discípulo de Antonio Gaudí, transformó la fisonomía de Melilla a principios del siglo pasado hasta situarla entre las ciudades europeas con más ejemplos vivos del modernismo. Una escultura del catalán se erige en pleno centro para mantener viva la figura de uno de los impulsores del crecimiento de Melilla.
En cualquier caso, el hecho de que la región supiera quedarse al margen del boom urbanístico de los años 60 y 70, le ha permitido conservar su esencia hasta hoy y poner a salvo tanto su amplio litoral de playas como sus populares barrios.
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