Sucesos Málaga
«Era una imperiosa necesidad»: el turista con diarrea que se coló en un piso del Centro sale absueltoLa presidenta del tribunal asume los fundamentos del jurado, que asumió lo «bochornoso» de la situación y las dificultades del idioma como argumento para entrar en la vivienda
Un juicio es, en esencia, un acto donde se analizan unos hechos que se explican a través del comportamiento de los seres humanos. Y alrededor ... de todo ese argumentario, los tribunales diseccionan si en ellos se han rebasado los límites del delito.
Este mes de julio -los días 3, 4 y 5- se celebró uno de los juicios más surrealistas que se recuerdan en la Ciudad de la Justicia de Málaga. Por las características del delito, se constituyó, incluso, un jurado popular tuvo la difícil tarea de dirimir si un turista británico acuciado por una repentina diarrea cometió un allanamiento de morada al irrumpir en el piso de una vecina del Centro en busca del alivio que le apremiaba.
Tras escuchar a las partes y examinar las pruebas, el jurado popular declaró inocente al acusado. Ahora, la presidenta del tribunal ha dado por buenos los fundamentos del jurado y ha dictado la correspondiente sentencia absolutoria. La clave: el hombre tenía una «imperiosa necesidad fisiológica» que le impedía llegar al hotel, y haber defecado en la calle, como sugería la Fiscalía para sostener su acusación, hubiese sido sumamente «bochornoso».
Los hechos probados son los siguientes. El acusado, un empresario británico de 55 años a quien su abogado define como un «gentleman», sin antecedentes penales, caminaba por la calle Beatas a las tres de la madrugada del 15 de octubre de 2021. Acuciado por una «urgente necesidad fisiológica», dice la jueza en el fallo, «y al ver abierto el portal del inmueble, se introdujo en él». La magistrada considera que el hombre creyó haber sido «autorizado» por la dueña del piso, que había salido momentáneamente del domicilio, «dejando tras de sí abierta su puerta».
El hombre accedió a la vivienda «sin intención de violar su intimidad». Tras registrar varios armarios de la entrada «en busca de ropa para cambiarse», se metió en el cuarto de baño, «utilizó el inodoro y se duchó», añade la resolución judicial. Justo en ese momento fue sorprendido por una patrulla de la Policía Local que había sido alertada por la moradora tras entrar en su casa y escuchar que alguien estaba haciendo uso de su aseo.
La decisión del jurado no fue unánime (siete vosotros a favor de declararlo no culpable, frente a dos que consideraron que sí fue un allanamiento). La mayoría de sus nueve miembros concluyeron que hubo un «malentendido» entre el acusado y la moradora «debido a un problema de comunicación por no hablar ambos el mismo idioma». Este fue el argumento del jurado: «El hombre pidió permiso en su idioma (inglés) para usar el baño, ya que se encontraba con una necesidad fisiológica urgente, y que la mujer respondió en sentido afirmativo señalando hacia la puerta de su casa, que se encontraba abierta e iluminada, sin saber realmente lo que le estaban preguntando, creyendo que el acusado se refería a si esa era su casa».
«Si abrió los muebles del cuarto de baño, fue por intentar de alguna forma limpiar todo lo que había ensuciado», recoge la sentencia
En consecuencia, añaden, «nadie se opuso a que el acusado entrara ni al edificio ni a la vivienda, que habría sido lo normal en caso de que no hubiera obtenido la autorización». El acusado fue directamente al cuarto de baño, no cerró la puerta de la vivienda, sino que la dejó tal como la había encontrado, y no accedió a otras habitaciones. «Si abrió los muebles del cuarto de baño, fue por intentar de alguna forma limpiar todo lo que había ensuciado», recoge la sentencia.
Respecto a la posibilidad de haber acudido a su hotel o a algún otro establecimiento público, «no podemos olvidar que ante una necesidad imperiosa y urgente, es difícil dar siquiera unos pocos pasos, mucho menos recorrer 300 metros hasta el hotel, además de que a esas horas de la madrugada no hay establecimientos abiertos», concluye la resolución judicial.
Los miembros del jurado entienden que otra opción hubiera sido, como sostuvo el fiscal, haber hecho sus necesidades en la calle, pero esta solución, «por decoro», resultaría «bochornosa a cualquier persona», por lo que «es comprensible tomar la única opción que vio viable y próxima en ese momento: preguntar a la mujer que se encontró en el portal si podía usar su baño». También destaca el jurado que, según el testimonio de la policía, el acusado se mostró «colaborativo y no opuso resistencia» a su detención.
La presidenta del tribunal da por buenos los fundamentos del jurado al argumentar que el acusado pensaba que había obtenido el consentimiento de la moradora de la vivienda y que, por tanto, no era culpable del delito de allanamiento de morada que se le imputaba. La magistrada concluye que la «imperiosa necesidad fisiológica» unida a la «dificultad idiomática» conforman un «error invencible de tipo» que conduce a una sentencia absolutoria.
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