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Alejandro Rodríguez, director de la Escuela de Ingenierías Industriales. Fernando González
«Tenemos dificultades para mantener la actual oferta de plazas»

«Tenemos dificultades para mantener la actual oferta de plazas»

En Ingenierías Industriales, el centro más grande de la UMA, seis grados se quedan en un 5 y dos tienen una nota de acceso superior a 10

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Domingo, 21 de enero 2018, 00:42

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La Escuela de Ingenierías Industriales de la UMA es el centro más grande por titulaciones y número de alumnos de la UMA. Surgida con la fusión de las antiguas Escuelas Politécnica Superior y ETSI Industrial, oferta ocho grados y tres dobles grados. Aquí se da la paradoja de tener carreras que exigen más de un diez (en concreto, en un grado y en un doble grado), con otras que se han quedado con una nota de corte de 5.

En concreto, la titulación con mayor nota de corte de la escuela es el grado en Ingeniería Electrónica, Robótica y Mecatrónica con un 11.16. «Es una titulación muy demandada actualmente por el interés que despierta entre los estudiantes que se decantan por una ingeniería, que tiene, además, una gran proyección de futuro», asegura el director del centro, Alejandro Rodríguez Gómez. La segunda es el doble grado en Ingeniería Mecánica e Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto, con un 10.49. «Este doble grado combina un título clásico que cuenta con atribuciones profesionales y está siempre dentro de las profesiones más demandadas en la rama de ingeniería, como es el grado en Ingeniería Mecánica, con un título muy actual y de gran interés por parte de los estudiantes, como es el de Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto», afirma el director.

Pero Alejandro Rodríguez, como el resto de decanos y directores consultados, relativiza el valor de las notas de corte que, aunque reconoce que son un «referente para los estudiantes», no deja de ser un indicativo de la relación existente entre el número de plazas ofertadas y la demanda por parte de los estudiantes. De esta manera, explica, en este centro hay dos titulaciones con una nota de corte inferior, pero que tienen muy alta demanda. Son en concreto el grado en Ingeniería Mecánica y el de Ingeniería en Tecnologías Industriales cuyas notas de corte, según el director, se ven disminuidas por tener ofertadas 130 y 225 plazas, respectivamente. Pero la nota de corte no es representativa de la demanda de una determinada titulación. Por ejemplo, Ingeniería Mecánica se ha quedado este curso en un 6,03, pero cubrió toda su oferta, las 130 plazas, en junio.

En general, y a pesar de que a seis de sus titulaciones se ha podido entrar con un 5 de nota media, Alejandro Rodríguez considera que todas las titulaciones de la escuela «gozan de una alta demanda. Muestra de ello es que, para septiembre, solo contábamos con un 10% de las plazas ofertadas disponibles; El 90% restante se había cubierto en la convocatoria de junio».

Ajustar la oferta

Pero independientemente de las notas de corte, el director de esta escuela cree necesario que la UMA haga una ‘reflexión’ sobre la oferta total de plazas de esta escuela. Este curso han sido 835 plazas de nuevo ingreso, cifra que «se hace difícil de sostener por la evidente limitación de recursos: aulas, laboratorios, infraestructura de laboratorios y equipos docentes». La escuela, explica, se encuentra «al límite de ocupación de aulas de docencia en los turnos de mañana y contamos con casi la mitad de los estudiantes de la escuela en grupos de tarde, algo que no es del todo aceptado por estudiantes y dificulta la conciliación familiar del profesorado y del personal de administración y servicios».

Alejandro Rodríguez es partidario de ser más exigente en el acceso de los alumnos para evitar después las altas tasas de abandono

Otra cuestión importante es el rendimiento de los estudiantes. «Se ha comprobado la correlación existente entre las tasas de abandono y la nota de admisión», según informa el propio Ministerio de Educación. Por esto, propone una reflexión para confrontar si no es preferible «ser un poco más exigente en el acceso al estudio correspondiente a que un estudiante abandone estos estudios tras dos o tres años de esfuerzo y recursos, propios, de su familia y de la sociedad». Se trata de «buscar un equilibrio considerando la sostenibilidad de los recursos, pero teniendo como objetivo fundamental que los estudiantes tengan el mejor rendimiento académico que deriven en las máximas oportunidades en su desarrollo personal y acceso al mercado laboral.

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