Viajes por los caminos de guerra

Han sido muchos días de recorrido juntos por distintos puntos de la geografía española para poder realizar un compendio de las rutas que siguieron en sus conquistas Almanzor o Tariq, sin olvidar a Alfonso XI o al infante don Fernando. Precisamente, del periplo de estos últimos se reflejan en la obra dos de las rutas relacionadas con Málaga, 'La campaña de Teba' y 'La conquista de Antequera'. Incluso para conquistar la ciudad del Torcal tuvieron que traerse máquinas de guerra desde Sevilla, que eran tan grandes, que hubo que derribar parte de la muralla de Sevilla para poder sacarlas de la ciudad, reseñan los autores.

«Dos de las grandes campañas y el paso de las tropas por distintos puntos pertenecen a despliegues musulmanes. Una de ellas es la de Tariq allá por el 711. Desde los alrededores del río Guadalete en Andalucía subió hasta la frontera actual entre Burgos y Cantabria. Eso significa que se hizo en la misma campaña unos 1.000 kilómetros en busca del tesoro de los visigodos. La otra tiene como protagonista a Almanzor en la última ruta que hace para destruir el monasterio de San Millán de la Cogolla. Almanzor sale de Córdoba, llega a Toledo, va por Soria para subir a Clunia para llegar posteriormente al claustro. Esta es una ruta maravillosa», enfatiza Carlos Vara.

Siete grandes rutas, divididas en etapas, para que sea más fácil seguirlas llenan las páginas del libro. No faltan los monumentos de las localidades por las que pasan. Y como suele ser habitual, los autores hacen nuevas aportaciones sobre cuestiones que ha dejado abierta la Historia. «Hemos concluido que Tariq en su camino hacia Peña Amaya en Cantabria, no tiró por Somosierra, como defienden muchos autores, sino por Cerdecilla. Lo sabemos porque puso su nombre aun monte. Como es sabido el nombre de Gibraltar proviene de »el monte de Tariq«. Y este líder mulsulmán volvió a repetir la jugada en la sierra de Madrid, donde hay un collado de Gibraltar, en Cerdedilla», asevera Carlos Vara.

«El valor de estos libros es haber hecho el camino personalmente. Muchos de estos recorridos, acompañados por gente experta en la materia. Así se pueden constatar muchos de los escritos existentes o bien encontrar los errores que sistemáticamente se pueden ir amplificando de una fuente a otra. También se indica exactamente qué carreteras coger, pues las denominaciones pueden cambiar según la comunidad por la que se viaje. A veces hemos tenido que ir y volver varias veces para hacer una labor detectivesca para trasladar los caminos medievales a las carreteras actuales. Es un libro para disfrutar en casa y luego sobre el terreno, según el criterio del lector», concluye Javier Ramírez.