Vuelven a atracar a punta de pistola en dos tiendas de Puerto de la Torre: «Estamos en vilo»

Eran las nueve y cinco de la mañana. Las trabajadoras del supermercado Maskom de la calle Lope de Rueda acababan de abrir las puertas. Apenas había dado tiempo a que entraran tres o cuatro clientes cuando un individuo irrumpió en el establecimiento con gorra, mascarilla negra, pantalón oscuro, sudadera gris y una bolsa verde. Se acercó a la zona de cajas y, supuestamente, sacó un arma de fuego con la que encañonó a las empleadas para pedirles dinero.

«Cuando yo llegué estaba pegándole patadas a la caja porque la trabajadora no podía abrirla», cuenta a SUR el encargado del supermercado, que trató de apartar a los clientes y al resto de trabajadores. La escena apenas duró unos minutos, pues el presunto delincuente terminó huyendo ante la imposibilidad de hacerse con el botín.

Si bien, todo apunta a que el sospechoso no desistió en su empeño. A las nueve y veinte, la Sala del 091 de la Policía Nacional recibió otra llamada que alertaba de un segundo atraco con arma de fuego en otra tienda de comestibles de Puerto de la Torre, a unos 450 metros de la anterior. Un individuo de las mismas características, aunque esta vez con casco de moto en lugar de gorra, accedió a un pequeño supermercado de Carril del Molino detrás de una clienta y encañonó a la empleada.

Entre gritos, le pidió el dinero de la caja. «A 100 euros no ha llegado lo que se ha llevado. ¿Qué iba a encontrar a primera hora de la mañana? Además ya se había pagado a dos proveedores», cuenta el dueño del establecimiento. Aún en shock, confiesa sentirse «impotente». «A esta gente le da igual que tu negocio sea pequeño. Pero, de todas formas, el dinero es lo de menos, lo peor es el miedo que se te queda en el cuerpo».

El director de la clínica GM Dental, también en Lope de Rueda, ha bloqueado la puerta automática del establecimiento desde que el pasado 21 de marzo sufrió un atraco similar. Ya habían pasado las ocho de la tarde cuando un individuo vestido de negro y con el rostro prácticamente cubierto amenazó a punta de pistola. Logró llevarse en torno a los 700 euros que había en la caja.

«Yo llevo aquí cuatro años y no había pasado nada, pero ahora se nota que la gente está con la mosca detrás de la oreja», lamenta, pues diez días antes del asalto a la clínica dental ocurrió lo mismo. Un hombre con un pasamontañas irrumpió en una oficina de Correos situada en la misma calle y encañonó a una trabajadora de la sucursal. De acuerdo con las fuentes, el atracador entonces aprovechó un momento en el que no había clientes en el interior para entrar en la sede, donde se encontraban dos profesionales, y exigir el dinero que había en una caja registradora.

El 27 de marzo, a Carmen -más conocida como Meli- también le atracaron, aunque a punta de machete, en un pequeño supermercado familiar en el que trabaja en el distrito, «Yo solo repetía: ¡por favor, no me hagas daño!», contaba la mujer a este periódico el mismo día de los hechos. Ocurrió a primera hora de la mañana y el ladrón huyó con unos 200 euros.

Agentes del Cuerpo Nacional de Policía ya trabajan para tratar de esclarecer los hechos y capturar al ladrón o ladrones implicados en los robos. Por el momento, la investigación continúa abierta, tal y como han informado desde la Comisaría Provincial.

A Toñi le robaron a punta de pistola el año pasado en su tienda de ropa. Era 22 de agosto. Cobró a una clienta y le indicó dónde se encontraba el año después de que esta le preguntase. Al levantar la vista observó un hombre de espaldas colocándose una gorra. Se acercó al mostrador, sacó una pistola y le advirtió: «¡No chilles que te mato, calladita!».

La clienta escuchó las voces y salió del servicio alarmada. El presunto delincuente se dirigió hacia la compradora, llegando también a amenazarla y darle unos toques con la pistola en la parte trasera del hombre. Toñi entonces aprovechó para escabullirse por la parte trasera del local.

Ahora, reconoce volver a estar «asustada». Cuando no tiene clientes, se sienta en las escalerillas de la entrada «para ver quién llega» y hasta se ha colgado un collar con un botón azul -similar al de la teleasistencia- que, al pulsarlo, conecta con su empresa de seguridad y esta alerta directamente a las Fuerzas de Seguridad, pues, según manifiesta, se sienten «desprotegidos».