La sorprendente historia de la campana perdida del balneario de los Baños del Carmen de Málaga

¿Qué historia tiene? Hay una primera pista, que es el año de la inscripción: 1919. Es el siguiente al de la apertura del balneario, cuando se hicieron muchas mejoras, por lo que supuso una suerte de reinauguración del recinto. De ahí que el empresario José Luis Ramos, uno de los actuales socios del restaurante, se refiere a la tradición de la campana inaugural, que se debió colocar en algún lugar preferente y se hizo sonar para celebrar la reapertura de la temporada de verano.

De la importancia de la pieza habla el hecho de que se encargó a la fundición de Constantino de Linares (en ella aparece la inscripción C. Linares), en Carabanchel Bajo (Madrid). Este taller hizo, entre otras muchas, dos de las campanas de la Catedral de Málaga: Sagrado Corazón de Jesús, de 1908; y Santiago, del mismo año, según consta en los registros de la empresa, ya extinguida, pero que están digitalizados.

En las fotos más antiguas, de la década de los 20, su primer emplazamiento aparece en una imagen de la época, una serie de postales de Mateu SA que se conservan en la Biblioteca Virtual de la Provincia de Málaga. Entonces, estaba en el lateral derecho en el pasillo de columnas (entre la primera y la segunda), con un techado de cañas, que daba acceso al edificio del restaurante. Con esta ubicación, cuadra la hipótesis de que en principio sirviera para marcar el inicio solemne de la apertura de la temporada estival.

En un momento dado, antes de los años 50, la pieza se colocó en alto, sobre una estructura en el pórtico de entrada al recinto, tal y como atestigua una fotografía de la época localizada por el historiador Víctor Heredia en los archivos del CTI de la Universidad de Málaga. Y tenía una utilidad, puesto que se podía accionar desde abajo mediante una cuerda o cadena.

Ahora bien, para qué se usaba es una incógnita, a falta de que alguien que lea este artículo pueda completar el puzle. SUR ha recabado los testimonios de varios vecinos de la zona y usuarios, sin que ninguno haya podido aclarar con exactitud este extremo.

El empleado más veterano y el artífice de su conservación es Manuel Fernández, actual responsable de mantenimiento de la concesión. Este coincide con Víctor Heredia en que su uso uso en esa época pudo estar vinculado al tranvía, ya que por entonces se vendía un billete combinado que incluía viaje y baño.

«Posiblemente sirviera para avisar de la llegada del tranvía, que paraba en la puerta, la conexión con el transporte tiene un sentido coherente», comenta el historiador. «También para marcar los horarios de apertura y avisos a los bañistas... Lo que está claro es que no era meramente decorativa».

Adolfo García, histórico miembro de la asociación de vecinos de Pedregalejo, apunta una opción más de sentido común, y es que la entrada entonces no era libre, por lo que su uso principal debió ser posiblemente como llamador, dado que las puertas solían permanecer cerradas. Aunque también coincide en que pudo estar vinculado al paso del tranvía.

¿Por qué no permaneció en su último emplazamiento, en el pórtico de entrada? Esa parte de la historia sí está clara, puesto que la protagonizó el mismo Manuel Fernández, que sigue en activo en el mismo sitio después de 39 años, y eso que entró con 23. Ahora está a cargo del mantenimiento de las instalaciones, pero durante 30 años fue el recepcionista del antiguo 'camping'. Al cierre de aquel, el 9 de enero de 1994, también se dedicó a labores de vigilancia y de gestión de las pistas de tenis, entre otras labores.

«Un día, tomando una cerveza en la barra, escuché a dos hablando de lo bonita que era la campana y de que querían llevársela. Al día siguiente la desmonté y me la llevé al mueble que tenía en mi oficina» (junto al antiguo recinto de acampanada). Aquello ocurrió en torno a 1995-1996. Años después, la inseguridad en la zona por los intentos de robo y la presencia de okupas hizo que se llevara a un almacén de los antiguos concesionarios, entre los que estaba la constructora Vera. «Ahora lo han limpiado, ha aparecido la campana y nos han llamado para devolverla a su sitio».

Sobre la marcha, Fernández la pesa en la báscula que se usa en el establecimiento para las mercancías: 27 kilos y 450 gramos. También la mueve y el sonido original sale nítido, señal de que está en buen estado.

Los actuales responsables del balneario de los Baños del Carmen se han propuesto devolverle a la pieza todo el valor que le otorgaron los creadores de este espacio de ocio histórico de la capital malagueña. José Luis Ramos afirma que se va a restaurar (para lo que ya han contactado con especialistas) y hacer que recupere su viejo esplendor, especialmente en las letras, que están algo borrosas.

Posteriormente, se va a colocar justo a la entrada del edificio. Además, el próximo 18 de julio se celebrará una fiesta de disfraces de los años 20, para conmemorar el 105 aniversario de su fundación, «y se volverá a tocar la campana inaugural por segunda vez en la historia del balneario».