Los valientes de Singapur
De nuevo, un grupo de aficionados del Unicaja se desplazó hasta la otra punta del mundo para apoyar al equipo en la Copa Intercontinental
Pese a lo costoso del viaje y a la lejanía con Málaga, la afición del Unicaja no le falló a su equipo. Un grupo de ... hinchas no dudó en cruzarse el mundo para ver en directo los partidos del Unicaja en la Copa Intercontinental. Ser testigos de un nuevo título es algo impagable para los que sienten al club cajista como suyo, de ahí que no importase la distancia.
El año pasado faltaron, pero en esta ocasión no se lo quisieron perder. Aurora Rodríguez y Paco Cabañas, un matrimonio de abonados del Unicaja, se planteó las vacaciones para coincidir con el equipo en el país asiático. Su gira por la zona comenzó en Tailandia y se cerró en Singapur para la Intercontinental. «Llevamos aquí desde el lunes y antes estuvimos en Bangkok, porque luego queremos estar en la Supercopa». Ambos están jubilados y son asiduos a los viajes del equipo cajista en este ciclo ganador. También estuvieron en Belgrado, en la primera Champions del Unicaja.
Sorprendente es el caso de Dan Reid un australiano que el año pasado se enamoró del Unicaja. En la grada, totalmente ataviado con los colores del club y la equipación de la temporada pasada. Esperaba nervioso a que comenzase el partido de 'su equipo' y este año había venido a Singapur desde Melbourne como regalo a su hijo.
También curioso el caso de Jason Luburic, nacido en Australia, pero criado en España, de hecho estudia 'Sports management', en Barcelona. Su padre trabaja en Singapur y no se quiso perder la cita. «Quería ver cómo es un evento de este tipo. Aquí es dónde quiero trabajar cuando acabe mis estudios, así que pensamos que sería una buena oportunidad venir a verlo en directo», comentaba a SUR antes del comienzo de los partidos.
Distinto fue el caso de Jesús Castañeda, que ya estuvo el año pasado en Singapur y en esta ocasión se ahorró la estancia en la ciudad y llegó una hora antes en un vuelo que salió de Ámsterdam e hizo escala en Estambul. «Lo que tenía que ver ya lo vi, así que dudé si venir o no, pero me apetecía», comentaba bien pertrechado con un cortavientos para protegerse del frío que hacía en el pabellón.
Por el pabellón había algún que otro cajista más, pero no tantos como el año pasado. Lo que sí se repitió fueron unas gradas casi vacías y eso que en la jornada inaugural la entrada era gratis. Poco más de 400 espectadores.
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