Postres para los más disfrutones en Málaga
Repasamos su origen y recomendaciones, desde tradicionales hasta más conservadores
En España, la gastronomía es parte de la vida cotidiana y los postres ocupan un lugar especial en esa relación con la mesa. No son ... únicamente el cierre de una comida, sino un momento que muchos esperan y disfrutan, asociado a recuerdos, costumbres y sabores que han pasado de generación en generación. Desde los hogares más sencillos hasta los restaurantes de autor, y desde pastelerías históricas hasta obradores contemporáneos, los dulces siguen atrayendo a quienes buscan un bocado que reconforte o sorprenda.
En Málaga, donde se mezclan el producto mediterráneo, la herencia árabe y una larga tradición repostera, este vínculo es aún más evidente. La repostería malagueña muestra un carácter propio que combina tradición, producto local y un respeto constante por el trabajo artesano. Desde la torta loca, los helados artesanales o el coulant de chocolate hasta las tartas de queso. Prepárese para saborear el verdadero pecado –inconfesable– de muchos.
El origen de los postres
Aunque hoy resulte natural terminar cualquier comida con algún bocado dulce, el concepto de postre no siempre existió ni cumplió la misma función. En las primeras civilizaciones –egipcia, griega y romana– ya se elaboraban comidas endulzadas, pero no necesariamente destinadas a cerrar un banquete. Muchas tenían un carácter ceremonial o se consumían como fortificante, utilizando la miel, frutas y frutos secos como fuentes principales de dulzor, en una época en la que el azúcar todavía era un ingrediente desconocido.
La llegada de los árabes marcó uno de los momentos clave en la evolución de la repostería peninsular. Introdujeron el uso habitual del azúcar, técnicas más delicadas y una preferencia por ingredientes como la almendra molida, el ajonjolí o las aguas aromáticas de azahar y rosas. Su legado es especialmente visible en Andalucía, donde perviven dulces que reflejan esa influencia histórica.
En la Edad Media empezó a establecerse la costumbre de cerrar la comida con algo dulce. Con el paso de los siglos, y especialmente entre el XVII y el XVIII, la repostería se convirtió en un signo de refinamiento social. La invención del hojaldre moderno o la popularización de técnicas más precisas permitió que surgieran nuevos postres.
No fue hasta el siglo XIX, con la expansión del azúcar de remolacha y los avances industriales, cuando los dulces dejaron de ser artículos de lujo y pasaron a formar parte del día a día. Nacieron las primeras pastelerías tal y como las entendemos hoy, y muchas recetas tradicionales quedaron volcadas en libros.
Los postres más populares de España
La repostería española es tan variada como su geografía. Cada región reivindica dulces propios y técnicas transmitidas a lo largo del tiempo, pero existe un conjunto de postres que han conseguido consolidarse como favoritos en todo el país. Entre ellos destaca el flan, junto con las natillas, dos clásicos eternos de la cocina casera que siguen presentes en restaurantes tradicionales y menús del día. Ambos representan esa simplicidad: ingredientes básicos y un sabor que remite directamente a la infancia.
Otro icono es el arroz con leche, un postre profundamente arraigado en diferentes regiones y elaborado con pequeñas variaciones que lo distinguen: desde el estilo asturiano con su característica superficie requemada hasta las versiones más cremosas y aromáticas a base de canela y cítricos.
Las torrijas han dejado de ser un dulce exclusivamente asociado a la Semana Santa para convertirse en uno de los postres más reinterpretados por la cocina contemporánea. Su origen humilde, basado en aprovechar el pan duro, convive hoy con versiones ligeras, caramelizadas e incluso acompañadas de helados y frutas frescas.
Otro fenómeno imparable es la tarta de queso. Lo que en su día fue un postre de pastelería de lo más habitual, hoy se ha transformado en toda una categoría por sí misma, con estilos que van desde las tartas densas y horneadas hasta la famosa versión vasca, prácticamente líquida en el centro. Sin olvidarnos, de la sencillez de la tarta de manzana, elaborada con hojaldre, y una base de crema pastelera.
Dentro de los grandes clásicos también debe mencionarse la crema catalana, reconocida por su inconfundible capa crujiente de azúcar caramelizado. A pesar de su marcada identidad regional, su presencia se ha extendido por todo el país. No puede faltar el chocolate, un ingrediente que se adapta a todos los gustos y formatos. Coulants, brownies, mousses y tartas tres chocolate siguen siendo elecciones seguras en carta. Paralelamente, los helados artesanos han experimentado un auge notable. Lejos de ser estacional, cada vez más restaurantes trabajan con heladerías locales para crear sabores propios para sus postres.
