Los cambios en el sector turístico ponen en la cuerda floja a más de un grupo histórico
La demanda, el impacto de la tecnología, la incertidumbre que genera el Bréxit o fenómenos como demonizar los viajes en avión por su nivel de contaminación provocan sacudidas en empresas consolidadas
La quiebra del operador de viajes más antiguo del mundo, Thomas Cook, era la crónica de una muerte anunciada que pocos imaginaban que pudiera llegar. ... Sin embargo, los vertiginosos cambios en la demanda, el impacto de la tecnología, la incertidumbre que genera un Bréxit inevitable o de fenómenos como el que toma cuerpo de demonizar los viajes en avión por su nivel de contaminación provocan sacudidas en grupos históricos y consolidados.
Sólo en el negocio de la distribución de viajes, en el que eran los amos en Europa Thomas Cook y TUI Group, tampoco éste último, con mayor implantación en la Costa del Sol, pasa por su mejor momento. Los últimos datos de TUI Group apuntaban a un balance del primer semestre de su ejercicio fiscal, cerrado en marzo, con una pérdida atribuida de 341,3 millones de euros, un 21,5% más que en 2018. Unas cifras que distan de las aportadas en mayo por Thomas Cook, que en este mismo periodo había registrado unas pérdidas netas de 1.880 millones de euros. Pero ojo, que a esta cifra se llegó en sólo un año al multiplicar por 6,6 veces los 'números rojos' de 283 millones de euros del anterior ejercicio.
De ahí que el sector asista con preocupación y se ande con pies de plomo ante más de un gigante con pies de barro. Basta saber que TUI sólo para el periodo de agosto hasta el próximo mes enero tiene programado operar más de 110.355 plazas para volar a la Costa del Sol, nada menos que un 24% más. La cifra constata el volumen de negocio que este operador tiene también en camas hoteleras contratadas en la provincia.
También la quiebra de Thomas Cook ha avivado el temor de que pueda afectar a otras compañías que siguen en pie y que formaban parte del grupo británico, como son la aerolínea germana Cóndor o la firma Thomas Cook Escandinavia, su filial en los países nórdicos.
En estas mismas semanas en las que se ha gestado la desaparición de Thomas Cook, tras 178 años de actividad, otro de los grandes de la aviación Norwegian ha conseguido despejar su futuro más inmediato en la cuenta atrás del vencimiento del plazo de una deuda difícil de encarar y de la que dependía su supervivencia. En este caso la Costa se jugaba mucho porque esta compañía es la cuarta más importante en volumen de pasajeros en el aeropuerto de Málaga. Concretamente, esta compañía movió en el destino malagueño el pasado año un total de 1.552.592 de pasajeros. Sin embargo, los problemas financieros por los que atraviesa, muy mediatizados por la prohibición temporal de vuelo de los Boeing 737 Max, de los que esta compañía ostenta el título de ser la que más flota tiene en Europa de este modelo, les mantenían al borde del precipicio hasta la semana pasada en la que la aerolínea de bajo coste anunció un acuerdo con sus tenedores de bonos para aplazar dos años el vencimiento de la deuda y ganar liquidez. Norwegian había presentado dos semanas antes la oferta, que afecta a dos bonos con un valor nominal de 346 millones de euros que vencen en diciembre de este año y en agosto de 2020. Sin embargo, esta incertidumbre económica ya ha pasado factura en la provincia, en la que la compañía ha anunciado que de agosto a enero del próximo año ofertará 103.000 plazas aéreas menos en la Costa.
Los vientos que azotan al turismo por una nueva generación que emerge y que cuestiona el impacto de los viajes en el medio ambiente se han convertido ya en un temporal para el grupo Air France-KLM que registró unos 'números rojos' de 240 millones de euros durante el primer semestre del ejercicio, resultado que supone unas pérdidas un 51,3% superiores a las del mismo periodo de 2018. Y eso que en ellas no se computa el impacto que tendrá la aplicación a partir de 2020 de una ecotasa que impondrá el Gobierno francés y que va desde los 1,50 euros en billetes de clase turista dentro de la Unión Europea y tres euros en destinos internacionales, hasta los 18 euros para los vuelos internacionales en primera clase o los 9 euros en clase preferente dentro de la zona comunitaria. Air France, tras importantes caídas en Bolsa después del anuncio de este impuesto, cifró en 60 millones de euros anuales el coste adicional para el grupo, que consideró que esta ecotasa será «extremadamente penalizadora porque el 50% de sus vuelos son operados fuera de Francia».
Lo peor es que se esperan nuevas medidas de similar índole dentro del paquete de medidas de sosteniblidad del Gobierno alemán. País en el que su aerolínea de bandera, Lufthansa Group, también en este primer semestre del año ha perdido 116 millones de euros, lo que ha supuesto entrar en pérdidas tras los 713 millones del mismo periodo de 2018. La aerolínea achacó en su momento este resultado a la dura competencia en Europa y al exceso de capacidad, especialmente en las rutas de corta distancia desde Alemania y Austria, además de a la revalorización del riesgo fiscal en Alemania, para lo que se requirieron provisiones de 340 millones de euros. Sin olvidar que la última quiebra importante en Alemania, hace meses, la de Germania supuso también un revés en la conectividad, que se sumó al impacto del provocado por la desaparición de Air Berlin, con el segundo mercado más importante para la Costa. Y la experiencia ha confirmado que cuando una compañía quiebra no es ni fácil ni inmediato recomponer la conectividad ni el flujo de viajeros porque la negociación de las autorizaciones de despegue y aterrizaje, los 'slots', es clave y compleja. A la vista está lo sucedido también tras la caída de Monarch.
El turismo es una industria muy sensible. El último capítulo que muestra lo delicado de la situación se produjo ayer con el anuncio de la eslovena Adria Airways, asociada con la suiza Swiss, de suspender temporalmente sus vuelos.
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