«Salté por la ventana porque veía que me iba a matar»
La mujer que quedó tetrapléjica tras precipitarse desde un segundo piso relata a SUR antes del juicio que fue un acto desesperado por salvar su vida ante la agresión de su pareja
Espera al final del salón. Tras un biombo solo se adivina una silla de ruedas. En ella está María Isabel Ruiz, Isa. Quiere contar su ... historia. Que se sepa cómo acabó tetrapléjica al caer desde un segundo piso cuando huía de la agresión de su pareja, según denuncia. Al girar esa especie de mampara que divide el salón de la residencia en la que se encuentra ingresada, clava su mirada antes de confesar el motivo: «Solo busco dos cosas: Que se haga justicia y, sobre todo, que mi caso sirva como ejemplo para que esto no le vuelva a pasar a ninguna otra mujer».
Isa no está sola. Nunca lo está. La acompaña una enfermera del centro que pocas veces se separa de ella. Le sostiene un vaso con una pajita para que beba algo de agua y calme sus nervios antes de comenzar su relato. La paciente apenas puede mover los brazos, está postrada en esa silla de ruedas adaptada para el resto de su vida.
También la acompañan sus hermanos. Isa, de 46 años, es la mayor de cuatro, le siguen Rafael y Sandra, que es la pequeña. Entre ellos falta Enrique, que falleció hace años en un accidente laboral en Marbella, cuando le cayó un palé encima mientras trabajaba en una obra.
Precisamente, fue a raíz de este trágico capítulo en su vida cuando Isa se trasladó a Marbella. Vivía en Fuengirola, pero tras la muerte de su hermano, se mudó a casa de sus padres «para estar pendientes de ellos». Poco después, conoció a Francisco y, según cuenta, iniciaron una relación en 2002.
Sin embargo, no duró mucho. En concreto, alrededor de un año. Isa asegura que pronto lo dejó, porque, dice, su novio era un hombre violento. «Hubo algún capítulo de malos tratos previos, pero no tan fuertes como el que me llevó a tirarme por la ventana. Nunca lo denuncié, pero sí corté la relación porque veía que un día me iba a pasar algo», señala.
Sin embargo, reconoce que, al final, siempre volvía con él. Con la relación rota al cabo de un año, durante los 17 siguientes fueron manteniendo algunos encuentros esporádicos: «Me lo encontraba por la calle y hacía como si no hubiera pasado nada, yo siempre he sido muy inocente, me lo creía y me iba con él».
A Isa le cuesta expresarse. El fuerte traumatismo que sufrió por la caída y la posterior traqueotomía para que pudiera respirar le dificultan mucho el habla. Con las pausas necesarias y ayudada por su hermana, continúa con su relato. Recuerda que el 1 de noviembre de 2018 se cruzó de nuevo con Francisco por la calle y que él le propuso que se fueran juntos, algo a lo que ella accedió.
«Es un gran manipulador y yo una mujer muy inocente», contesta al preguntarle por qué se marchó con él. Fueron a casa de Francisco, situada en un segundo piso de un bloque de viviendas de Marbella. Isa señala que estuvieron con un amigo.
Al día siguiente, Francisco salió de la vivienda para ir a llevar a su amigo en moto. «Mientras lo hacía, yo me quedé en la casa, limpiando aquello un poco», apunta. Todo ocurrió sobre las 10.30 horas, cuando él regresó a la vivienda. Afirma que la acusó de haberle quitado algo de droga de la cartera. «Yo le dije que no había cogido nada. Además, yo no consumía, pero se puso muy violento conmigo. Comenzó a insultarme, a decirme que iba a matarme y me dio un puñetazo muy fuerte en la cara». Asevera que el hombre cerró con llave la puerta de la casa y que cogió un cuchillo de cocina «muy grande».
Isa recuerda cómo huía por el piso mientras él la seguía y la amenazaba de muerte con el arma blanca en la mano: «Tenía que salir de allí, necesitaba escapar. Cuando llegué a la habitación me di cuenta de que la ventana estaba abierta. Él venía detrás de mí con el cuchillo y entonces me tiré desde una segunda planta».
«Iba a matarme», repite una y otra vez, emocionada. Le tiembla la voz y las lágrimas se le escapan, mientras su inseparable hermana le ayuda a secárselas. Precisa que tomó la decisión en unos segundos, que fue todo muy rápido, un acto desesperado por salvar su vida.
Cayó contra el suelo. «Tenía los brazos hacia atrás y los policías que llegaron me preguntaron si podía moverlos, pero no, era incapaz de hacerlo». Ingresó en el hospital Costa del Sol, donde estuvo más de un mes en la Unidad de Cuidados Intensivos, tras lo que fue derivada al Virgen del Rocío en Sevilla y, finalmente, al San Juan de Dios, en Bormujos (Sevilla).
«Ni los médicos ni nosotros pensábamos que iba a seguir con vida», confiesa Sandra. «Pero tenía que hacerlo. Debía salir adelante para contar su historia y todo lo que había pasado en el piso», añade, a la vez que indica que aquella noche la policía detuvo a Francisco, pero que el juez, tras ser puesto a disposición judicial, lo dejó en libertad.
Sandra asegura que él no se presentaba a las citaciones durante la fase de instrucción del caso, por lo que acabó dictándose una orden de detención: «Sabía dónde vivía y me fui a la puerta de su bloque. Él no me conocía, así que, cuando salió de la casa, empecé a caminar detrás suya e hice como que hablaba por teléfono con una amiga. Pero en realidad la llamada fue a la policía, que vino y lo arrestó».
Mientras toda la maquinaria judicial funcionaba, Isa continuaba luchando para mejorar algo su movilidad. Desde que ocurrieron los hechos estuvo hospitalizada y, desde hace un año, está en una residencia. Sus padres, ambos de más de 70 años, y sus hermanos se han volcado con ella, nunca la han dejado sola.
Lo cuenta muy agradecida e insiste en que su familia es lo mejor de su vida. Se han hecho cargo de los numerosos gastos derivados de su situación, algo en lo que llevan invertidos más de 40.000 euros en este tiempo, en el que su hermana asevera que no les han concedido la Ley de Dependencia ni la paga no contributiva.
Tampoco la van a dejar sola este lunes, en el juicio que hay programado en la Sección Octava de la Audiencia Provincial de Málaga por estos hechos. Francisco se sentará en el banquillo acusado de un delito de intento de homicidio para enfrentarse a los diez años de cárcel que solicitan para él la Fiscalía y la acusación particular, que ejerce Isa a través de su abogado Francisco Novella. Ella acudirá para contar, esta vez ante los magistrados, su historia: «No pediré declarar sin que me vea, de hecho, quiero que lo haga, que sea consciente de lo que me ha hecho».
Insiste en que solo quiere que, «de una vez por todas, se haga justicia» y que Francisco entre en prisión: «Todo este tiempo ha estado libre. Que lo metan dentro lo más rápido posible, porque esto le va a pasar a otra muchacha si no entra».
«Mira cómo me ha dejado», insiste. Isa se derrumba: «No entiendo cómo me ha hecho esto, no lo puedo entender». Cuando vuelve a aquel 2 de noviembre, a aquel piso en Marbella y a visualizar esa pequeña ventana de la habitación, lo confiesa: «Me siento feliz de estar viva, mi familia está conmigo».
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