Los dulces con más tradición en Málaga
La escena repostera malagueña también ofrece un amplio abanico de dulces que definen el gusto de la provincia. Tanto en restaurantes como en pastelerías, la oferta se ha diversificado sin perder sus raíces.
Las tortas locas son, probablemente, el dulce más representativo de Málaga. Están elaborados con unos discos de hojaldre rellenos de crema pastelera y cubiertos por un glaseado anaranjado que culmina con una guinda. Este postre, forma parte de la memoria de los malagueños y mantiene su presencia tanto en pastelerías tradicionales como en locales que han decidido reinterpretarlo en versiones más sofisticadas.
El tocino de cielo es otro de los grandes protagonistas en la escena dulce con una presencia habitual en restaurantes que apuestan por la cocina tradicional andaluza. En los últimos años, muchos chefs han comenzado a acompañarlo con helados cítricos o notas ácidas para equilibrar su dulzor característico.
También mantienen una importante presencia los postres caseros como las natillas o los flanes, que nunca pasan de moda. Los helados, por su parte, forman parte esencial de la identidad gastronómica malagueña. La provincia cuenta con heladerías artesanas de larga tradición, pero también con obradores modernos que han introducido sabores inspirados en la despensa local, como el mango, las pasas de Málaga o combinaciones con vino Moscatel.
El uso de fruta tropical local ha transformado además la repostería malagueña contemporánea. Mousse de mango de la Axarquía, sorbetes de limón del Valle del Guadalhorce, tartas con chirimoya o pitahayas se han integrado en las cartas. A esta tradición se suman los dulces festivos, que siguen marcando el calendario malagueño: los pestiños bañados en miel durante la Semana Santa, los roscos de vino y mantecados navideños, o los buñuelos y churros.
Como contrapunto moderno, ha crecido la presencia de pastelerías de autor donde conviven productos de masas laminadas, cruasanes rellenos, tartaletas con frutas de temporada y postres con técnicas de alta repostería. Estos espacios combinan influencias francesas y nórdicas con ingredientes locales, generando un estilo propio. O restaurantes que reivindican clásicos, muchos preparados enfrente al comensal, como los 'soufflés' franceses o el 'lemon pie' originario de Inglaterra.
Tampoco ha pasado desapercibida en Málaga la fiebre por la tarta de queso. Muchas pastelerías han desarrollado versiones propias utilizando, en algunos casos, queso de cabra malagueña, lo que aporta una identidad y un carácter diferenciador.
PISTAS
Leña (Hotel Puente Romano, avda. Bulevar Príncipe Alfonso de Hohenlohe, Marbella) posee unos postres imprescindibles: desde la tarta de chocolate cremosa y avellanas tostadas hasta 'el flan que quiso ser tocino del cielo', yuzu, galleta de clavo y albahaca.
Tutto Bene (C/ de la Cruz, 3, Fuengirola) ofrece para terminar la comida un helado de pistacho siguiendo la receta familiar ya que su propietario, Federico Ramazzotto, es la cuarta generación de hosteleros.
Areia (C. de Ramón Gómez de la Serna, 23, Marbella) se decanta por un clásico postre, el soufflé Grand Marnier 'à la minute', que terminan en mesa flambeándolo con el licor de naranja francés y terminado con helado. Obrador Tejeros (Obispo Salvador de los Reyes, 7, Málaga) tiene en su repertorio de dulces unos buñuelos rellenos de crema pastelera y espolvoreados con azúcar en polvo.
CaramelloSalato (C/ Carretería, 20, Málaga) elabora tortitas de arce pero también de nutella, pistacho y kinder.
El Alimentario (avda. Infanta Elena, 1, Torre del Mar) deleita al comensal con la clásica tarta de limón hasta un arroz con leche con piña al curry y helado de coco.
Sarmiento (Carretera de Casares, km. 12,5, Casares) sirve una tarta de queso semicurado de cabra payoya con helado de membrillo.
Pauza (C/ Cómpeta 2, La Cala de Mijas) posee un hojaldre caramelizado, relleno de dulce de leche, nata montada y frutos rojos, en una perfecta armonía entre dulzor y acidez de las frambuesas, grosellas y arándanos. Despacho de Sabores (C/ Lozano de Torres, 3, Málaga) sugiere en su obrador el clásico 'lemon pie' o unos alfajores de chocolate blanco y nuez.
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